Dulces de humo ✎ yoonseok.

058. Pieza de paz.

Verlo dormir plácidamente, con la cabeza apoyada en la almohada y el cuerpo boca abajo es una de sus actividades pasivas favoritas. La delicadeza de su rostro, su nariz pequeña y sus labios rosados entreabiertos. Es precioso. A Hoseok se le presiona el pecho de gusto. Las sábanas descubren sus hombros blancos y reprime su deseo de dejar un pequeño beso allí antes de cubrirlo una vez más.

Varios minutos pasan hasta que nota como Yoongi comienza a despertar. Sus pestañas se baten con suavidad intentando abrir los ojos para encontrar el rostro de Hoseok a escasos centímetros, quien permanece sin quitarle la mirada de encima.

—Buenos días, mi amor —musita, aprovechando el estado de consciencia entrante en Yoongi para tocarle el rostro—. ¿Cómo te sientes?

—Amándote —responde con la voz ronca—. Así me siento. Y se siente increíble.

Hoseok sonríe con amplitud, embriagándose de sus palabras para atesorarlas e intentar transmitir todo lo que siente con una simple mirada. Yoongi aún luce adormilado y sus párpados un poco inflamados sólo le provocan abrazarlo y cuidarlo el resto de su vida.

—Cariño.

—Dime, amor.

—Me gusta que me digas así. —Yoongi acerca su cuerpo para buscar un poco de su calor, ignorando de sí mismo la mueca debido al dolor que ya se esperaba sentir. Aunque Hoseok no puede hacer lo mismo—. Estoy bien —asegura—. Es normal. Pasará en unos días.

—No me gusta que te duela algo —murmura Hoseok con algo de culpa—. ¿Qué puedo hacer por ti?

Yoongi se encoge de hombros, rodeando su cintura para acercar la mano hasta su espalda y acariciarle allí.

—Acercarte un poco más y besarme, por favor.

Sus bocas se unen en una caricia tierna y dulce, con una lentitud y tranquilidad insondable. Están tan sumidos entre sí, el calor de sus labios y sus cuerpos comenzado a buscarse otra vez, que no notan el sonido de unas llaves dejándose sobre la mesa, mucho menos cuando un par de pasos en el pasillo se acercan y el pomo de la puerta gira.

—¡Ash! No puede ser —exclama la voz acongojada de Jimin al encontrarse con la escena de Hoseok al borde de colocarse a horcajadas sobre Yoongi—. No vi nada, no vi nada, no vi nada. —Su propia mano cubre sus ojos y cierra la puerta de inmediato.

Yoongi y Hoseok se miran con los ojos bien abiertos durante unos segundos antes de reírse entre nerviosos y divertidos por la situación. Probablemente Jimin compre un nuevo colchón después de esto.

Se levantan después de unos minutos. Hoseok espera a que Yoongi se dé una ducha antes de hacerlo él. Ambos se visten con ropa interior de Yoongi, aunque Hoseok encuentra una camiseta y unos pantalones suyos que no veía desde hace un buen tiempo y lo mira con las cejas alzadas y las prendas entre sus manos.

—¿Por qué te presto mi ropa? —cuestiona—. Debería regalártela y ya.

—Sí —afirma Yoongi, levantando un pie con una mueca de disgusto para ponerse el pantalón más holgado que encontró—. Deberías.

—A ver, dame eso —pide con referencia a la prenda—. Te ayudo.

Con abrigo en las mejillas, Yoongi se lo permite, levantando con cuidado sus pies para que Hoseok deslice la prenda por sus piernas, no sin dejar antes un pequeño beso en uno de sus muslos y terminar de acomodarla.

—Bien —dice Yoongi, rodeando el cuello de Hoseok una vez ambos están vestidos—. Es hora de salir.

—Pobre Jimin —menciona con una risita nerviosa—. Y qué vergüenza.

—¿Vergüenza de qué? No estábamos haciendo nada malo.

—Me vio el culo.

—Debería estar agradecido, en ese caso.

—Ash, qué tonto eres. —Hoseok se aleja de Yoongi y ambos se vuelven a reír antes de abrir la puerta de la habitación.

Se desprende un aroma delicioso que despierta sus estómagos vacíos directo desde la cocina, donde Jimin permanece de espaldas, tarareando una canción en voz baja y moviendo cosas por todos sitios. Hoseok camina hacia allá para poner algo de agua y preparar un par de tazas de café para él y Yoongi, mientras este último se sienta con cuidado en el sofá a mirar algo en su teléfono.

—Hoseok —saluda Jimin con una pequeña sonrisa.

—Jimin —corresponde, contagiándose de la misma.

Hay un silencio un poco incómodo que termina entre risas burlonas, mientras Hoseok vierte el agua hervida en las dos tazas y Jimin revuelve trozos de carne en una sartén.

—Me deben unas sábanas nuevas —comenta Jimin, mientras añade algunas verduras—. Y un borra memoria. No sé cómo lo van a hacer, pero ese lo necesito con urgencia.

—No seas llorón —alega Yoongi de pie en la entrada de la cocina, llamando la atención de ambos hombres, quienes giran de inmediato a verlo. Tiene una expresión neutral en su lindo rostro, tal cual todos los días.

—Vi el trasero de tu novio. Tú no sabes lo que es eso.

—Pero si lo veo siempre —comenta como si nada, extendiendo la mano para que Hoseok le entregue su taza de café y dar un buen trago antes de añadir con burla—: Es lindo y suavecito.

Jimin se queja en un quejido agónico y da media vuelta para continuar con lo suyo, sin mirar a Hoseok debido a la vergüenza que se instala en las mejillas de ambos. Yoongi disfruta de eso, adora verlos a ambos sonrojados.

—Tengo hambre, por cierto. ¿Hiciste comida para todos?

—Sí, Yoongi. —Es todo lo que responde Jimin.

Hoseok recibe un gesto de Yoongi para que lo siga hasta el sofá, mientras Jimin termina de cocinar.

—No digas esas cosas —murmura. Sus mejillas aún se sienten calientes.

—Me gusta presumir. —Yoongi alza ambas cejas—. ¿De verdad te incomoda? —cuestiona sin bromear esta vez—. Porque dejaré de hacerlo en ese caso.

—No lo sé, ¿no?

—Oh, sí te gusta, Hoseok. Admítelo.

—Silencio, Min Yoongi —reclama entre una pequeña risita.

Le encanta. No va a admitirlo, pero le encanta. Es la primera vez que alguien lo presume en realidad. No importa si le hace sonrojar.