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Un suspiro sale de sus labios; sus ojos están hinchados de tanto llorar, su cabeza da tantas vueltas que no puede ni siquiera permanecer de pie.
Colocando su mano en el barandal después de tambalearse y estar a punto de caerse de las escaleras.
La traición puede ser tan amarga. Pero su ilusión había sido tan dulce.
Mordiendo sus labios con fuerza e intentando fingir que no había ocurrido nada; pero su mirada siempre la delataria.
Alzando la vista para ver a cierto hombre bajar las escaleras mientras ella intentaba con mucho esfuerzo subirlas; sus miradas se conectan por un segundo.
Una mirada indiferente. Y unos ojos pidiendo ayuda.
Jules observa a Toji despegar la mirada de ella al instante, como si intentará evitar meterse a su vida, como si intentará alejarse lo más posible de ella.
Escuchando ruido blanco y viendo los labios de aquel hombre moverse mientras hablaba por teléfono.
A pesar del miedo, a pesar de los horrendos comentarios de muchos chicos de la preparatoria seguían, su mano se dirigió a la muñeca del hombre con desespero evitando que él siguiera su camino.
Fue entonces que la mirada de Toji no fue tan indiferente.
— S... Señor Fushiguro.— Su voz quebrada apena su puede sostenerse. Alzando la mirada para verle con lágrimas en los ojos.
Toji sintió el olor a alcohol provenir de Jules, estando tan ebria que apenas y podía mantenerse en pie. Refuña levemente y termina la llamada.
— Eres menor de edad, mocosa. ¿Qué diablos haces bebiendo?.— Su ronca voz hace eco en los oídos de Jules.
— N... No sé.. yo.. ayúdeme por favor.— Suplicó. Toji frunció su ceño confundido. — M.. Mi madre, ella se molestará verme así y... rayos, no puedo seguir.
— Supongo que deberías imaginarte mi respuesta, mocosa.— Acerca su rostro al de ella hasta casi sentir como sus narices rozaron entre sí.— Pero me vale una mierda.
Sus ojos se abren con sorpresa al instante en que Jules se para de puntas, jala su muñeca sin importarle la fuerza que hizo. Tambaleándose levemente y tomando su cintura para evitar que cayera de las escaleras y él consigo.
La espalda de Jules golpea abruptamente con la pared. Sus labios están sobre los de aquel hombre, colocando sus manos detrás de su nuca para aferrarse a aquella sensación cálida que él estaba dándole.
