10.- LA VIDA FORESTAL

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Pero, más allá de la tecnología, la verdadera pasión de los lovetopianos son los árboles. En este aspecto, pueden alardear de haber devuelto sus bosques a una situación natural y de haber alcanzado un estado de equilibrio en sus sistemas de producción.

(Miércoles, 18 de mayo) Nazaret dice que me pongo muy susceptible e incómodo cuando hablamos sobre cualquier tipo de violencia. Dice que la ira es parte de la vida y que hay que conocerla, aceptarla y gestionarla. Negar la ira lleva, según dice, a reacciones explosivas y descontroladas de violencia. Conocerla permite utilizar sus beneficios en favor de una mejor comunicación y canalizarla hacia donde hay una resistencia que atravesar.

Se burla constantemente de la tecnología militar moderna. Defiende que la hemos desarrollado porque no soportamos la idea de matar a un hombre con la bayoneta. Gastamos cincuenta mil euros en un dron militar para eludir la culpabilidad y matar desde la distancia.

Todo esto ha surgido por una conversación que mantuvimos ayer y que convertí en discusión. ¡Cuando confesé el horror que me inspira su ritual de juegos de guerra, ella se atrevió a defenderlos con calma!

"Te van a encantar, estoy segura", dijo alegremente.

Y diciendo esto, me lanzó una deslumbrante sonrisa. A veces me inspira miedo. Sobre todo cuando siento la fuerza animal que la habita.

Después me anunció con una gran carcajada que había decidido llevarme a presenciar un combate en el Norte. No está muy lejos de aquí. Sus ojos brillaban al organizarlo todo. No sé cómo lo hace, pero consiguió hacer de la discusión un juego. Incluso antes de que acabara de confirmar nuestra asistencia por videoconferencia, ya estábamos tumbados el uno sobre el otro, riéndonos sin poder parar.

La forma en que se comportan los lovetopianos me lleva a la perplejidad. Su moral me resulta muy cómica. Aunque a la vez me inspiran una cierta ternura.

A ojos de Nazaret, soy como un niño que no sabe lo que valen las cosas. Si adopto ese aire distraído y serio habitual del hombre de negocios, entonces me acusa de frío e inhumano. Pero cuando estoy tranquilamente tumbado, reflexionando o escribiendo, me mira de una forma especial. Entonces siento que dejo de ser un extranjero inadaptado para convertirme en un hombre sin más. Me hace sentir como un igual. Me he fijado que es en estos momentos cuando hacemos el amor con más intensidad.

Fuimos juntos en bicicleta a la estación para coger mi tren de regreso a la ciudad.

"Nazaret, vente conmigo", solté sin darme cuenta cuando sonó la campana anunciando la salida del tren. Me sentía muy triste.

"Me gustaría, pero no puedo", dijo mientras me abrazaba con fuerza. "Iré mañana".

Subí al vagón y permanecimos mirándonos por la ventana hasta que el tren dejó la estación.

Ahora trato de terminar mi artículo sobre la política demográfica de Lovetopía. No puedo quitarme de la cabeza su mirada grave e intensa. Mañana por la noche, la tendré aquí. En mi habitación. En mi cama.

Me resulta agradable estar de nuevo en la Cova. Empiezo a conocer a la gente. Me siento aceptado. Isidro se muestra muy generoso, como casi todos los lovetopianos. Hace esfuerzos para descubrirme datos sobre el país y presentarme a personas interesantes. Me prestó algunas de sus camisas. Incluso insistió en regalarme una que me gusta. ¿Es tal vez este tipo particular de economía basada en la abundancia natural lo que les hace tan generosos?

Isidro ha leído los artículos que he enviado al periódico. Para picarme, juega diciendo que va a redactar y enviar a El Confi un artículo titulado "Los progresos de González". Cree que estoy luchando seriamente por superar mis "prejuicios".

En su opinión, el mejor artículo es el referente a la explotación de la madera. Aunque dice, en broma, que si me ha salido redondo es porque Nazaret me lo ha inspirado. Le he comentado nuestro encuentro aunque no he entrado en detalles.

"Pero el dedicado a los deportes es horroroso. Harías mejor en evitar ese tipo de temas. ¿Realmente tienes intención de hacer algo sobre los juegos de guerra rituales?".

Contesté que ya estaba todo organizado para asistir a uno en un par de días. Me miró con cara de sorpresa.

"Espero que todo vaya bien", dijo. "Creo que va a ser lo más duro con que te enfrentarás aquí. Te podría ayudar. Si quieres. Quizás echando un vistazo a las notas que escribas, dándote contexto y ofreciéndote antecedentes".

"Te enseñaré mis notas, por supuesto", contesté, "pero escribiré el artículo de acuerdo con lo que piense".

Hemos cerrado nuestro pequeño acuerdo estrechándonos la mano a la manera lovetopiana.

(Algunas horas más tarde). Visita nocturna de los servicios de contra espionaje lovetopianos. Deben haber oído algo, no sé cómo, sobre mi encuentro con la "oposición". ¿Me estarán siguiendo?

"Por supuesto que usted es perfectamente libre de hablar con quien le venga en gana mientras esté en Lovetopía", me dijeron. "Pero no crea que ignoramos las operaciones clandestinas que trae entre manos su gobierno. Le sugerimos que se olvide de transmitir el mensaje a Madrid".

"¿Y si no me olvido?".

"Entonces, sus amigos de aquí se encontrarán en una situación comprometida y sufrirán una serie de molestias".

"No son mis amigos", repliqué.

"Entonces, ¿por qué transmitir su mensaje?", dijeron con una falsa ingenuidad.

"No me gusta la intimidación".

"¿Un pequeño país como el nuestro intimidando a uno grande como el suyo? ¡Vamos, hombre! No nos haga reír".

Se produjo una pausa. Me preguntaba qué podrían saber de lo que habíamos hablado. ¿Habrían escuchado toda la conversación?

"González, usted no es tonto. Sabemos muy bien que no es un espía. Pero ¿cree usted que alguien que juega a los espías sería recibido en el despacho de la Presidenta Garen?".

"De acuerdo", contesté, "me han convencido. No habrá mensaje".

He pasado un mal rato. Creo que estoy siendo ingenuo con las implicaciones de mi viaje. Estos lovetopianos no son tan despreocupados como aparentan. Tendré que tener más cuidado de ahora en adelante.

Aunque, a decir verdad, me he quitado un peso de encima. Esa gente no me gustaba nada.

He tirado la lista con los nombres y lugares de contacto en el fuego, imitando a Isidro y Lorena que también han tirado algo. Ahora, nunca mejor dicho, ya es sólo humo.

#lovetopía. El nuevo mundo que llevamos en nuestro corazónWhere stories live. Discover now