Capítulo diecisiete : Corazón de Porcelana.

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— Dame uno, ¡solo uno!

— No hyung, está castigado.

— ¡Pero no quiero!

— Pero yo si, y ya lo decidí. Aún estoy molesto contigo.

— Perdón bebé, ya me disculpe más de cien veces, por favor, por favor, perdóname, no me castigues así.

— Unhum. — negué de brazos cruzados.

— P-pero

— Ponle más agua tibia, o no cuajará hyung.

— No, no lo haré, ya no quiero nada.  — dice un molesto Jungkook, mientras se sienta en uno de los altos banquillos de cuero, cruzándose de brazos, a la vez que frunce el seño molesto y hace un pequeño mohín con sus bonitos labios.

Ohh, está haciendo un berrinche.

Joder, no, no lo hagas Taehyung no lo veas, no lo veas...  ¡mierda! a este paso, no soportaré resistirme. Y es que verán, luego del alboroto de aquel par de hombres, Jungkook dijo que aún no podía matarlos, por lo que realizó una llamada a la loca esa, que por cierto quien sabe dónde demonios está, y eso, bastó para que su padre y abuelo se calmaran, y retiraran del palacio.

Y así, luego de la bonita propuesta de mi Jungkook, él palideció y comenzó a marearse,  el doctor lo examinó y dijo que debía tomar descanso durante algunos días, recomendándole que comiera saludable, porque su cuerpo se había sometido a grandes niveles de estrés y la gran cantidad de sustancias y alcohol, terminaron de colapsar sus sistema.

Hoy, es su cuarto día en en casa conmigo, y no me quejo, han sido días, llenos de actividades y momentos juntos, que no cambiaria por nada del mundo. Y saben, me impresiona la manera tan rápida, en que su cuerpo se recupera de una recaída cómo estás, y aunque es raro, me pone contento saber que ya está totalmente recuperado.

Sin embargo, hay un pequeñito detalle, y es que el abuso de sustancias esa noche que lo encontré, era tal que parecía fuera de si. Y como si no bastara, el que su salud decayera, me molestó mucho, por lo que decidí imponerle un castigo : cero besitos. Pero a decir verdad, con sus berrinches y rabietas tan adorables, me está poniendo las cosas difíciles.

Lo observo detenidamente, y Jungkook, agranda más sus redondos ojitos, y abulta aún más su boquita, y se ve taaan tierno, qué me dan ganas de salir corriendo hasta él, y llenarlo de mimitos. Pero no, debo mantener mi postura.

Mis ojos, van nuevamente a él, y no evito soltar pequeñas risas, la escena que presencio es única, pues ver al imponente Zar de Rusia, usando un mandil color morado pastel, con dibujos de ositos cariñositos, exclusivamente para preparar gelatinas de sabores, no es algo que se le haya cruzado por la mente a alguien jamás.

Joder, cualquier humano, pagaría por verlo vestido así, mientras hace berrinche porque no le doy un besito. Pero, abajo de ese bonito mandil, usa una camiseta negra, que gracias a no poseer mangas, deja a la luz, sus musculosos brazos, su lechosa piel, exponiendo orgullosa la tinta negra azulada de todos sus tatuajes.

El piercing en su ceja, y su cabello largo, peinado hacia atrás, es digno de babear, y sus facciones masculinas y maduras, son la jodida gloria. Me sorprende en demasía, la dualidad tan variable que posee, ser adorable, intimidante y sexi, no es una virtud muy común entre nosotros los mortales.

No sé cuanto tiempo estuve inmerso en mis pensamientos, lo cierto, es que volví a la realidad al sentir como dos fuertes brazos rodeaban posesivamente mi cintura, atrapándome entre ellos y su reconfortante pecho. Frunzo el seño en fingida molestia, pero verlo imitar mi gesto, solo me hace  estallar en risas, tonto, se está burlando de mi.

Bratvá - KookV ℘Where stories live. Discover now