—¿Vas a darle esa oportunidad? —Con eso me comprueba que ha escuchado todo.

—Estoy contigo, Adam.

—Dímelo mirándome a los ojos.

—¡Estoy contigo! —repito mirándolo fijamente ya un poco molesta.

Se acerca temeroso y roza mis labios, el efecto es inmediato, mis manos acarician su cuello y su lengua explora mi interior.

—Lo siento, no quiero que conozcas esta parte de mí; la que se altera por todo y pierde el control con facilidad. Yo... eres lo único bueno que me ha pasado desde lo ocurrido con Alicia, no quiero arruinarlo.

—No voy a mentirte, Adam. No quiero ser ese tipo de chica, sabes que Tyler ha sido como un estilo de amor platónico toda mi vida y justo ahora parece reaccionar y yo, yo no sé bien lo que siento cuando se acerca a mí. Lo único que sé es que no puedo compararlo contigo porque lo que tú me haces sentir con una sola de tus miradas es... ¡Dios! Dejo de respirar.

—Es bueno saber que experimentas lo mismo que yo cada vez que te veo —musita y besa mi mejilla.

—No pierdas el tiempo enfadándote con Tyler. No tengo con qué comparar lo que tenemos, nunca he tenido un novio antes de ti, solo sé que estoy muy ilusionada y es por ti, solamente por ti —le confieso sabiendo que mis palabras me hacen sonar demasiado inocente, ya qué, lo soy de pies a cabeza, mental y emocionalmente. De todas las formas posibles lo soy.

Me sonríe y eso es suficiente para saber que se ha relajado por completo. Ya en casa le recuerdo la promesa que le hizo a Sarah. Suelta una carcajada al hacer memoria y recordar la forma en la que convenció a mi pequeña hermana de dejarnos solos.

—Claro, ve por ella. Iremos a cumplir la promesa.

Me quedo callada varios segundos. No puedo llevar a Sarah y abandonar al resto.

—Resulta que... no puedo dejar al resto.

—Pues, tráelos a todos. No hay ningún problema, Maya. Me encantará pasar tiempo con todos.

—Gracias. —Le doy un beso y le advierto que Virginia puede ser algo intensa.

Mis hermanos me reciben haciendo escándalo y Héctor como todas las tardes está mirando televisión. Me preocupa el concepto que puede tener de Adam, después de todo, lo miró golpear a Bob y no quiero que piense que es una mala persona. Cruzo los dedos para que también se emocione con la invitación.

Sé lo mucho que les gusta el helado y en efecto, no he terminado de decir la palabra "helado" cuando todos salen corriendo a la calle. Héctor no se mueve de su lugar, me acerco y acaricio su cabello.

—¿No quieres ir?

—No con ese sujeto —responde entre dientes.

—Sé que puede parecer intimidante, pero es una buena persona. Por favor, ¿por mí?

Apaga la televisión y camina arrastrando los pies hasta el auto. Los chicos ya se han apoderado del auto de Adam y Tom está sentado sobre sus piernas simulando que conduce. Si mamá supiera que estoy llevando a los niños con Adam me mataría. Me dan ganas de llorar al mirarlo con Tom, porque, sin poder evitarlo me lo imagino con Alicia y recordar a Alicia, me recuerda los medicamentos y también el hecho de que me ha mentido respecto al golpe que trae en la cara.

Subo al auto y Sarah es la más emocionada. Ciertamente casi nunca salimos de casa. Mamá poco está y cuando está, se siente cansada. Al menos puedo agradecerle a Bob que desde que existe en nuestras vidas, los niños salen con mayor frecuencia. Me cuesta trabajo aceptar que con mis hermanos es un hombre realmente cariñoso, responsable, se preocupa mucho por ellos. El problema soy yo. Bob no tiene buenas intenciones conmigo y cada día que pasa me siento más cerca del peligro.

¿Cómo estar sin ti? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora