↪Daddy Issues↩| Toji Fushiguro |

↪067↩

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Las manecillas del reloj se movían.
Un mar de gente a mi alrededor yendo de un lado a otro.
Y yo permanecí quieto, todo se detuvo cuando pasaron días y la realidad me golpeó.
Jules Pierre decidió no llamarme.

Y lo acepté.

Le doy una profunda calada a mi cigarrillo mientras veo de reojo aquella lápida que tiene su nombre; Hiyori Fushiguro. Mi pequeño hijo mantiene su mano sobre la mía, su agarre cada vez se vuelve más fuerte.

— ¿Mami duerme aquí?.— Señala Megumi mirándome con sus pequeños ojos cansados, con ojeras y su piel pálida cuán escarcha.

— Sí, ella descansa aquí.

Megumi suelta mi mano y se pone de rodillas frente a la lápida. Su pequeña mano acaricia el nombre tallado de su madre, y después coloca unas pequeñas flores que él decidió llevarle. Alcé la mirada al cielo y solté el humo del tabaco que había contenido por unos segundos.

No quería bajar la vista, no quería ver como a Megumi cada vez se le caía más el cabello que tenía que ya usar gorros, o como él ya estaba más flaco casi por los huesos, estoy perdiendo todo, estoy cayendo.

— Hola, Mami. Al fin papá me trajo contigo, creo que le da miedo venir por los fantasmas que dicen que hay.— Megumi me dedica una rápida mirada. Suelto una seca risa.— Desearía haberte conocido, te traje un dibujo, salimos papá, la novia de papá a la que papá todavía no le entrega el anillo.

Veo como saca un pequeño dibujo de su pantalón y comienza a señalar a cada persona que dibujo.

— Y tú estás aquí, en el cielo, como un bonito ángel que nos cuida.

Desearía ponerme ebrio, para no pensar en esta mierda.

— Vendré a verte seguido, ¡Seré un buen hijo hasta que te vea! Te quiero, mamá.

Megumi toma mi mano y me sonríe levemente.

— ¿No le dirás algo a mamá?

— Debí ser yo.— Fue lo único que dije.

Apague la colilla de mi cigarro contra su lápida para luego dejarlo caer sobre el florero que había y en donde mi hijo había colocado las flores. Tomé en brazos a Megumi para llevarlo de vuelta a casa.

— ¿Qué significa "debí ser yo"?.— Megumi pellizca mis mejillas.

Le sonreí levemente.

— Es muy complejo para alguien tan pequeño como tú.— Le saque la lengua.— Y deja de pensar en esa mierda del anillo, no te daré ninguna mamá.

— Si no es la señorita Jules puede ser alguien más.

No.
Nadie más.
Ella y sólo ella.

— Já, acostúmbrate, seré lo único que tengas. No necesito de ninguna mujer para criarte como un buen niño.

— Pero necesitas una esposa para ser feliz, estás triste.

Me mantuve callado, malditos niños y su sinceridad. Decirle que no la necesitaba era mentir y justo por esa razón todo terminó con ella, por mis mentiras, confesarle a mi hijo que estaba jodidamente destrozado desde que Jules ya no estaba en mi vida era humillante, así que preferí callar.