Capítulo Sechs­und­zwanzig

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C16: Divulgar información que pueda poner en riesgo la seguridad o el éxito de las operaciones militares.

C17: No asistir al servicio según lo establecido en el Código Penal Militar para el delito de abandono del servicio, o acumular el mismo tiempo en un lapso de treinta (30) días calendario. Esta falta disciplinaria se aplica al personal de oficiales, suboficiales, soldados voluntarios y soldados profesionales.

C18: Provocar accidentes terrestres, marítimos o fluviales intencionalmente o dar lugar a ellos.

C19: Participar en la etapa precontractual o en la actividad contractual, perjudicando el patrimonio público, o sin cumplir los principios o procedimientos establecidos para la contratación estatal y la función administrativa contemplados en la Constitución Nacional o la ley.

Asteria Magno.
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Larochette, Luxemburgo.
01:34 horas.

El coronel me manda una bofetada a la cara que gira mi cara. Quiero gritarle y golpearlo de vuelta, no lo hago, no le respondo a su golpe y me da otra bofetada.

    —No le vuelva a gritar a mi hermana—. Le digo soportando una tercera bofetada en la mandíbula. No me importa que me golpeé, pero no quiero que humille a Léa. No quiero que ella piense que se puede dejar tratar como mierda; como me tratan a mí. Ella no se merece ser castigada por nada.

      —¡Ella se lo merece! ¡Dejo escapar al ruso! — Habla el coronel y miro a Léa ahora sus ojos se ponen rojos. Veo angustia en su mirada, en su túnica nudista también hay una mancha de sangre. ! ¡Oh no! No, que no sea lo que estoy pensando—. ¿Eres la otra puta al menos conseguiste el ADN de Piero?

No lo escucho, camino hacia Léa la cara me palpita, me arde las mejillas por las bofetadas, pero no me importa en el fondo de mi corazón, siento que me dañaron a mi niña. Me toman del brazo, veo de nuevo una mano. Cierro los ojos con fuerza, comprimo mis músculos faciales para recibir una nueva bofetada.

     — Le vuelve a poner una mano encima a mi soldado y se quedará sin manos, coronel —. Esa voz es tan sexy y él dijo. «Mi soldado» él dijo que era suya, las piernas me vuelven a temblar y mis manos me palpitan, un sentimiento de calidez inunda mi pecho con esa afirmación. «Él dijo que era suya».

      — Soy un coronel, tengo un rango más alto que usted, no me puede decir que hacer—. Le habla el coronel a mi comandante.

«Quisieras que fuera tuyo».

      — Ella me pertenece. Aven llévela al laboratorio que extraigan de su cuerpo el ADN del nuevo líder de Italia y después la quiero en la aeronave—. Ordena el comandante Aven me toma de la espalda, comienza a caminar conmigo. Tomo la mano de Léa y la abrazo llevándola lejos de su coronel. La cobijo bajo mi hombro y ella llora. «La dañaron».  En mi mente se crea el dolor, uno aún más pesado en mi estómago, a pocos metros de mí. Dañaron a mi hermana.

       —Tienes 15 minutos—. Me habla Aven y me deja en una habitación que han tomado como laboratorio. La abro y ahí hay doctores —. Ya saben qué hacer.

Aven se marcha y Léa se Limpia las lágrimas.

      — Tú—. Me señala—. Abre las piernas acuéstate sobre la camilla ¡rápido! Necesito sacar todo el semen de Piero dentro de ti a menos de que hayan usado condón y tú lo tengas. No veo nada en tus manos así que muévete. ¡Abre las malditas piernas ahora!

Su voz manda un escalofrío por todo mi cuerpo eran tan crudas y asquerosas, era tan jodido ver cómo intentaba aprovecharse de esta situación.

      — No me acosté con él —. El soldado levanta la mirada y me miro. No le tenía miedo si no asco quería vomitar le encima por pensar que a través de esta manera pudiera tocarme a mí o a Léa. Él no me quería solo en esa maldita camilla para sacarme el semen de Piero. Él quería tocarme mientras “sacaba el semen de Piero”

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