Capítulo 9.

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Estimado lector ¿Cómo estar sin ti? Estará de forma temporal en Wattpad ya que está a la venta en versión digital y física por Amazon . Será retirada nuevamente en un par de días. (25 DE DICIEMBRE)


A pesar de su confesión y la manera en la que sus palabras me han afectado, ninguno de los dos se atreve a agregar algo más. Él parece asustado y a mí me pesa la lengua. Intento hacer funcionar mi cerebro, incluso soy capaz de escuchar una voz dentro de mí que grita con todas sus fuerzas: ¡Oye, es el chico de tus sueños! Doy un paso hacia él en un ridículo intento de que el movimiento le provoque algo. Nada. No pasa nada.

—¿Qué haces aquí, Tyler? —Mi pequeño momento de felicidad del cual sigo sin reponerme es arruinado con la presencia de Amelia.

—Le mostraba la casa a Maya. —Es una excusa tonta, tomando en cuenta que antes de que Amelia apareciera en nuestras vidas, solía venir mucho a casa de Tyler.

—Albert, está drogándose en el cuarto de tus padres —anuncia Amelia con su típica voz de autoridad. Lo que en realidad quiere decir es: ¡Te quiero lejos de Maya ahora mismo!

Tyler como siempre que ella da una orden se marcha abandonándome en un jardín que de pronto se me hace tan pequeño y sin puertas de escape junto a Amelia. Sus ojos me miran de arriba hacia abajo con desprecio. Aún con lo cambiada que estoy hoy, no podría competir con ella.

—¿Sabes?, no importa cuántos cambios te hagas, Tyler jamás se fijará en alguien tan insignificante como tú. No sé qué tipo de trato tendrás con ese boxeador, pero no me sorprendería que le estés pagando para que finja ser tu novio. Aunque claro, seguro no es con dinero porque no tienes ni donde caer muerta, Maya. Te lo advierto, aléjate de Tyler o convertiré este último año en tu peor pesadilla. Quiero que te largues de la fiesta, pones un pie adentro y entonces la guerra dará inicio.

Automáticamente mis ojos se llenan de lágrimas. Sé que si quiere arruinar mi vida lo hará. La escuela entera se mueve gracias a ella porque su papá es el director. Me siento humillada a tal punto de apachurrar mi corazón.

—¿Quieres repetir lo que acabas de decir? —Doy un paso hacia atrás al escuchar hablar a la persona con la que debí quedarme dentro de la casa y no salir a crearme falsas esperanzas. Adam.

—¡Oh, pero si también le pagas por defenderte! —se burla Amelia y cada vez me siento más humillada. Adam se pone a mi lado y toma mi cintura con delicadeza, su tacto me estremece.

—Voy a decirte algo de la forma más sutil que puedo; vuelves a hacerla sentir mal y voy a olvidarme de que eres mujer. Quiero que te disculpes, ahora mismo. Si no lo haces la que va a arrepentirse no solo este año, sino el resto de la vida serás tú.

—Yo no te tengo miedo —escupe Amelia.

—Pues deberías —le advierte Adam. Es tan alto que Amelia se mira incluso más baja que yo cuando estoy a su lado—. Pídele perdón —le exige totalmente erguido y con las manos transformadas en puños. Algunas venas se resaltan en sus brazos y he de confesar que me atemorizo.

—L–Lo siento —tartamudea Amelia y huye a la casa.

Mi defensor se pasa las manos por el cabello y da un largo suspiro antes de mirarme. Mi rostro ya está empapado en lágrimas. Odio ser así, de verdad odio esta parte de mí que no es capaz de defenderse y se convierte en la víctima que no hace absolutamente nada para poner en su lugar a personas como Amelia. Estoy acabada, el lunes iniciará mi infierno personal. Amelia no se quedará tranquila hasta mirarme destruida.

Adam se acerca con cautela y se encarga de limpiar mi rostro. La ternura que emana su piel sobre mi piel es palpable y provoca que broten aún más lágrimas ridículas e innecesarias. Soy tan pequeñita a su lado, no por mi tamaño, sino por lo que despierta en cada parte de mi frágil ser. Sus caricias leves y esa mirada purificadora me atraviesan el alma, los sentidos y hasta el pensamiento.

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