Entiendo la decepción que siente mamá, de verdad entiendo que ir a traer por la madrugada a tu hija de diecisiete años a la delegación no es el sueño de toda madre, pero a mí quién me entiende. Nadie. Nunca.

No desayuno y espero a Bob en el porche. Un coche totalmente negro y con los vidrios polarizados se aparca frente a la casa de Adam. Trato de no ser tan obvia y mirar con disimulo. El conductor vestido con un uniforme igual de negro que el auto baja corriendo y abre la puerta de atrás. Una mujer altísima, de cabello largo y esbelta figura sale del auto. Viste un traje de lino amarillo y puedo jurar que es más caro que toda mi ropa junta. Camina mirando el vecindario con desprecio y se quita unos guantes antes de introducir una llave en la puerta y abrir.

Cruzo los dedos para que Bob se tarde más con su desayuno y no salga ahora. La mujer, que, por cierto, es guapísima vuelve a salir con un bolso en la mano. Muero de curiosidad, quiero saber quién es. Me mira un segundo antes de subir nuevamente a su auto y marcharse.

Bob sale unos minutos después y como es su costumbre, me mira de forma poco apropiada. Virginia viene detrás y nos montamos al auto. El camino gracias al cielo es corto. Virginia sale primero y al llegar mi turno, Bob toma mi muñeca y me detiene.

—Ya encontraré la forma de hacerte obediente, Maya. —El doble sentido está presente. Me suelto bruscamente y alcanzo a Virginia.

—¿Estás bien? —me pregunta mi hermana.

—No, pero gracias por preguntar.

Apresuro el paso y camino por los pasillos de la escuela hasta que encuentro a Tyler con Amelia cerca de nuestro salón de clases. Al verla me acobardo un poco, me ha amenazado en dos ocasiones y sigue sin dar el primer paso. Sé que cuando menos me lo espere lo hará.

—¿Podemos hablar Tyler? —mi voz se escucha temerosa y me aclaro la garganta para ganar confianza.

—No, no puede —responde Amelia.

—No es contigo con quien hablo —me atrevo a contestar.

—Maya —intenta calmarme Tyler.

—Bien, te lo diré frente a ella. ¡Déjame en paz! —grito sorprendiéndome a mí misma—. Ya no estoy interesada en ti, ni siquiera deseo ser tu amiga, Tyler. Se terminó, ¿lo entiendes? Tu beso no significó nada para mí. Vuelves a meterte en mi vida y te juro que le pediré yo misma a Adam que te de una paliza. Si ahora sientes algo por mí, lucha como un hombre de verdad, no como un maldito cobarde. —Amelia ha cambiado de color y su rostro expresa todo, menos tranquilidad—. Quita esa cara, Amelia. Puedes quedártelo, es todo tuyo.

Finalizo mi pequeño discurso y algunas personas me aplauden. Sí, nadie se enfrenta con los reyes y señores de todo Griffin y yo acabo de ponerlos en su lugar. Las manos me tiemblan al entrar a los baños. No quiero entrar a mis clases, quiero saber qué está pasando con Adam. Mi teléfono suena y lo saco rápidamente de mi bolso creyendo que es él. No lo es. Es Becca. Le digo que estoy encerrada en el baño y llega unos minutos después.

—Tyler es un imbécil, Maya. Comprendo que estés molesta con él, pero no entiendo por qué estás molesta con Adam. —Ni mi amiga ni nadie parecen entender que las reacciones de Adam no son normales.

—No estoy molesta con Adam, es que le pedí que se detuviera, se lo supliqué, le grité hasta el cansancio y no lo hizo. ¿Le viste el rostro? Era otra persona. Puede que Tyler haya provocado todo, pero Adam perdió el control y ahora mamá lo odia. Casi mata a ese hombre, Becca. Adam es agresivo, siempre reacciona así, quiere resolver todo a golpes y ya no sé qué pensar.

—Oye, ese tipo te estaba tocando. Era un desconocido, solo te defendió.

—No es normal, Becca y me siento frustrada porque a pesar de ver las señales lo único que quiero es verlo, necesito saber qué pasó. Sobre todo, quiero ponerlo al tanto de la amenaza de mamá y la denuncia que estuvo a nada de realizar. Hoy he escuchado a Bob sugerirle a mi madre contratar a un abogado y realizar la denuncia a pesar de mi promesa.

¿Cómo estar sin ti? Where stories live. Discover now