Capítulo cuarenta y ocho : La luna sabe que te amo.

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— Ahhh... el ambiente en el palacio se siente innovador ¿no crees Micky?

— MI-SUCK ese es mi nombre, ¿tanto te cuesta decirlo bien?

— Vamos Misuckie Inna solo está siendo amable, además tiene razón, el ambiente se siente distinto, la extravagancia del joven príncipe es toda una ataraxia.

— Mh, Nata tiene razón, incluso el Señor ha estado de buen humor. —
decían las tres muchachas mientras preparaban la merienda de los Zares, que estaban muy concentrados desde la mañana, decorando sus propios árboles navideños.

Era navidad, y no podía ser una fecha menos importante y trivial para los rusos, no obstante, hoy había un pequeño y dulce chico de melena rubia que había llegado a cambiar las cosas.

Sus uniformes que casualmente eran negros o rojos, hoy eran rojos con blanco, y un bonito broche de reno en color dorado.

Había pasado una semana desde el percance ocurrido al joven príncipe (como ellas y todo el personal solían llamar al bonito rubio) siete días en que un protector azabache se ausentó del trabajo para quedarse en el palacio junto a su futuro esposo.

El Señor Jeon, la señora Aliona, Zusje, Jimin y Namjoon habían ido a visitarlo cuando aún estaba un poco delicado de salud, y claro que no faltaron los regaños de la señora Aliona hacia su tonto hijo por permitir que lastimaran a su pequeño yerno, Namjoon por su parte había ido a visitarlo todos los días sin falta para llevarle postres y regalos al más bajito, mientras que la pelinegra mayor le llevaba comida saludable que ella misma preparaba.

Todo había sido un total alboroto esa semana, tal parecía que el joven príncipe con su inigualable dulzura y angelical belleza tenía a toda la Familia real a sus pies.

Ahora, el lindo rubio del emperador estaba en perfectas condiciones, saltando y corriendo de aquí para allá, jugueteando, saliendo de compras, e incluso había convencido al pelinegro de tomar clases de cocina un par de veces con los chefs del palacio.

Al principio Jungkook se había negado, debido a que temía que su chico se cortara o quemara, sin embargo bastaron unos ojitos de cachorro por parte de más bajito para que aceptara.

Y ahora... bueno, el día de hoy era navidad, y todo el palacio lo sabía, pues estaba perfectamente decorado, la cena estaba siendo elaborada por el personal de cocina, y la futura pareja casada, luego de decorar juntos el enorme árbol de la sala principal, ahora estaban haciendo lo mismo con sus arbolitos personales en la habitación que compartían.

Las tres mucamas subían hacia la pieza de su señores, cuando llegaron, se detuvieron frente a ésta al ver que estaba medio abierta. Así que una de ellas acercó su mano hacia esta para tocar y pedir autorización para pasar, sin embargo, sus mano se detuvo en seco al escuchar los sonidos y las voces que venían desde el interior de la pieza.

— S-solo un poco más, y-ya c-casi

— Hyung n-no puedo soportarlo más, m-mis piernas... están temblando demasiado.

— Vamos bebé,.. tu puedes, s-sólo un poco más... — dijo el azabache.

Las muchachas se quedaron congeladas tras la puerta, viéndose unas a otras con sus mejillas ruborizadas. No sabían qué hacer, pero interrumpir lo que sea que esos dos estaban haciendo seguramente les costaría la cabeza, un precio muy alto para cualquiera.

— Deberíamos irnos... — dijo Nata, la rubia chica mayor entre las tres.

— S-si, vámonos. — apoyó nerviosa Inna, quien a pesar de ser la más alta de las tres era la menor.

Bratvá - KookV ℘Where stories live. Discover now