003. Park Jun-kyo

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—Buen día, señor Jung —le saluda Go-eun, la recepcionista del edificio

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—Buen día, señor Jung —le saluda Go-eun, la recepcionista del edificio.

—Buen día, Goeun —responde Hoseok y pasa de largo en dirección a su despacho.

Jung Hoseok es un trabajador social con al menos tres distintivos títulos puestos orgullosamente en la pared de su despacho. Sería el orgullo de su familia, si tuviese una. Aunque igual agradece que en este momento nadie sepa que sus planes de conformar una familia feliz por su cuenta han tardado cinco minutos en desmoronarse.

Los lunes suele trabajarlos por completo en su despacho, así que casi no recibe interrupciones más allá de llamadas desde el edificio donde se encuentra el hogar de menores para el que trabaja arduamente desde hace varios años. A pocos pasillos de distancia.

El papeleo se siente agobiante con tantas ideas danzando en su cabeza. No sabe qué tan rápido se disemina el dolor. Namjoon ha tardado un fin de semana en superar su relación fallida de tres meses y medio, ¿debería sacar la cuenta? Nunca ha sido bueno en matemáticas, no sabe cómo sacar esa cuenta, y eso lo enfada más de lo que ya estaba.

El historial médico y psicológico del menor que acaba de ingresar la semana pasada luce peor de lo que imaginó. No es como que ayude demasiado.


📌

Nombre: Park Jun-kyo.

Edad: 6 años 3 meses 2 días.

Antecedentes médicos: asma.

Antecedentes psicológicos: síntomas depresivos y ataques de ira. Retraso intelectual leve.

Antecedentes familiares: Madre fallecida. Padre en prisión por el homicidio de la madre. No se encuentran familiares cercanos que quieran hacerse cargo de él.



Hoseok se muerde los labios, deja el archivo a un lado y se pone de pie. Las lágrimas le pinchan los ojos y no es precisamente por lo que acaba de leer. Si bien el dolor ajeno le suele comprimir el pecho y un menor de seis años sufriendo es peor que el hecho de que Yeun le ha escrito esta mañana para pedirle que vendan la casa que compartieron gran parte de su vida (porque necesita ese dinero para lo que sea), continúa sintiéndose fatal. En definitiva, necesita recomponerse del todo de sus problemas personales para lograr hacer su trabajo como corresponde.

Para su suerte el sonido del teléfono sobre el escritorio le sobresalta, aunque vacila un rato antes de contestar y volver a sentarse en el proceso.

—¿Diga?

Señor Jung, el señor Kim pide hablar con usted.

—Dile que estoy ocupado, por favor.

Ya va hacia allá, señor.

—Ah, dios —masculla—. Bien, gracias. —La puerta de su despacho se abre y él cuelga el teléfono. Namjoon aparece vestido con su ropa casual de domingo y una media sonrisa—. ¿No trabaja hoy, señor Kim? Creo que los lunes sí, según su horario que es de lunes a viernes de ocho de la mañana a siete de la tarde, hasta donde sé.

Namjoon cierra la puerta tras él y se acerca hasta su escritorio para dejar un sobre encima.

—Es mi carta de renuncia —se explica a la ceja enarcada que recibe.

Hoseok sonríe sin querer hacerlo, como cuando comienza a ponerse demasiado nervioso y sus mecanismos de defensa no tienen otro tipo de reacción.

—¿Qué? —pregunta, mientras pestañea un par de veces.

—El señor Kang llega a medio día, generalmente —prosigue Namjoon como si nada—. ¿Podrías leerla y decirme si está bien?

—¿A qué viene esto, Nam? ¿Qué mosco te picó ahora? —Hoseok se pone de pie otra vez para caminar por los limitados alrededores que tiene su despacho—. No me digas que te vas a Injoon y no pensabas contármelo.

—No. —Namjoon sonríe con algo de tristeza que intenta ocultar, aunque sus ojos lo dicen todo—. Me voy a Erila con mi familia, quiero reiniciar mi vida. —Hoseok abre los ojos de par en par—. Pensaba contártelo en la tarde, pero me he puesto nervioso y necesito saber si mi carta está bien redactada para que no me nieguen nada.

—¿Y nos vas a dejar así sin más? ¿Dónde se supone que vamos a encontrar un reemplazo tan rápido y a mediados de mes? ¿Me vas a dejar solo?

Namjoon refunfuña y arruga el entrecejo, toma la carta de encima del escritorio y luego se cruza de brazos.

—He dejado contactos para que busquen un reemplazo rápido. Son buenos contactos, así que ojalá no los desperdicien.

—¿Y yo?

—Hobi. —Suspira con pesadez.

Hobi. Namjoon comenzó a llamarlo así desde el día en que se conocieron, sólo bastaron dos palabras para que le pusiera un apodo. En gran parte, fue lo que comenzó a establecer y mantener el lazo que hoy en día aún conservan.

—Siento dejarte de la nada —continúa—, pero lo pensé bien, hice llamadas y decidí que es mejor marcharme por un tiempo. La vida aquí se ha puesto difícil y lejos de mi familia es peor. Por favor, piensa en mí por una vez.
Hoseok vuelve a caer sobre su asiento, resignado, tratando de mantener los estribos.

—Bien —dice entonces.

—¿Bien?

—Sí, y que te vaya bien en tu nueva vida.

—Ya está, ¿te vas a molestar porque pienso en mí por una vez en más de diez años?

—Es que no estás siendo maduro. Te vas a ir para olvidar a un idiota que conociste y te tiraste dos días. —Niega con su cabeza—. Es patético, Nam.

—Si piensas que me voy a ofender por una mínima palabra de lo que has dicho, se te va a adormecer el culo ahí sentado. —Hoseok desvía la mirada—. Voy a irme ahora, el jefe debe estar por llegar. Podemos hablar cuando te calmes. Voy a estar en tu casa todo el día. —Un pequeño silencio—. Que tenga buen día, señor Jung.

Dos por uno. Al parece ha comprado una oferta de abandono.

Se tarda al menos medio día más en retomar el informe del pequeño Park Junkyo, tachando cosas mal escritas y reescribiendo todo nuevamente para reimprimirlo y entregárselo a su jefe. Sin que Yeun abandone su cabeza en ningún momento.

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Dulces de humo ✎ yoonseok.Where stories live. Discover now