Capítulo 8.

36.6K 2.8K 684
                                    

Estimado lector ¿Cómo estar sin ti? Estará de forma temporal en Wattpad ya que está a la venta en versión digital y física por Amazon . Será retirada nuevamente en un par de días. (25 DE DICIEMBRE)


Aprieto el volante con fuerza. No puedo dejar de verlo y él tampoco me quita la mirada de encima, cómo es posible que me haga sentir tanto cuando dice las palabras indicadas. No hay ruido que interrumpa el silencio prolongado. No sé qué demonios contestar, no sé qué hacer. Quiero que me bese, justo ahora, y aunque parezca una locura y luego me arrepienta deseo sentir sus labios suaves sobre los míos una vez más.

Rápidamente pienso en que nunca he dado un beso de verdad, y si se atreve a besarme seré una vergüenza y que después no podré verlo más sin salir corriendo. Dejo caer mis manos del volante y sin poder evitarlo me termino mordiendo el labio, su pulgar viaja hasta el lugar exacto en donde mis dientes se juntan con mi labio inferior. Se acerca tanto a mí que mi respiración es casi nula, no estoy jugando. Simplemente el aire ha dejado de entrar en mis pulmones y mis ojos ni siquiera parpadean, su respiración acaricia mis labios y nuestras miradas se encuentran. Se queda así, mirándome, no sé por cuánto tiempo y entonces, hago lo inimaginable. Cierro mis ojos y de forma lenta nuestros labios comienzan a rozarse. Primero toma uno, tan despacio que, algunos temblores atacan mi cuerpo, luego el otro. Acuna mi rostro y sé que puede darse cuenta de lo nerviosa que estoy.

Algunos rizos se salen de mis orejas y nos cubren como un pequeño pedazo de tela, poco a poco mis labios se acoplan a sus movimientos delicados y sin darme cuenta el ritmo aumenta. Quiero gritar, juro que quiero salir del auto y girar como toda una loca. La sensación en mi pecho es sencillamente indescriptible. Una de sus manos se ubica detrás de mi cuello y un cosquilleo intenso se apodera de mi espina dorsal. Soy poco consciente del momento en el que ha quitado nuestros cinturones de seguridad y termina sobre mí, no sé cómo, pero ha hecho el asiento hacia atrás.

Mis manos inexpertas presionan su pecho duro y fornido. Sus dedos palpan mi piel y algunos gemidos salen de mi garganta. Sube un poco mi camisa y se apodera de mi cintura. Algo les pasa a mis piernas porque dejo de sentirlas y en lo único que me puedo concentrar es en el desorden de sensaciones que hay en mi vientre. ¡Joder! Nunca había sentido esto. ¿Es normal? Me sonrojo por completo, es algo que no puedo controlar. Sus manos se adhieren con más fuerza y una presión en mi estómago aparece y rebota desde ahí hasta mi pecho. Jamás pensé que un beso pudiera hacerme sentir de esta manera. Su lengua apenas y toca la mía y se lo agradezco porque no sabría cómo reaccionar.

El constante roce de nuestros cuerpos hace que la ropa estorbe y eso me regresa a la realidad, en donde me estoy casi comiendo viva con un completo desconocido. Está bien, para mí Adam no es ningún desconocido, pero sé que el resto de la población mundial lo vería así

—Adam —logro susurrar y eso parece hacerlo reaccionar.

Se aparta abruptamente y me mira confundido, como si acabara de cometer el peor error de su vida. Ni siquiera puedo sostenerle la mirada.

—Discúlpame, Maya... Lo siento. No quiero que pienses que estoy aprovechándome...

—No pienso eso, Adam. No te conozco de toda la vida y aun así podría decirle a cualquiera que eres totalmente transparente —digo y sonríe con tristeza.

—Solo tienes diecisiete, yo no debería... ¡Mierda! —maldice desesperado.

—No soy una niña, sí, tengo diecisiete, pero sé lo que hago. Si no hubiera querido que me besaras, habría hecho algo, como apartarte o darte un guantazo.

—Es que no quiero arruinar esto. Hace tanto que brinco de ciudad en ciudad sin hacer ningún tipo de amistad con nadie y luego tú apareces en mi vida justo cuando pretendía establecerme realmente en San Francisco. No quiero que por estas ganas que tengo de besarte todo el jodido tiempo termine perdiendo a la única persona con la que he congeniado desde hace tres años. Que seas menor que yo me parece una broma de mal gusto.

¿Cómo estar sin ti? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora