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Abrí mis ojos mientras sentía mi cuerpo totalmente bien, jamás había descansado tan bien. Me senté para alzar mis brazos mientras me estiraba.
Me sobresalto al ver como estaba en una habitación de paredes cafés que claramente conocía, mis mejillas se ponen rojas para luego verme a mí misma.
Estaba vestida.
Respire aliviada para luego pararme de aquella cama de sábanas negras, camine por aquella habitación hasta salir de ésta.
Avance por el pasillo para llegar hasta la sala, asome mi cabeza para ver al señor Fushiguro fumando mientras miraba un libro frente a su estufa. Tenía solamente sus bóxer.
Él se gira a verme para dedicarme una sonrisa divertida mientras alzaba su ceja.
— Realmente que eres muy problemática, Jules. — Ríe.
Hice una mueca mientras rascaba mi brazo izquierdo mientras daba pequeños pasos para acercarme a él.
— Perdón por las molestias.— Dije apenada.- Creí que ya no iba a regresar.
— ¿Me extrañaste, pequeña?.— Se burla.
Sí. Claro que sí. Cómo no tiene idea.
— N... No realmente.
Él ríe para devolver su vista a su libro. Camino a pasos lentos hasta él para mirar como estaba calentando en unas cazuelas algo de comida.
Le mire confundida.
— ¿Usted cocino?
— Soy una mierda en la cocina.— Aclaró. — Así que hice trato con una perra para que me pudiera algo de comida. Es de un restaurante del centro de Tokyo.
— ¿Qué trato?
— ¿Deben de interesarte mis asuntos?
Apreté mis labios mientras negaba con la cabeza. Mis mejillas se tornaron rojas.
Él deja el libro en el comedor, apaga su cigarrillo en un vaso para luego acercar sus dos únicos platos.
— Ve a sentarte, niña. Yo me encargo.
— Pero ya le cause muchas molestias, déjeme hacerlo.
