102. Un hogar para siempre.

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Los últimos dos meses de su vida, Hoseok y Yoongi se los pasan de casa en casa

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Los últimos dos meses de su vida, Hoseok y Yoongi se los pasan de casa en casa. De vecindario en vecindario. Incluso llegan a buscar apartamentos nuevos y usados, pero nada parece convencerlos del todo. Tienen una lista de opciones que pretenden volver a recorrer una vez se hayan quedado sin alternativas. La penúltima es a la que viajan ahora mismo. Al menos a dos horas del trabajo de cada uno y a hora y media de la casa de Namjoon, pues está mucho más cuesta arriba que la suya.

—¿De verdad tienes tanta fe de que podremos pagar una hipoteca por estos lugares? —pregunta Yoongi, admirando los alrededores de un sitio de Jaepil que casi nadie visita en situaciones normales—. Aquí no vive gente común.

—La fe es lo último que se pierde —comenta Hoseok, aunque poco convencido—. El tipo me dijo que era asequible a mis ingresos.

—Bueno, en ese caso tal vez podríamos, pero sigo creyendo que es demasiado y que está un poco lejos del trabajo. Tendríamos que despertar como dos horas antes de lo normal.

—No necesariamente.

—Claro, porque don jefe llega cuando quiere. Yo soy un peón.

—No me refiero a eso —masculla Hoseok, ofendido.

—Es una broma.

—Te odio.

Casi en silencio el viaje culmina. La música se mantiene a un volumen moderado, por lo que alcanza a los oídos de Hoseok el sonido de la voz de Yoongi cantando por lo bajo, algo que siempre le hace sonreír. Adora esa fase de él, distraída, retraída y suya.

—Aquí es —dice Hoseok, deteniendo el vehículo frente a una casa grande. Sólo tiene un piso y un amplio antejardín descuidado y viejo, lleno de maleza. Parece que todo está a punto de caer—. Ya entiendo —añade casi para sí mismo.

—Sí, creo que entiendo —afirma Yoongi, arrugando la nariz hacia lo que ve y bajando junto a Hoseok para inspeccionar de cerca—. Necesita un poquito de remodelación hasta donde veo —añade con burla.

—Supongo que por ello el valor. Ya me temía algo así.

El vendedor no tarda más de cinco minutos en aparecer. Los recibe con una enorme sonrisa y les permite el paso a la casa más vieja y arruinada que Hoseok ha visto en su vida, luego de la que describe de los recuerdos de su infancia. Antaño debió ser linda, luce desgastada, pero sabe que con un buen arreglo podría ser mejor. Lo tiene todo. Las habitaciones que necesitan. Los baños. Las salas. El patio donde podría hacer el mejor de los fuertes para Taehyung. Se atrapa a sí mismo sonriendo con la mirada puesta allí, fantaseando un extenso verde con columpios y una piscina para su hijo, con Yoongi leyendo un libro en un costado, mientras bebe su café helado favorito.

Una mano sobre su hombro le sobresalta.

—Hoseok.

—¿Sí?

Dulces de humo ✎ yoonseok.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora