013. Agua y aceite.

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Con los auriculares puestos, Hoseok permanece sentado en la arena desde hace al menos una hora

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Con los auriculares puestos, Hoseok permanece sentado en la arena desde hace al menos una hora. El viento mantiene su cabello despeinado y él sólo toma y lanza bocanadas de aire para evitar el malestar que se instala en su pecho.

No recuerda a Yeun con la misma intensidad, tampoco siente el mismo calor en su pecho si lo hace en algún momento. Hoseok comienza a soltar los lindos recuerdos y se ha desatado los pies para comenzar a nadar a la superficie. Aunque continúa doliendo, eso no lo puede negar con facilidad. Llegar a la superficie está siendo más agotador que el estar ahogándose.

Aun si está solo por mucho tiempo, tras un momento nota una presencia que ya sabe reconocer, porque generalmente la encuentra vagando en el balcón de al lado o entrando al apartamento de la derecha al mismo tiempo que él los domingos por la mañana cuando regresan del supermercado. A veces, en el centro debe inspeccionar su trabajo, que es impecable, sólo porque es parte del suyo. Lo que sí no es capaz de comprender, es por qué demonios está aquí ahora. Hoseok está acostumbrado a su presencia, pero no es que le agrade realmente. Tampoco entiende la razón de ese sentimiento tan extraño que se instala en su cuerpo cuando el hombre merodea a su alrededor.

—Hola —saluda de todos modos y se quita un auricular para prestarle atención. La mirada de Yoongi está puesta en él, puede sentirla.

—Director Jung.

—No atiendo consultas ni preguntas de trabajo los fines de semana —menciona a modo de broma aún mantenido su tono severo.

—¿Tiene que ser así?

—¿Eh?

—¿Tenemos que mantener esta relación tan cordial incluso fuera del trabajo?

Hoseok enmudece, la voz de Yoongi suena agotada, aunque no hay mucha diferencia con la de ocasiones anteriores, por lo que es incapaz de comprender la razón emocional por la cual ha llegado a su lado justo ahora para hacer esa pregunta. De la nada Yoongi le arrebata el auricular que se ha quitado y se lo coloca, inmediatamente la música vuelve a sonar y recibe una pequeña sonrisa satisfecha por lo que escucha.

—Tiene buen gusto, Hoseok —menciona Yoongi.

Algo se le revuelve dentro y termina arrugando el entrecejo, al borde de alegar y pedirle que se retire de su lado.

—¿Qué hace aquí?

—Paseaba. Como siempre. —Se encoge de hombros—. No lo estoy siguiendo, si eso piensa.

—No pienso eso —contraataca Hoseok al instante—. Sólo era una pregunta.

Yoongi suele caminar por la playa la mayor parte de su tiempo libre, sobre todo los sábados en horario de verano, con el sol radiante yéndose en las tardes para evitar el daño en la piel que tanto protege. No es anormal que se encuentre allí. Sólo se ha acercado a Hoseok, porque luce tan desdichado como cada vez que se lo encuentra fuera del trabajo. Su curiosidad parece insaciable cuando se trata de él.

—¿Seguro? —insiste Yoongi con una sonrisa divertida que Hoseok no ve.

—Sí, seguro.

El silencio los inunda, como la marea subiendo hasta sus pies que por poco se mojan. Yoongi se encoge un poco más, pero Hoseok observa el agua casi rozándolo, con una expresión impasible.

—Hoseok. —Los ojos del recién llamado se enfocan en Yoongi con las cejas alzadas—. ¿Le molesta que lo llame por su nombre?

—Puede —contesta Hoseok, y vuelve a poner sus ojos en el agua, encogiendo los pies para evitar mojarse.

—¿Por qué?

Reglas que aprendió Hoseok durante su formación: jamás le preguntes el porqué de algo a una persona cuyo objetivo es que se abra contigo. Pero, para Hoseok, Yoongi vive en cuadrado y le parece que requiere de respuestas exactas como las cuentas del centro que saca cada mes.

Aunque no es así precisamente.

—Porque no me parece bien —contesta.
Te arriesgas a ese tipo de respuestas, en un bucle de «¿por qué?» interminable.

—¿No le parece que podemos comenzar de nuevo? Olvidando la parte de nuestra vida en el centro donde lo llamé «animal» por empujarme y no pedir disculpas.

Hoseok vuelve a girar la cabeza para mirar al hombre a su lado, quien luce tranquilo con los ojos puestos en él durante todo este pequeño lapso de tiempo. Atentos a las facciones del otro, disimulan la sonrisa que quiere formarse en sus labios.

—¿Y las ocasiones en que te he tratado fatal sin razón? —pregunta, presionando los labios después. Aun si duda de lo que está haciendo, se lo permite como una tregua contra sí mismo.

—Min Yoongi —se presenta con una mano extendida hacia él y una pequeña sonrisa dibujada en su rostro—. Un gusto.

Lanza un suspiro y termina por sucumbir, Hoseok no es tan duro como parece. De hecho, es bastante débil. Sólo siente que debe actuar como un imbécil en ocasiones para cuidarse de las malas personas. Así lo aprendió. Ha tenido que hacerlo casi toda su vida. Su mano, más delgada que la de Yoongi, se estrecha con ella.

—Jung Hoseok —dice, con un fantasma de sonrisa que aparece de todos modos para responder a la curva de los labios de Yoongi.

—¿No le da gusto conocerme?

—Tendrás que hacer que valga la pena.

Yoongi ríe alzando las cejas.

—Bien —murmura, devolviendo sus ojos al mar.

—Bien —susurra Hoseok.

—Bien —susurra Hoseok

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Dulces de humo ✎ yoonseok.Where stories live. Discover now