Capítulo 2

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Cordelia era una bruja.

Cordelia ladeo la cabeza con esa extraña carta que tía Petunia le había entregado.

Cordelia era una bruja. No como esas feas brujas llenas de arrugas y verruga con risas horrible.

Mucha gente le decía que era una niña muy bonita.

Sus padres habían sido asesinados en medio de una especie de guerra civil dentro del mundo mágico.

—¿Y cómo afecta esto mi futuro? — preguntó Cordelia.

—Los planes siguen siendo los mismos— contestó tía Petunia — Tu objetivo es lograr un buen prospecto de matrimonio. La ventaja que había escuchado es que muchos magos de familia que tienen una inmensa fortuna. Así que tu objetivo es atrapar a un chico.

—Si tía Petunia

—Solo concéntrate en destacar como una señorita elegible— le señaló — Eres una dama, no un soldado. Las mujeres deben ser las que mantengan el hogar unido. Busca a un buen partido para tener tu propia familia.

Familia. Cordelia tendría a su anhelada familia.

Un esposo que sea capaz velar por ella y a cambio Cordelia le daría hermosos bebés.

—Escribamosle la respuesta a la profesora McGonagall— dijo tía Petunia. —Ella fue la que acompañó a Lily en su primera visita al callejón.

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Estimada profesora McGonagall.

Me complace invitarla a mi hogar para solicitar su ayuda con lo respecto a mi visita al Callejón diagon por mi varita, los respectivos materiales y el uniforme adecuado para mi estadía en Hogwarts.

Muy cortésmente.

Cordelia E. Potter.

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Minerva llegó al día siguiente de haber recibido la carta de la pequeña Cordelia. Hace años que no había regresado a Prive Drivet luego de que la pequeña bebé pelirroja llegara en brazos de Hagrid luego de esa fatal noche de Halloween.

Ella respiró y tocó el timbre de la puerta. El día era soleado y ligeramente cálido.

Cuando la puerta se abrió, Minerva casi perdió el aliento.

La bajita niña de cabello pelirrojo le sonrió. Cordelia Potter era casi una copia exacta de Euphemia.

Los mismos rizos rojizos en tono rojo anaranjado, la misma nariz y las mejillas de golondrina.

Excepto por sus ojos. Eran los bonitos ojos de Lily.

—Buenos días— dijo la niña sin perder la sonrisa— Usted debe ser la profesora McGonagall.

—Así es— contestó Minerva recuperando el habla— Un gusto conocerla, señorita Potter.

Cordelia se movió un poco del marco de la puerta y con elegante gesto le indicó que entrará. Con la misma sonrisa le indico el camino hacia la sala donde una mujer rubia y de sus huesos delgados estaba esperando.

Minerva rápidamente la reconoció como la hermana de Lily. La última vez que la vio fue en la boda de James y Lily.

En la mesita del centro había tres tazas de té con diversos postres muy bonitos decorados en forma de flor.

Una perfecta señorita [VOL. I] [Theo Nott]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora