Capítulo treinta y tres : Ángel de otro cielo.

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"— Vamos salta más alto, no endurezcas tus rodillas, la rigidez impide que alcances la canasta. Mira, así, ahora hazlo tú.

— ¿Así?

— No Jungkookie, déjame ayudarte, eso es, así, ahora salta. — un pequeño Jungkook de nueve años saltó con todas sus fuerzas, y lanzó el balón hacia la alta cesta.

Sin embargo, debido a que aún era muy bajo de estatura y lo malo que era para saltar, no logró encestar el balón, y terminó cayendo de golpe contra el frío concreto, desangrando sus rodillas hasta dejarlas rojizas y amoratadas. El pequeño pelinegro, se quedó ahí, tirado en el suelo mientras temblaba inevitablemente.

— Oh, Kookie, ¿estás bien? ¿Duele?—

No respondió.

No. No dolía, Jungkook no sentía dolor.

Sentía ira. Una incontrolable y descomunal, que ningún ser humano sería capaz de sentir a tan corta edad.

Furioso, alejó de golpe la mano que intentaba darle un poco de consuelo.

— Jungkook, escucha...

— ¡No! No lo haré, sé lo que vas a decir, pero no puedo, ¿lo entiendes? No puedo saltar más alto, ¡no puedo! No importa cuanto lo intente, jamás podré ser un jugador de basketball. — dijo molesto, tomando la pelota y tirándola Yam lejos como pudo.

De pronto, una esférica gota de agua, cayó sobre su nariz, haciéndolo levantar su rostro hacia el cielo, viendo las enormes y grises nubes aglomeradas sobre él.

— ¿Carrera bajó la lluvia? — dijo la simpática voz del chico frente a él. — Eres bueno en eso, de hecho el mejor de todos. — animó.

Y al parecer, eso en efecto había funcionado, Jungkook bajó su mirada para volver a subirla unos segundos después, encontrándose con una mano extendida hacia él, ofreciéndole su ayuda. Ambos sonrieron, y aceptando aquella mano, se puso en pie.

De aquel crío que jugaba con él... podía escuchar lo afable de su risa, lo ameno de su voz... todo de él era bueno, agradable y hasta reconfortante, pero entonces, por qué... ¿no podía ver su rostro?

De inmediato, aquel chico comenzó a correr hacia el verde pasto, los chapoteos sus blancos tenis en los charcos, sus fuertes risas en las ondas de la fresca brisa, y sus limpias ropas mojadas por la fría lluvia, hacían eco en su cabeza, una y otra vez.

— ¡Eso es trampa! Detente, ¡detente! — gritaba entre risas, tratando de alcanzar al chico, en su juego de corre y atrapa.

Sin embargo, no podía, por más que lo intentara no lograba alcanzarlo.

De pronto, todo a su alrededor comenzó a volverse más y más lúgubre, y al final de toda aquella oscuridad había un lóbrego bosque, compuesto por frondosos e imponentes árboles tupidos entre sí, rodeados de una blanca y espesa neblina, que poco a poco, disolvía su visión, y se llevaba consigo a su fiel compañía.

— ¡Espera! ¡No vayas allá! ¡¡¡¡Vuele!!!!

Por favor... ¡regresa!

Ni siquiera sé tu nombre, no lo recuerdo, ¡en verdad no lo recuerdo! — gritaba a todo pulmón, mientras aquellas infantiles risas se hacían más y más lejanas.

Parado al borde de aquel tenebroso bosque, Jungkook se quedó inmóvil, susurrando ;

— Porque... ¿por qué no puedo ver tu rostro?

Bratvá - KookV ℘Where stories live. Discover now