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Sólo quería tus manos divagando sobre cada tramo de mi piel. Tus brazos envolviendo mi cuerpo en la descarada calidez que soliste brindarme. Siempre estás dentro de mí. Quisiera arrancarme cada pulgada de mi ser, porque puedo sentir que cada pulgada fue tocada por ti.
No soy como las otras mujeres con las que él ha estado, yo quise más, incluso si fuese una tontería quererlo.
Por favor, déjame ir.
Terminemos con esto.
Si quieres dinero, trataré de dártelo, tal vez quieres que salde mi deuda con mi cuerpo.
Fui la única que se quedó esperando.
Un trago o dos, la deuda incrementa. Elevandome tan alto, te mantengo cerca y trató de alejarte.
Desearía poder mantener la concentración, me he estado embriagando, me mantiene calmada ahora. Estoy sola tratando de mantener el control, parece que te vendí mi alma hace mucho.
Ahora vivo como un fantasma.
El alcohol baja por mi garganta y fluye por mi sangre, embriagandome de pies a cabeza. Siento que me estoy desvaneciendo.
Veo a la bartender acercarse a mí con la botella de licor, sirviendome un nuevo trago que no dudo en beberlo de golpe.
Las lágrimas no cesan, y el dolor sigue sin desaparecer. En cambio lloró con más fuerza, mis mejillas arden y siento que estoy en llamas.
Me encendiste y ahora estoy ardiendo. No te importa. No te importo. Tú tampoco deberías de importarme.
— Si tienes como pagar esto, ¿Verdad, Jules?.— Cuestiona aquella chica.
Despegó la vista de aquel vaso de vidrio, todo es tan borroso; las lágrimas no me dejan ver adecuadamente y todo el dolor acumulado hace que me duela la cabeza.
— no importa.~.— Le resto importancia y sacudo mi cabeza en forma de negación. — las deudas acaban cuando alguien muere, ¿No?.
Ella queda en silencio. Sonrió temblorosamente y tomó el vaso en manos para acercarselo, quiero más, todo el alcohol del mundo, lo suficiente para arrancarte de mí.
— ¡Bromeo!~.— Exclamó para luego colocar mis brazos sobre la barra, me inclino y me recuesto sobre la fría madera. — ya no quiero vivir.— Susurre por lo bajo.
