Una historia de trabalenguas

253 15 0
                                    

De pequeña, antes de irme a dormir, me gustaba leer uno de los libros a los que suelo recurrir cuando me cuesta conciliar el sueño. Michael Ende, con sus cuentos, siempre me lleva al mundo de los sueños. Este que te voy a mostrar es uno de mis favoritos. Recuerdo que siempre me gustaba compartirlo con todos, leerlo una y otra vez me hacía gracia.

Un viejo lapón acostumbraba a sentarse todos los días en una escalera que subía hasta una cúpula. Por eso se llamaba el lapón-de-la-escalera-de-la-cúpula.

El pequeño Pepe, que tenía buen corazón, le llevaba un plato de sopa, y una vez le dijo:

—Aquí te traigo tu sopa-del-lapón-de-la-escalera-de-la-cúpula.

—¡Estupendo! —contestó el lapón—. Desde hoy tú eres Pepe-el-de-la-sopa-del-lapón-de-la-escalera-de-la-cúpula. Y en agradecimiento a tu amabilidad toma, te regalo mi gorra de colores.

Así que ahora Pepe tenía una gorra-de-Pepe-el-de-la-sopa-del-lapón-de-la-escalera-de-la-cúpula. Y se la puso, orgulloso, sobre sus rubios rizos; es decir, sobre los rizos-de-la-gorra-de-Pepe-el-de-la-sopa-del-lapón-de-la-escalera-de-la-cúpula.

Cuando al pequeño Pepe le llegó la hora de ir a la peluquería a cortarse el pelo, los mechones cayeron al suelo; todo estaba lleno, pues, de mechones-de-los-rizos-de-la-gorra-de-Pepe-el-de-la-sopa-del-lapón-de-la-escalera-de-la-cúpula. El peluquero los recogió cuidadosamente, y no los tiró, pues sabía perfectamente que se trataba de algo muy especial. Por eso metió los mechones en una cartera fabricada expresamente para ello, de modo que puede decirse que era la cartera-de-los-mechones-de-los-rizos-de-la-gorra-de-Pepe-el-de-la-sopa-del-lapón-de-la-escalera-de-la-cúpula. La cartera la guardó en el cobertizo, o sea, en el cobertizo-de-la-cartera-de-los-mechones-de-los-rizos-de-la-gorra-de-Pepe-el-de-la-sopa-del-lapón-de-la-escalera-de-la-cúpula.

¿Una vuelta de tuerca? {Terminada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora