011. Encuentros insufribles.

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Por la mañana, Hoseok se da una ducha rápida para ir al supermercado más cercano que le indica su celular en búsqueda de comida

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Por la mañana, Hoseok se da una ducha rápida para ir al supermercado más cercano que le indica su celular en búsqueda de comida. No está dispuesto a volver a comprar a domicilio, le hace sentir poco responsable. No importa que su comida siempre sepa mal. Con la ropa más cómoda que encuentra, toma las llaves de su apartamento y vehículo y viaja hacia su destino.

El supermercado más cercano que le muestra su celular se encuentra a dos cuadras de distancia, algo beneficioso. Alcanza a encontrar unos almacenes en la esquina del condominio donde podrá comprar en caso de que algo le haga falta y tenga demasiada pereza.

La lista de las compras nunca ha sido su fuerte. Cuando Yeun y él iban al supermercado a hacer sus compras del mes, era ella quién lo encontraba todo y él quien llevaba el carrito con obediencia. Se encargaba también de los caprichos, porque adora los dulces.

Se siente más torpe que nunca, poniendo en el carrito todo lo que podría llegar a comerse durante unas dos semanas hasta su próximo pago, no tiene mucho dinero de sobra por las últimas compras que ha hecho para el apartamento. Pero cuando ve más paquetes de dulces y chocolates que comida real, se le abrigan las mejillas y chasquea con la lengua. Piensa en lo que Yeun le diría, y le duele el pecho.

A regañadientes vuelve a recorrer los pasillos con distracción, buscando algo más para compensar los chocolates, también deja algunos en su sitio, porque debe equilibrar el gasto.

Está demasiado ocupado leyendo las etiquetas de los alimentos como solía hacerlo Yeun, que entiende poco y nada, cuando su carrito choca con otro. Se disculpa de inmediato, alzando la mirada hacia el dueño que por alguna razón ya está agotado de encontrarse. Finge que no lo conoce, y sólo continúa con su camino, pero la voz de Min Yoongi lo detiene.

—Estos son mejores —dice. Hoseok gira para verlo. Yoongi tiene una marca más costosa de la que él tiene en su mano—. Ignore el precio y verá que su estómago se lo agradece.

Hoseok blanquea los ojos ya sin poder evitarlo y deja a Yoongi atrás.

Por más que intenta ser rápido, se lo topa en la fila de la caja para pagar sus cosas. Y en el estacionamiento del supermercado cuando está bajando las bolsas del carrito para subirlas a su vehículo. Aunque al fingir que no existe, recibe lo mismo de la otra parte.

Es un domingo horroroso. Hoseok termina de armar lo que tiene pendiente desde ayer y acomoda lo mejor que puede la comida y las ollas en los muebles de la cocina. Con la música en su celular al máximo del volumen posible.

Durante la tarde, casi cayendo la noche, hace un par de llamadas a Namjoon que no son respondidas. Se supone que verían el atardecer juntos otra vez. Decepcionado, toma su maleta con la ropa que aún no acomoda en el armario, y se abriga algo más para salir. Quizá dar una vuelta por la orilla del mar le venga bien para comenzar la semana entrante con algo más de energía.

Tomando sus llaves, sus auriculares y el celular con suficiente batería, Hoseok sale de su apartamento a paso lento. Y, por más que lo intenta y ya está harto, recuerda lo mucho que le gustaba a Yeun visitar el mar los fines de semana para despejarse.

Los domingos por la tarde y noche casi no hay personas alrededor. La brisa fría le congela la nariz, pero es soportable, considerando lo triste y solo que se siente caminando sobre la arena sin ella. Por inercia lleva sus dedos hacia aquél que siempre tuvo su anillo, y al no encontrarlo lanza un jadeo exasperado, con su actitud y su cabeza que no lo deja tranquilo.

Es como si el universo acabase de escuchar sus plegarias para dejar de pensar en su exmujer. Primero nota un dolor punzante en la sien, y luego en toda la cabeza y prácticamente cae al suelo con la mano en el mismo sitio donde una pelota de vóleibol le acaba de golpear. Poco a poco abre los ojos, notando como el sol ya no se encuentra y el cielo luce más azul oscuro que naranja como hace dos minutos. El dolor aún se siente, pero cesa durante unos segundos hasta que prefiere haber recibido un nuevo pelotazo que la patada en las bolas que significa el volver a encontrarse con Min Yoongi frente a él. Trae una expresión preocupada y apenas nota que tiene una mano sobre su cabeza, por lo que se quita de inmediato y se incorpora.

—Comienzas a darme miedo —masculla Hoseok.

—¿Se encuentra bien? —pregunta Yoongi ignorando su rabieta.

Hoseok mueve una de sus manos para pedirle que se aleje y se soba la sien unos segundos más.

—Da igual —dice.

—¿Seguro? —Yoongi da un nuevo paso hacia adelante. Hoseok da uno hacia atrás—. Puedo acompañarlo a casa. De todos modos, ya me iba.

—No es necesario, todavía puedo caminar.

—Bien. Que fastidio, no se puede hablar con usted.

—¿Disculpa?

—Que es desagradable —lanza Yoongi—. Se comporta como un crío. Estoy intentando ayudarlo.

—Acaban de golpearme —ataca Hoseok con tono de obviedad, dejando de lado la estúpida formalidad. Le escuece la rabia como para ponerse a tratarlo bien—. Y no me interesa hablar contigo tampoco. Hazte a un lado.

—¿Cuál es el problema que tiene conmigo? —inquiere Yoongi aun así.

La pregunta lo detiene. Lo ha pillado fuera de sus cabales. Con el enfado que tiene dentro, Hoseok sabe que no será capaz de detenerse hasta haberse desquitado con él sin cuidado ni miedo alguno.

¿Su problema con Min Yoongi? Que vive recordándole que Namjoon se fue de Jaepil por su causa. Que vive recordándole que está solo en su apartamento. Que tiene que verlo en todos sitios para continuar recordándole todo lo anterior.

—Que te apareces en todos sitios —contesta con la voz endurecida—. Estoy harto de encontrarme contigo. Deja de acercarte a mí y déjame solo. No quiero tu ayuda, no la necesito. Limítate a lo que eres y mantente alejado.

—¿Qué se supone que es lo que soy? —Yoongi ya ha arrugado el entrecejo. Le ha ofendido.

—Nadie —escupe Hoseok—. No eres nadie. Sólo aléjate de mí.

—¿Quién se cree es? Ser mi jefe no le da el derecho de hablarme así.

El cuerpo de Hoseok se doblega. Y tan rápido como llega su ataque de ira, cuyos acostumbra a descargar con palabras a las personas menos indicadas, llega también el arrepentimiento. Desvía la mirada, lanza un pesado suspiro y niega con su cabeza casi para sí mismo. El escozor dentro de su pecho se desplaza hasta hacerle arder la garganta, y sabe que está al borde del llanto.

—¿Director?

—Permiso —musita Hoseok apenas, casi en un sollozo, alejándose a paso apresurado.

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Dulces de humo ✎ yoonseok.Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ