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— ¡Esto sabe muy bien!.
Le di un sorbo a mi cerveza de cherry mientras veía como apenas y le había dado dos tragos. Mire a mi lado al señor Fushiguro acabandose su segunda botella.
Ambos estabamos recargados a espaldas de la barra que tenía aquel puesto mientras mirábamos la rueda de la fortuna y las luces que decoraban todo el festival.
El ruido de la multitud hablando y el sonido de las risas de parejas y niños. Me encantaba todo.
Gire mi cabeza para ver al señor Fushiguro darle una última calada a su cigarro para apagarlo en el cenicero que estaba en la barra para luego darle un trago a su cerveza.
Sostenía mi botella con ambas manos mientras lo admiraba.
La oscura noche nos rodeaba, un fresco clima nos acompañaba. Veía sus ojos 6 del como, estos reflejaban las luces de todo el lugar, pareciendo ser pequeñas estrellas en sus ojos.
Tan hermoso.
— Sólo tomaras eso.— Pronuncia el señor Fushiguro mientras me miraba.— El alcohol no te va bien, Jules.
— Sólo planeaba tomar ésto.— Alce la botella enseñandosela.
Ambos permanecemos en silencio un par de minutos admirando a la nada. Y no era incomodo, era tan agradable su compañía.
Sonreía ampliamente mientras sentía la presencia del señor Fushiguro a mi lado. Llevé por un instante mi mano a mi mejilla recordando aquel ardor en esa zona.
Olvidé aquello, lo olvidé todo en el instante en que sentí su mano acariciar mi cabeza mientras sonreía sin verme.
Siento mis mejillas arder ante su tacto y sólo me encojo de hombros mientras le daba un pequeño sorbo a mi botella.
— Ya todo mi jodido dinero se va en ti, mocosa.— Pronuncia de repente mientras reía.
Caí en cuenta sobre lo que dijo. Siempre estaba molestándolo y estaba a mi lado en cada instante en que las cosas en mi casa se ponían feas, estaba a mi lado siempre.
— ¡Le paga..!
— De gastar mi jodido dinero en apuestas ahora lo gasto en una mocosa problemática, vaya cambio.— Bromea para luego mirarme.
Estaba tan avergonzada.
— Le pagaré cada centavo, cuando comience a trabajar le prometo Señor Fushiguro que y..
— Blah blah blah.— Alardea mientras sacudía su mano. — Las promesas son una mierda, Jules.
