|Con sabor a Italia|

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-No, espere no hace falta- declaré rápidamente ante la propuesta tan agradable, aunque algo inesperada- no queremos ser una molestia.

- ¡Pamplinas! - exclamó la señora Bohdana con voz fuerte- no son molestia, son nuestros amigos.

"¿Qué mierda significa pamplinas?"

La pareja terminó pasando por completo de nosotros, aún cuando insistí en que no era correcto llegar a una casa sin ser invitados y peor aún, cuando ni siquiera los conocíamos, pero ambos se encargaron de llevarnos prácticamente a rastras hasta un taxi, con la insistencia de que no dejarían que pasáramos la noche por ahí. Sin embargo el camino hasta la dichosa casa resulto ser algo incomodo, cuando la pareja no hizo otra cosa más que discutir, al menos eso parecía ante la fuerte voz y ese acento el cual los hacía ver como dos gruñones encerrados en un taxi, incluso podía ver al pequeño chofer encogerse a ratos debido a la incómoda atmósfera. Eleanor y yo no hacíamos más que intercambiar una que otra mirada, mientras íbamos en absoluto silencio y postura derecha; cual niños que se limitaban a escuchar los sermones de sus padres.

 Eleanor y yo no hacíamos más que intercambiar una que otra mirada, mientras íbamos en absoluto silencio y postura derecha; cual niños que se limitaban a escuchar los sermones de sus padres

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- ¡Llegamos! - anunció el señor Alik, al mismo tiempo que extendía sus manos en el aire ante la hermosa vivienda.

-Es muy linda- susurró Eleanor con una tímida sonrisa.

No lo podía negar, aquella casa era hermosa. De estilo europeo con las paredes de color vino y ventanales con un marco de color crema, dando ese toque elegante a la morada. Parecía incluso la imagen que sólo aparecía en los catálogos.

Estábamos bajando las maletas cuando la puerta de madera se abrió de golpe, en el umbral de está apareció un hombre de piel tostada y cabello castaño, usando una camisa de estampado floreado y una bermuda roja que prácticamente brillaba con su tono de piel. Se acercó hasta nosotros y a cada zancada que iba dando se sentía al piso vibrar.

-Amico, benvenuto- saludó con energía aquel hombre, cuya estatura era incluso un poco más alta que la del señor Alik, con aquel acento italiano.

- ¡Amigo mío! - ambos hombres intercambiaron un ferviente saludo, sembrando dos palmadas en la espalda del otro- qué alegría verte de nuevo ¡Ah, es cierto! - de pronto la mano del señor Alik me alcanzó repentinamente, acomodándome a su lado-Este es Nathan, un amigo mío. Y él es Federico.

"Cielos, este hombre es realmente alto..."

-Un–un gusto...- por más que traté de que mi voz no delatara mis nervios, mi esfuerzo fue realmente en vano- soy Nathan Killer.

-Federico puede que esto sea algo repentino pero ¿Crees que exista problema en que se queden?- preguntó sin preámbulo el señor Alik tomándome del brazo- los chicos ni siquiera tienen hotel, son amigos nuestros y comprenderas que no podemos dejarlos que se queden por ahí.  

No podía evitarlo, mis mejillas se encendieron ante la directa y absoluta verdad que salió de los labios del señor Alik. Ciertamente no teníamos hotel pero ¿Cómo decirlo? Eso era algo vergonzoso, aún cuando agradecía el gesto, no podía ignorar la gran posibilidad de que aquel sujeto nos rechazara sin chistar, pues ni siquiera nos conocía, así que terminé bajando ligeramente la cabeza dispuesto a escuchar su negación, pero lo que recibí en cambio fue una carcajada que resonó en mis tímpanos.

- ¡Por supuesto! - respondió el señor Federico con esa amplia sonrisa en la que fácilmente creí que podría entrar mi puño-questa è la tua casa

"Muy bien... Este hombre es exactamente igual que el señor Alik, ambos igual de confianzudos."

- ¿Y quién es ella? - preguntó de pronto, señalando cordialmente a la chica morena que permanecía a lado de la señora Bohdana.

-Es la enamorada de Nathan-contestó la señora Bohdana, quién colocó su mano en la espalda de Eleanor para empujarla un poco hacia adelante- no seas tímida y preséntate-le indicó como si se tratase de una niña.

-B-Bueno, gracias por dejamos dormir en su casa-recitó con educación por primera vez Eleanor, algo que me dejó prácticamente con la mandíbula colgando- mi nombre es Eleanor.

-Un gusto, in avanti- el señor Federico comenzó a agitar sus manos con alegría, para invitarnos a su hogar a lo que todos lo seguimos.

-Menuda sorpresa el que seas educada- susurré a Eleanor con una sonrisa bufona.

-Cállate, me haces parecer como una ingrata- respondió con frialdad- hasta yo puedo ser educada.

-Ya lo veo... Aunque no parece ser lo tuyo- mencioné. Sin darme cuenta terminé despeinándola ligeramente, ante la caricia que hice en su cabeza-¿Estamos retrasados para lo que tenías planeado?

-No...-hablo por lo bajo con seriedad- de hecho para lo que tengo planeado hacer necesito que sea de noche...

-¿Qué es?- insistí con ligera intriga.

-Como si te fuera a decir- de pronto los ojos de Eleanor se clavaron fijamente en mis labios, casi sin tener tiempo de preguntarle, su mano se colocó en mi mentón con su dedo acariciando una zona específica en mis labios- te has cortado.

"¿Eh?" entonces recordé el ligero dolor que sentí en el labio al tropezar, pero debido a que nos encontramos con la pareja olvidé por completo aquello. En busca de ver si acaso sentía algo, terminé lamiendo mi labio inferior; cerca de mi comisura derecha sentí una pequeña cortada y un ligero sabor a sangre.

-Seguro cuando trope...- de pronto el dedo de Eleanor se paseó delicadamente por mi herida, haciendo que me callara por completo ante su tacto.

Ella se limitó a mirar fijamente la insignificante herida, mientras continuaba acariciando mi labio, la yema de su dedo era fría y se sentía realmente bien sobre la pequeña herida. Sin embargo no era precisamente eso lo que me sorprendía, sino lo conmovido que me encontraba ante su mirada llena de preocupación—justo como cuando vio los hematomas debido a los golpes que me dio mi padre, ó cuando mis nudillos estaban lastimados... Siempre esa mirada— Eleanor se acercó sólo un poco, pero fue suficiente para que mi corazón golpeara sin razón alguna en mis costillas, aún con su dedo en mi labio, su otra mano se colocó en mi hombro; extrañamente su temperatura fría me traspasaba y lejos de sentir esa sensación de siempre, ahora era muy distinto... —Mierda...— me di cuenta que en algún punto había plantado la vista en sus labios y no podía evitar tragar en seco de forma escandalosa.

- ¿Todo en orden?- preguntó travieso el señor Alik, quién permanecía con su esposa y su amigo a poca distancia de nosotros. De más estaba decir la forma en que nos miraban.

-¿Ah? ¡C-Claro! - balbuceé de forma exagerada y con sonrisa nerviosa, apartándome abruptamente de una desconcertada Eleanor, quien lucía confundida por mi reacción-¿Qué decían?

"Mierda... ¿Qué fue eso?"


La muerte se llama... Eleanor. ||| Mrs. Write ||| EN EDICIÓN.Onde histórias criam vida. Descubra agora