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La primera vez que me besaste. Construí una ilusión cada que estaba a tu lado. Liberame.
Primer día; de nuevo en aquel lugar que llamaba "hogar", tener mis clases cuando siento como en mí todo e sun lío andante. Voces errantes diciendo palabras que no logro entender y que comienza a sofocarme.
Mi libreta llena de garabatos al instante en que me doy cuenta que cada minuto parecía eterno, como si estuviese encerrada en un infinito loop. Repito una y otra vez tantos recuerdos.
"Deja de Joder"
Jamás quise ser una molestia.
"Deja de joder"
Nunca planee enamorarme de ti.
"Deja de joder"
No puedo hacerlo, te quiero.
"Deja de joder"
Desearía no haberte alejado, cuan tonta soy.
"Deja de joder"
En un instante todo se vuelve distorsionado, en mi libreta comienzo a ver rayas de tinta negra hechas al azar. Una mano toca mi hombro haciendo que cayera en cuenta de lo que estaba haciendo, giro mi cabeza para ver a Fuyumi de pie frente a mí.
El salón ya estaba vacío, el reloj que estaba sobre el pizarrón mostraba que habían transcurrido 10 minutos desde que había pasado nuestra hora de salida.
Aquella albina me sonríe levemente para luego inclinarse levemente, toma mis mejillas con sus manos para acercar su rostro al mío. Nuestras narices rozan entre sí.
— Eres el amor de mi vida.
Hago una mueca. Ella sonríe ampliamente acariciando mis mejillas con sus pulgares, veo como dedica una mirada rápida a mi libreta.
— ¿A quién le rompo el brazo por ponerte triste?.— Ríe mientras me miraba.
— A nadie.— Susurre.
Ella se aleja de mí para luego acomodarse el tirante del bolso que llevaba sobre su brazo izquierdo. Se cruza de brazos.
— Entiendo.— Lleva su mano a su pecho.— ¡Un brazo no es suficiente! ¿A quién mandó a que le den la paliza de su vida?
