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— Toji, ¿Qué estás haciendo?.
Prefiriendo secar sus lágrimas antes que la sangre que salía de su nariz. Estando de cuclillas frente al jardín que tenía su madre en la residencia Zen'in.
Miraba en el suelo todas las rosas arrancadas y hechas pedazo, había cortado cada una con sus propias manos en un arranque; sus manos estaban llenas de espinas.
Observando sus manos llenas de heridas para luego girar su cabeza y ver a su hermano mayor de pie justo frente a él mirando el caos que había hecho.
— Mamá va a matarte.— Susurro asustado despeinado su cabello.
Tomando una rosa y arrancando los pétalos para lanzarlos al suelo de forma molesta.
¿No se suponía que debería de preguntarle por qué estaba sangrando? ¿O del por qué de sus lágrimas? Claro que no sería así. A nadie le importaba, era la escoria de los Zen'in.
— Qué lo haga.— Alza sus hombros y mira fijamente a su hermano. Tuerce sus labios en una sonrisa.— Yo ya estoy muerto desde que nací.
Jinichi solamente se inclina y se coloca a su lado. Su pequeño hermano tocia y temblaba, teniendo un resfriado que no era importante para nadie de su familia; si moría a nadie le interesaba realmente, el niño sin futuro y enfermizo Zen'in, una deshonra.
Toji solamente dirige su mano a otro rosal para arrancar la rosa, quitándole su belleza y la vida, quizá si la arrebata él pudiese tenerla luego. Sólo quería poder ser valorado igual que su hermano mayor, o que su primo que recién había nacido.
— Le dije a mamá que no me sentía bien.— Contesta manteniendo una sonrisa intentando mostrar que no dolía.— que no tenía fuerza para pelear hoy, quise que me llevará al médico, dijo que yo no tenía permitido eso.
Jinchi solamente tuerce sus labios y observa como desde el 2do piso su padre los observaba. Casi sudo frío al saber que su padre veía que estaba con Toji.
— n.. No me hables, Toji.
Toji solamente toce. Su hermano se pone de pie adecuadamente fingiendo estar molesto. El azabache solamente suelta una carcajada.
— claro, el viejo seguro está mirando. Tranquilo, algún día lo mataré y estaremos tranquilos.— Toce con fuerza sintiendo su garganta doler.
Su nariz aún goteaba sangre. Su padre le había golpeado, nada nuevo en realidad. Siente su cabeza dar vueltas, observa a su hermano intentar alejarse de él para regresar al interior de la casa.
Viendo todo cada vez más borroso, las palmas de sus manos tocan el pasto.
