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Mi cuerpo era tapado por una sabana roja mientras yo abrazaba mi cuerpo mientras miraba la ventana, ya había oscurecido.
Escuchaba a Math quejarse mientras jugaba a la consola. No quise mirarlo.
Ya habían pasado varios días, donde todo era escuela, tener sexo con Math, ir al trabajo, regresar a casa, ver qué mamá está con sus amantes y dormir afuera. El señor Fushiguro no estaba.
Sentía mi cuerpo pesado y recordaba lo que había sucedido, habíamos tenido sexo, había sido tan descuidado que incluso me lastimó y me había hecho sangrar un poco.
Dolía.
No lo había disfrutado, ni siquiera un poco. Incluso en medio de todo, le había dicho que usará lubricante porque me estaba lastimando. Me ignoro.
Me senté en su cama mientras cubría mi cuerpo.
— Math.— Hable mientras lo veía darme la espalda.
— ¿Ajá?
— ¿Crees poder llevarme a mi casa? Debo de irme ya.
— ¿Ah? ¿Qué no vez que estoy jugando?. — Habló enojado mientras señalaba el televisor.
No dije nada. Me puse de pie para tomar mi ropa y comenzar a vestirme, una vez vestida camine hasta el baño.
Me mire al espejo para ver como mis mejillas estaban rojas y mis ojos estaban cristalizados. Me force a sonreír.
— Él te quiere.— Susurre.— Es el único que me quiere.
Abrí un cajón que tenía para sacar crema para la piel, al abrirlo mire que tenía un pomo de pastillas. Las saqué para ver que eran pastillas para dormir.
Abrí el pomo para sacar un par para guardarlas en mi chaqueta.
Aplique un poco de crema en mi rostro para luego suspirar y salir de allí.
Camine hasta el mueble que estaba al lado de su cama para tomar mi mochila y mi celular.
— Despidete bien.
Le miré para luego acercarme a él para depositar un corto beso en sus labios para luego sonreírle temblorsamente.
