Capítulo 10.

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Estimado lector ¿Cómo estar sin ti? Estará de forma temporal en Wattpad ya que está a la venta en versión digital y física por Amazon . Será retirada nuevamente en un par de días. (25 DE DICIEMBRE)

La ebriedad se me ha ido al carajo y todo comienza a tomar claridad frente a mí. No puedo permitir que la policía intervenga, Adam me ha defendido. Sin tener claro qué es lo mejor, le arrebato el teléfono a Amelia y cae al piso producto de mis nervios.

—No llamen a la policía —le imploro a Amelia y recibo insultos de su parte. Desesperada miro a Tyler de forma suplicante.

—Amelia, no los llames, recuerda que hay alcohol en la casa y muchos están incluso drogados. Albert es uno de ellos. Mis padres ni siquiera están presentes —interviene Tyler sin dejarme de observar un momento.

Amelia acepta y recoge su teléfono del suelo no sin antes mostrar hostilidad con cada uno de sus gestos. Con ayuda de Tyler y otros chicos del equipo llevan a Albert a una de las habitaciones. Las personas no saben si reír o espantarse, aún no deciden si Adam es un héroe o un rufián y el ser que ha molido a golpes a otro chico por mí, se mira abatido, decepcionado. La necesidad de salir corriendo a sus brazos es insoportable. No lo hago. Adam está petrificado, incluso creo que no ha parpadeado desde que todo se detuvo.

Una chaqueta cubre mis hombros y reconozco las manos que me dan un apretón comprendiendo lo que ha ocurrido.

—¿Estás bien Maya? —Las palabras de Becca me suenan tan lejanas, toda mi atención está puesta sobre Adam, continúa mirando al suelo con extrema confusión. Sé que cualquier persona con una pizca de aprecio hacia mí hubiera reaccionado mal, pero no de esta forma tan agresiva.

—Sí —consigo contestar.

Las personas comienzan a irse y cada vez somos menos. Quiero hablar con Adam y al mismo tiempo quiero asegurarme de que Albert se encuentre bien, también deseo irme y olvidarme de esta noche por siempre.

—Anda, te llevaré a casa —insiste tirando de la tela de la chaqueta que ella misma me ha puesto sobre los hombros.

—Espera, necesito hablar con él unos segundos.

—Maya...

—Espérame en el auto, ¿sí? Saldré enseguida —le prometo.

Vencida, Becca sale de la casa sin ánimos y yo doy pasos torpes hasta estar a centímetros del chico que no levanta la cabeza aún.

—Adam... —susurro.

—Vete, Maya.

—No, yo... también soy culpable de lo que acaba de pasar.

—Claro que no, no quiero ser grosero contigo, regresa a tu casa y será mejor que finjamos que nunca hemos cruzado media palabra. Alguien como tú no debería estar cerca de alguien como yo —espeta con amargura.

—¿Qué?, ¿por qué me pides eso?, acabas de defenderme.

—Sí, pero también acabo de comportarme como el jodido monstruo que soy —habla tan bajo que me ha costado escucharlo.

—No eres ningún monstruo.

—Eso lo dices porque no me conoces, no sabes quién soy. No tienes ni una puñetera idea de lo que soy capaz de hacer. No debí venir a una fiesta de adolescentes y mucho menos debí poner mis ojos en alguien como tú. Eres inocencia pura, Maya. —Sus lindos ojos oscuros me miran un segundo y luego vuelven a perderse en el suelo.

Las palabras se me agotan y definitivamente mi cerebro se ha quedado neutro. No sé qué responder a eso, porque, aunque debería asustarme, lo único que quiero hacer en este momento es estar a su lado, quitar de su rostro esa preocupación latente y convencerlo de que todo estará bien. Doy otro par de pasos insegura hacia él con la certeza de que a pesar de lo que ha ocurrido esta noche y de no conocerlo de años, mi corazón me dice que puedo confiar en él y que es un buen chico.

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