Agorafobia

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QUÉ ES. Significa fobia o miedo a los espacios abiertos y aparece como consecuencia de la ansiedad que provoca a las personas afectadas exponerse a lugares donde es complicado recibir ayuda o escapar. Acostumbra a ir acompañada de miedo a las multitudes, por lo que se suelen evitar los lugares donde hay mucha gente, como transportes públicos, restaurantes, supermercados, etc...
Afecta a un 3-4% de la población y es más frecuente en mujeres que en hombres. Se sabe que hay un porcentaje no conocido, ya que algunas de las personas afectadas disimulan sus síntomas por vergüenza.
Suele iniciarse en la vida adulta.

CAUSAS. Se cree que es un desarreglo en un neurotransmisor cerebral llamado serotonina, que en estos pacientes se destruye en mayor proporción. Además, acostumbra a producirse en personas que han sido sometidas anteriormente a un proceso muy estresante. Este trauma desencadena un mecanismo de defensa que se dispara de forma incontrolable en determinadas situaciones.

SÍNTOMAS. Provoca una sensación de miedo y de malestar intenso que puede venir asociado a crisis de angustia, una situación que, a su vez, causa palpitaciones, sudoración, sensación de ahogo o falta de aire, dolor en el pecho, náuseas, mareo, miedo de perder el control e, incluso, a morir. Limita de forma considerable la vida de las personas afectadas, ya que, debido a esta dolencia, evitan los viajes, los conciertos y cualquier evento donde haya cúmulo de gente para no enfrentarse a los síntomas que esperan o creen que aparecerán.

DIAGNÓSTICO. El psiquiatra tendrá en cuenta la entrevista clínica con el paciente, a través de la cual se valoran los síntomas y los desencadenantes. Para considerarse agorafobia, la ansiedad debe aparecer cuando se está en lugares públicos, rodeados de mucha gente o bien cuando se viaja solo o muy lejos de casa. Además, debe darse una situación de evitación (tratar de no entrar en contacto con todo aquello que les genera ansiedad). A veces, estos síntomas pueden estar presentes en otras enfermedades psiquiátricas como una depresión, una fobia social o en cuadros obsesivos, entre otros.

TRATAMIENTO. Fármacos como los ansiolíticos y los antidepresivos suelen ser de gran ayuda. Además, es importante seguir una terapia psicológica que ayude a trabajar el autocontrol. En ella el paciente aprenderá técnicas para controlarse en las situaciones que le provocan miedo o ansiedad para, de esta manera, poder afrontarlas. Para conseguirlo se suelen asociar la terapia cognitiva-conductual y la exposición en vivo. En la primera se les enseña diferentes técnicas de respiración, control de los pensamientos y aceptación de ciertos sentimientos y emociones. La exposición en vivo consiste en exponer al paciente de forma gradual a situaciones temidas por él en la vida real.

Quería sacar este tema a la luz porque parece una palabra muy utilizada en los últimos tiempos, pero se desconoce un poco.

Yo no tengo agorafobia pero sí que recuerdo un episodio que no me gustaría que nadie viviera.

Era una noche de invierno y aquí acostumbra a llover, mi amiga y yo habíamos decidido salir a un lugar distinto del habitual, cansadas ya de ver siempre el mismo ambiente. Condujimos durante más de media hora y nos plantamos en un lugar desconocido. Habíamos oído hablar de la fama de algunos locales así que allá fuímos, llovía a cántaros y estábamos aliviadas de entrar en un lugar seco.
Los porteros cobraron la entrada y, sin problema, nos dejaron acceder, pero una vez dentro aquello era increíble.
Aquel sitio estaba muy sobrepasado de gente y el aire era irrespirable. Yo y mi amiga nos miramos y sin necesidad de palabras supimos que teníamos que salir de ahí.
En cuestión de segundos la marabunta de gente nos había alejado de la entrada y cada vez eramos arrastradas más adentro. Me sentía apretada y falta de aire, si en ese momento me dejo caer me quedaría de pie porque no había más sitio. La demás gente parecía no darse cuenta de que esa situación era muy peligrosa. A mi alrededor se sucedían caras de felicidad y brazos en alto. Perdí la noción de donde estaba y también a mi amiga. Empecé a agobiarme mucho y entonces se me ocurrió agacharme y, os aseguro que es la verdad, a gatas conseguí llegar a la salida.
Fuera, mi amiga marcaba en el teléfono de manera compulsiva, intentando localizarme. El abrazo que nos dimos fue brutal y las dos regresamos a casa con ese sudor frío y más desencajadas que nunca.

Desde aquí os pido a tod@s que antes de entrar en cualquier lugar seáis conscientes de lo que pueda pasar, pensad en vuestra seguridad primero, por mucho que la demás gente haga lo contrario. Si en aquel local en el que estábamos nosotras aquella noche, a alguien le diera un coma etílico o simplemente un vahído, salir de allí se volvería en su contra seguro.

Esa noche fue un nuevo despertar.

¿Una vuelta de tuerca? {Terminada}Where stories live. Discover now