Cerberus

Epílogo.

Anaïs Leroux.
Lunes 11 de Diciembre.
Juicio de condenas.
París, Francia.
16:00 horas.

Me quitaron todo, me quitaron a mis guerras. No puedo soportar pensar que ya no las volveré a ver. No puedo seguir. ¡Yo le dije a Gerónimo que las iban a joder! ¡Las lastimaron! ¡Se las llevaron!

Hay más de 30’000 personas aquí, pero me siento tan sola. Los brazos de Gerónimo me sostienen.  Lo único que quiero es que vuelvan mis hijas. Lo único que quiero es que ellas regresen tenerlas para mí de nuevo. Yo jamás quise que fueran militares. Yo jamás quise que las lastimaran.

     —Anaïs—. Gerónimo me llama. Levanto mi rostro de su pecho para mirarlo. Él me besa la cabeza. Lo estaría golpeando de no ser por qué lo necesito más abrazándome. ¡Todo es su maldita culpa! — Déjame presentarte a César Romasanta.

Me giro para mirar al mayor de las FMSE. Gerónimo jamás había tenido una voz tan baja, nunca había tenido tan pocos sentimientos o al menos conmigo. 

    — Lamento mucho su pérdida señora Magno—. Cesar Romasanta me importa una mierda todos aquí me importan una mierda. Todo está gris, todo está oscuro, no brilla las sonrisas de Léa. No brilla la valentía de Asteria ni la astucia de Nala —. Ella es mi hija Eliana Romasanta y estos son mis hijos. Eduardo y Emilio Romasanta.

Todos me dan sus pésames, incluida la dama militar Catering Palacios. La esposa de César. Eliana Romasanta se queda a mi lado.

    —Espero algún día tener el cargo y rango de tu hija —. Dice ella. Las lágrimas no dejan de atropellarme. No dejo de llorar, siento que todo me supera, que no puedo continuar. Siento que se acabó mi mundo. Lo único que quería era tenerlas para mí —¿Quién es él?

Miro a Blaz quien se dirige al estrado. Estamos en el cementerio familiar de Gerónimo en París. Enterrando un ataúd vacío en nombre de Asteria. El día está oscuro, todos vinieron de negro. Las personas más influyentes del mundo que iban a asistir a la boda de Asteria y Brus vinieron. A. su vez soldada de las centrales en las que Asteria estuvo, desde todos los soldados de Brasil hasta todos los soldados de Rusia. Vinieron todos los generales mostrando su apoyo a Gerónimo y a nuestra hija.

    —El comandante Blaz Busbiloky — Le responde su padre. Ella lo mira de una manera poderosa. De una manera intensa. Podría ser el hombre más bello del puto planeta si no existiera Gerónimo. Ese muchacho es demasiado bello.

    — Las fuerza aéreas, terrestres y navales de Alemania le rinden homenaje a la sargento Asteria Magno, sargento encargada del grupo de operaciones especiales árticas, del grupo de búsqueda y captura. El mundo ha perdido a la mejor de sus soldados. Soldado que mostró valentía, coraje, tenacidad, resistencia, fortaleza y ambición en el campo de batalla y en cada misión, misiones que llevaron a la cima el apellido Magno. Otorgando estrellas e insignias al apellido. Misiones donde dejó claro su posición en la milicia y su fortaleza. Misiones donde inhabilitó al hombre más buscado de la última década. El día 11 de diciembre con el reloj marcando las 16:18 horas me complace anunciar que no he sido yo el que dio de baja a Innokenti Moguilévich, sino que la sargento Asteria Magno fue la persona encargada de dar de baja al Leviatán. La sargento Magno fue quien descubrió el nuevo compuesto radiactivo con el que están trabajando la segunda generación de armas MGCH.

Blaz acaba de decir que mi niña mato al hombre más sádico de las últimas décadas, Blaz Busbiloky le gritó al mundo que quería muerto a Innokenti, mundo repleto de militares y agentes especiales del FBI de la Interpol y cualquier tipo de agencia dedicada al exterminio de criminales que lo que ellos no hicieron en décadas Asteria lo hizo en meses. Todo se vuelve caos. Personas gritan sorprendidas. Anggelos aplaude y muchas personas se suman a sus aplausos. El piso tiembla, pues todos están impactados y se mueven buscando confirmación y más detalles todos corren tras Blaz. Esa muerte se atribuía a Blaz Busbiloky. Incluso yo lo sabía. ¿Por qué querían desmeritar a mi guerrera?