—Ella va a regresar contigo, puedo asegurártelo, pero ahora mismo sigue muy afectada. ¿Por qué no le das espacio?

—¡Porque no quiero estar un maldito segundo más sin ella! Llámala por favor —vuelve a suplicar y mi corazón se achica.

Doy pasos inseguros hasta la puerta al escuchar a los padres de Becca salir de su habitación. Abro más la puerta y su rostro pasa de la desesperación al alivio en cuestión de segundos. Se nota que no ha dormido en toda la noche. Sus ojos se enfocan únicamente en mí. Becca entra a su casa y nos permite hablar a solas. Quiero decirle tantas cosas y al mismo tiempo no quiero decirle nada. Cierro la puerta para que no nos escuchen. No me puedo creer las ganas que tengo de abrazarlo, de sentirme rodeada por sus brazos, de que todo sea como antes.

—Maya —susurra y extiende uno de sus brazos hacia mí. En un movimiento involuntario retrocedo y deja caer el brazo derrotado. Mira el suelo y luego a mí—. ¿Podemos hablar?

—Tengo que ir a la escuela —balbuceo.

—Serán unos minutos. Puedo llevarte a la escuela. Por favor déjame llevarte.

—Adam, yo no quiero dejarte. —Se le ilumina el rostro completamente.

—Entonces vuelve a casa, no tienes que estar en ningún otro lugar, Maya.

—No puedo, no es tan sencillo. Hay temores que rondan mi mente ahora mismo y si regreso contigo quiero cerrar este capítulo, olvidarme de lo que hiciste, no porque quiera vivir engañándome, sino porque quiero vivir con el nuevo tú.

—Yo te necesito —dice con firmeza.

—Dame unos días. Quizás en una semana pueda...

—¿Una semana? ¿Quieres que me vuelva loco pensando en dónde estarás, con quién, haciendo qué? —me interrumpe.

—¿Te estás escuchando? Estás mezclando las cosas; tu ira, tu enojo, tu furia, todo eso con tus celos. Los cuales no tienen razón de ser.

—¡No estoy mezclando nada! Tú quieres que me pase una semana lejos de ti, mientras pasas tiempo con Tyler, ¿vas a resolver tus temores con él? —me grita y decepcionada camino hacia la casa nuevamente. Dijo que no alzaría la voz nunca más—. Perdón, Maya. No te marches. Perdóname por favor. No volveré a hablarte así. —Me coge por la cintura y me obliga a girar. Junta su frente con la mía sin soltar mi cintura y me dan ganas de llorar porque deseo besarlo.

—Siempre será así. Tú te alterarás por algo y yo voy a sentir temor. Lo siento, me duele aceptarlo en voz alta pero siempre será así.

—No. A veces pelearemos como todas las parejas. Gritarás y yo gritaré, pero no tiene nada que ver con mi falta de control. ¿Qué quieres que haga Maya? Voy a ir donde el mejor especialista de todo San Francisco para que te sientas más segura.

—No quiero que te vuelvas a encerrar en esa burbuja, Adam. Quiero que aprendas a controlarte, que entiendas que eres normal. Quiero que un día tengas una discusión y no termines rompiendo los muebles ni peleando en ese bar de mala muerte. Quiero sentirme segura de que nunca me harás daño, aunque me involucrara en una de tus crisis.

Sus manos suben hasta mi cuello y terminan acunando mi rostro. Su tacto produce el familiar y característico cosquilleo en toda mi piel.

—Puedes estar segura de que eso no sucederá. No te haré daño, de ninguna manera.

—¿Cómo puedo estar segura?

—Porque te amo, Maya. Te amo, ¿lo entiendes? Te amo y haré lo que sea para que te quedes a mi lado. Te compraría el mundo entero para que te sientas segura. Haría lo imposible posible, por ti. ¿Quieres que no pelee más? Lo dejaré, ahora mismo. No volveré a pelear. La única medicina que necesito para estar bien eres tú. No sé cómo estar sin ti. Sé que han pasado algunas horas y han sido un infierno.

¿Cómo estar sin ti? Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ