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La ropa estaba en el suelo del baño, sentía mi respiración agitada mientras el calor inundaba mi cuerpo.
Pase mis manos por mi delgado y pálido cuerpo mientras sentía el agua caer sobre mi cuerpo humedeciendolo, miraba varias cicatrices en mis brazos y muslos.
Eran horribles.
Recargue mi cabeza en la pared mientras el agua seguía cayendo, esperando que al salir de la ducha mi madre ya haya culminado lo que estaba haciendo.
Realmente no quería ir vestida con el vestido del trabajo y tacones, de por sí ya todos hablaban mal de mí.
Escuchó la puerta del baño abrirse y al instante en que escucho la cerradura abrirse siento mi corazón latir fuertemente.
Joder Joder Joder
Rápidamente cierro la llave del agua para agarrar una toalla blanca que había y me cubro con ella a pesar de que la regadera tenía una cortina que cubría.
Fuertes pisadas se escuchan.
— Voy a orinar, sigue con lo tuyo.
Mis mejillas estaban rojas, agradecía que él no me viera. Era tan sin vergüenza.
— ¿O quieres que te ayude acaso, pequeña?
— ¡Puedo sola!
Escuchó una risa por su parte para luego escuchar como él vuelve a salir del baño no sin ante cerrar la puerta.
Realmente que ese hombre es tan tan, no tengo palabras para describirlo.
Salgo de la regadera para secarme mi cuerpo con la toalla para luego colocarme mis bragas y luego la camiseta negra del señor Fushiguro.
Al ponermela me mire en el espejo para ver que me quedaba terriblemente larga, parecía un bluson y llegaba un poco abajo de mis muslos. Acercó la camiseta para olerla.
Tan varonil.
Veo como el tenía un pequeño mueble blanco, me acerco curiosa a éste para ver si tenía alguna crema o un cepillo para desenredar mi cabello.
Comienzo a buscar en los cajones para ver como tenía una crema de almendras, sonreí ampliamente para después agarrarla.
