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Conocí a Jules Pierre cuando ella tenía 17 años.
A Jules Pierre le gusta mirar el cielo.
Fumandome un cigarrillo con las manos impregnadas de sangre y pólvora, después de arrebatar vidas por dinero, después de tener sexo con una mujer para poder tener dinero para el alquiler del departamento, la mire sentada en una banca del parque cerca del complejo de departamentos en donde vivíamos.
La miré de reojo, sostenía un vaso con helado mientras miraba el cielo, parecía seguir las nubes. Sus ojos parecían ser el mismísimo cielo.
La ignoré y seguí mi camino.
Jules Pierre no puede recibir nada sin dar algo a cambio.
— Señor Fushiguro, ¿Tiene algo de café que me pueda dar?.
Despeine mi cabello y chasquee la lengua irritado de que me haya despertado, no había dormido una mierda ese día, y ella estaba ahora frente a mí puerta con su uniforme escolar extendiéndome una pequeña taza blanca con sus dos manos.
— Joder, mocosa, ¿Me despiertas para esta mierda?
— ¡L.. Lo lamento! Es que... es que yo.. no tenia dinero para comprar café y.. y mi madre ahora quiere una taza de café para la resaca y..— Sus palabras tiemblan de forma torpe.
Le arrebate la taza de mala gana, entre más rápido me libre de esto dormiré, le entregue la taza llena de café.
— ¡Muchas grac...!
Cerré la puerta en su cara y volví a recostarme en el sofá intentando dormir, el pecho dolía, la extrañaba tanto, desearía jamás haberla conocido, porque es muy difícil de olvidar. La nicotina, el alcohol, el sexo, nada me hacia olvidarla, tan presente en mí.
Estoy maldecido por su fantasma.
La puerta vuelve a ser tocada después de unos minutos, una mierda, me pare irritado para abrir la puerta de golpe.
— ¿Cuál es tu maldito prob..?
Me callé cuando miré a esa chica cabiz baja acercándome un plato con onigiris, sus mejillas estaban pintadas de un tenue rojizo.
— ¿Qué mierda es esto?.— Cuestione mirándole.
— Onigiris... Yo... los preparé para llevarlos a la escuela pero.. pero se los quiero dar en agradecimiento.
— Es tu maldita comida, mocosa.
Fruncí el ceño. Ella alzó su mirada y me sonrió débilmente.
