009. Nuevo hogar.

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El mismo día en que Hoseok toma sus maletas y deja lo que alguna vez fue su hogar para siempre, llama al abogado de Yeun para firmar el divorcio

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El mismo día en que Hoseok toma sus maletas y deja lo que alguna vez fue su hogar para siempre, llama al abogado de Yeun para firmar el divorcio. Está cansado de las amenazas, es la peor forma para lidiar con el dolor, por lo que es momento de acabar con ello, aun si no quiere hacerlo. Ni siquiera tiene esperanza de volver a verla, es probable que el encuentro en el despacho sea sólo con el hombre del maletín. Yeun se ha esfumado de la tierra que él pisa.

Sale sin sus llaves, seguro de que no ha dejado nada dentro más que su antiguo anillo de matrimonio. Se supone que es su disposición para dejarlo atrás de una vez. Aunque también es probable que se arrepienta de ello con el paso de los días.
La primera parada es en el edificio donde se encuentra el despacho del abogado más desagradable que su (ex)mujer pudo conseguir.

—Señor Jung —saluda el hombre—. Adelante.

El corazón se le atora en la garganta cuando encuentra a Yeun dándole la espalda, sentada allí, esperando por él también. Le tiemblan las piernas mientras se acerca hasta el asiento a su derecha. Ella lo ve de soslayo, tiene la nariz enrojecida.

—Hola —murmura Hoseok. Sólo le responden con un asentimiento como respuesta.

Recibe unas cuantas indicaciones que no le importan poco, al fin y al cabo, la mitad de las cosas son propiedad de Yeun, y debe asegurarse de que no lo despoja de algo importante. A pesar de que sabe que no hay nada más importante en su vida que ella. La mira de vez en cuando, esperando a que, si sus ojos se topan un segundo, pueda quizás arrepentirse de lo que está haciendo y regresar juntos a casa. Está dispuesto a perdonarla para comenzar de cero. Siempre la ha perdonado. Esta no es la primera vez que han estado separados.

—¿Alguna duda? —cuestiona el abogado con voz algo más dura que las veces anteriores—. Señor Jung.

—¿Eh? —Hoseok despega los ojos de la mujer e intenta cambiar su expresión—. Nada. Sólo dame un bolígrafo.

Con la mano temblorosa su firma termina de cerrar la sentencia que acompaña a la que firmó la semana anterior.

Desde hoy Jung Hoseok es un hombre solo.

Solitario.

Y patético.

Con las mejillas empapadas, por no haberlo logrado evitar, se despide de Yeun y el abogado, de vuelta a su coche, donde se permite llorar un momento más.

A esta hora, el camión con sus cosas nuevas debería estar esperando en la entrada al condominio para que les permitan subir lo más básico que ha alcanzado a comprar con despacho rápido. Sí podía llevarse cosas de la casa, de todos modos, Yeun va a quitarlo antes de venderla, pero además de su ropa, Hoseok no quiere nada que le traiga recuerdos de su matrimonio fallido. Ha dejado hasta las fotografías.






Sube delante de los hombres que cargan su colchón, cuidando que ninguno se pierda detrás de él y dejen su pobre primera cama llena de polvo.

Por un instante se pierde y debe volver a leer las placas de cada puerta. Los repartidores se detienen a pocos pasos de él, mientras intenta abrir la puerta del apartamento trecientos cincuenta y tres. Es imposible. La llave encaja, pero no voltea hacia ninguno de los lados por más que lo intenta. Se desespera por un momento. Sabe que está en la planta correcta, en el edificio correcto y del lado del pasillo correcto. Entonces no sabe qué está mal, está casi seguro de que este es su nuevo apartamento.

Dulces de humo ✎ yoonseok.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora