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—¡Mierda!.
Me levanté de golpe al escuchar platos romperse bruscamente haciendo eco en aquel departamento.
Rápidamente me puse de pie en aquel sofá mientras sentía mi cabeza dar vueltas. Miré al señor Fushiguro sirviéndose una taza de café totalmente calmado.
— Parece que tu vieja ya llegó.
— ¡Va a matarme!.— Mencioné preocupada mientras me colocaba mis zapatos y agarraba mi bolso para luego caminar hasta la salida.
Me gire por un instante para ver al señor Fushiguro bebiendo aquel café mientras me miraba.
— Gracias por todo otra vez.— Le hice una leve reverencia para luegi salir.
Salí de su departamento sigilosamente para luego llegar al mío y entrar, al instante en que entre mi madre lanzó un vaso de vidrio en dirección a la pared que estaba al lado mío.
Me sobresalte al ver los Trozos de cristales caer al suelo, algunos cayeron muy cerca de mí.
La mire aterrorizada.
— ¡El maldito cabron de tu padre ya no quiere depositarnos!.— Habla furiosa mientras tomaba otro plato y lo arrojaba al suelo.— Ese Infeliz de mierda.
Apreté mis labios para luego sacar de mi bolso un sobre que poseía una planta verde, lo coloqué en la mesa sin decir nada.
— Lo compre para ti, mamá.
Ella me mira fijamente para acercarse a la mesa y mirar aquel sobre, al instante sus manos tiemblan mientras sonreía.
— ¡Amor! Mira lo que trajo la escoria.— Un hombre afroamericano que jamás había visto sale desnudo de la habitación de mi madre, me giré rápidamente.
— Fantástico.— Contesta aquel hombre. — ¿Se unirá a nosotros ella?
— No, sólo tú y yo.
Escuchó como el hombre le da una nalgadas a mí madre para luego dirigirse a su habitación y encerrarse.
Rápidamente fui a mi habitación para encerrarme allí, camine hasta mi escritorio para colocarme mis audífonos porque sabía perfectamente que habría mucho ruido en pocos minutos.
Comencé a sacar de mi closet el uniforme del bar para luego sacar los tacones y limpiarlos con un trapo. Mientras lo hacía miré una fotografía que tenía un marco de mariposas.
Sonreí afligida.
Que buenos tiempos eran aquellos.
Comienzo a quitarme mi ropa mientras tarareaba para luego colocarme aquel vestido de lentejuelas, me acerque a mi closet para sacar un abrigo negro que siempre usaba.
Coloque un poco de maquillaje y permanecí sentada un rato en mi escritorio mientras leía mi libro de embriologia, iba atrasada en mis temas de la escuela, incluso mis notas estaban bajando considerablemente.
Trabajar y estudiar era un caos. Y vivir de esta forma aún más.
Escuchó la alarma de mi celular sonar, debía de irme ya. Rápidamente salí de mi departamento asegurándome de cerrar bien la puerta.
Al instante en que salí mire el señor Fushiguro también salir.
Cruzamos miradas un segundo.
— Iré a trabajar. — Le dedique una sonrisa.
— Yo igual.— Habla con una sonrisa para luego ambos comenzar a caminar hasta la salida del edificio.
Al salir veo como él caminó hasta la misma dirección que yo.
— No me sigas, niña.
— ¡Usted me está siguiendo!.— Exclame entre risas mientras caminaba a su lado.
Mi trabajo quedaba a 10 minutos de casa, a veces era cansado irme caminando, pero incluir gastos de taxi era horrible.
La oscuridad gobernaba en aquel instante, y el sonido de mis tacones resonaban al igual que la suertes pisadas del señor Fushiguro.
El humo de su cigarro me llegaba, pero no discutí.
— Espero verlo luego, aquí trabajo.— Me detuve fuera de aquel local con luces neón.
Veo al señor Fushiguro soltar una carcajada al mirar el lugar.
— Parece un prostíbulo, ¿Segura que no eres prostituta?.— Dice entre risas.
— Es un teibol dance y bar a la vez.— Dije mientras hacía una mueca. Él alzo una ceja de forma divertida.— ¡Sólo soy una mesera!
Él ríe para luego llevar las manos a su nuca para luego seguir caminando rumbo a su aparente trabajo. Lo miré alejarse entre la oscuridad y mientras lo hacía.
Sentí una calidez inundar en mi pecho, lleve mi mano a aquella zona mientras suspiraba.
Usted es tan bueno conmigo. Él primer hombre tan cálido.
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