Capítulo 41

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Cordelia se quitó la ligera capa de cenizas de sus mejillas al salir de la red Flu.

—Bienvenida a casa, Cordelia— dijo su padrino con una amplia sonrisa.

Cordelia miró a su alrededor, al parecer arribaron a la salón principal. Era amplio y tenia grandes ventanales donde todavía entraba una luz anaranjada de la tarde.

—¿Qué te parece si primero vemos tu habitación y luego recorremos la casa?— le preguntó el señor Lupin.

—Esta bien— dijo Cordelia en pocas palabras. Aun estaba procesando el hecho de haberse separado de tía Petunia.

No se había podido despedir de Dud o de la señora Dawn, ni de Sam.

—¡Ha llegado, la pequeña dama ha llegado!— dos voz chillonas, dos elfos aparecieron frente a ella.

—Hola— dijo Cordelia sonriendo hacia los dos elfos— Es un gusto estar a su cuidado.

—Brissa ha extrañado mucho a la pequeña dama— dijo la elfina de ojos purpuras sacando un pañuelo de su uniforme y sonando se la nariz. — Brissa recuerda al amo James con la pequeña dama en sus brazos todo día.

—Doug ha esperado mucho el regreso de la pequeña dama— hablo el elfo muy emocional.

—Brissa, Doug— dijo el señor Lupin a los dos elfos que lo miraron rápidamente— Llevaremos a Cordelia a su habitación a instalarse

—¡Dough llevara el baúl de la pequeña!— se adelantó a decir el elfo.

—No es necesario, chicos— dijo su padrino colocando una mano sobre el hombro de Cordelia.— Iremos nosotros.

—Entonces empezaremos a preparar la cena— Brissa dejó de sollozar— La pequeña dama debe estar muy hambrienta.

—Eso suena como un buen plan— sonrió el señor Lupin. Dejando atrás a los dos elfos avanzaron hasta las habitaciones.

Cordelia empezó a mirar todo a su alrededor, tratando de familiares a este nuevo ambiente. Llevaría un tiempo acostumbrarse, en su mente su hogar había sido Privet Drive con tía Petunia y Dudley.

—Esta es tu habitación, Bambi— dijo su padrino sacándola de sus pensamientos.

Su cuarto era precioso, sacado de alguna ilustración de un cuento.

Las paredes era de color beige. En la parte central de la habitación había una enorme cama con dosel blanco y filos de color dorado, a simple vista pareciese ser la cosa más esponjosa y cómoda del mundo.

En una de las paredes había un mural, en la pared blanca se apreciaba la silueta en dorado de arboles y tes figuras. Un ciervo con la cabeza en alto mostrando sus astas, a sus pies había una cierva recostada y a su lado acurrucado un pequeño cervatillo.

La habitación tenia grandes ventanas que permitía la entrada de luz natural, cerca de ello había un escritorio de madera blanca, y a su lado, casi como una extensión, estaba un tocador con un espejo. En la pared a su izquierda estaban varios estantes vacíos para ser llenado de libros, en la pared contraria.

Aunque en una hilera se exhibían una modesta colección de peluches de ciervo.

Habían dos puertas, Cordelia intuyó que uno era el baño y el otro el armario.

—¿Y, te gusta?— preguntó su padrino. A Cordelia le pareció como un cachorro ansioso de una pelota.

—Es lindo— contestó Cordelia sentándose en la cama.

—¿Estas bien, Delia?— preguntó el señor Lupin con suma preocupación.

—Si— asintió Cordelia con la cabeza— Solo un poco, abrumada.

Una perfecta señorita [VOL. I] [Theo Nott]Where stories live. Discover now