De una y mil maneras

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[Lauren]

Los rayos del sol golpeaban directo en mi rostro, abrí por completo los ojos y miré a mi alrededor. No había nadie aparte de mí en la habitación, me removí un poco intentando levantarme, tenía demasiada sed. 

—Mierda— susurré al sentir el dolor punzante en mi abdomen y volví a acostarme. 

La puerta de la habitación estaba cerrada, no quería levantarme por que eso implicaría quitarme todos los cables que tenía conectados al cuerpo, mas el dolor que me causaría hacer demasiado esfuerzo. 

—Lo siento Camz, en verdad te juro que yo jamás te engañaría— suspiré —no, así no— tomé una bocanada de aire

—Camz, acepto que podré ser una estúpida, pero jamás una imbécil— golpeé mi frente con la palma de mi mano —¡así tampoco!— me regañé 

—Camila, yo jamás te engañaría, y menos con un hombre— sonreí complacida —mierda, así tampoco, eso sonó muy gay de mi parte— me regañé nuevamente 

—Camz, Camila, Karla, Karlita, chica de mi vida, yo jamás te engañaría, nunca lo he hecho y nunca me atrevería— Bufé enojada —¿Porque soy tan idiota? ¿Porque simplemente no puedo decirle las cosas como son? No Camila, no, no te engañé porque estoy jodidamente enamorada de tí y no sabes el maldito trabajo que me costó enfrentar mi miedo al amor como para engañarte. Por tí enfrente ese miedo que me consumía, el miedo a enamorarme y salir lastimada, por tí lo enfrenté, solo por tí y sin duda alguna lo haría una y otra vez en esta y cualquier otra vida— suspiré tapandome el rostro con las sábanas. 

Estaba practicando como le diría a Camila que yo no la engañé. Sonaba fácil decirlo, pero para mi no era ni un poco fácil. Tenía miedo a arruinarlo con alguna pequeña cosa estúpida que saliera de mi boca por culpa de los nervios. Debía ser cuidadosa con mis palabras, quería dejarle claro a Camila que la quería demasiado como para hacer una estupidez tan grande como lo sería engañarla.

Enfrenté mi miedo al amor por Camila, pero muchos otros miedos salieron a flote por ella. Uno de ellos era el miedo a arruinarlo. Pero a lo que más le temía, era a que en algún punto de mi vida me tocara mirar a la vida a los ojos y ya no fuesen los de ella. 

Realmente estaba muy enamorada de ella —suspiré— tanto, que olvidé que amar era un suicidio y terminé dejándome llevar por el placer que me concedía perderme en el delirante marrón de sus ojos. Aquellos, que cuando dejaban de verme, me hacían sentir la necesidad de lanzarme al vacío en busca de su atención, deseando que jamás mirara a otra persona de la misma manera en la que me miraba a mí.

—Estoy jodida— suspiré

La puerta de la habitación se abrió dejándome ver a la mujer de la cuál estaba completamente enamorada. 

Mi corazón se aceleró y la necesidad de sentirla no se hizo esperar. 

Camila cargaba una bandeja con un plato de comida, un vaso de agua y un vaso de plástico sellado. Dejó la bandeja sobre la mesita que estaba a un lado de la cama y se lanzó sobre mi en un abrazo. 

La abracé con fuerza y hundí mi rostro en su cuello deleitándome con su maravilloso olor. 

—Lern, lo siento mucho, en serio. Hablé con Zayn y me aclaró todo— sollozó mientras me abrazaba con fuerza pero sin llegar a tocar mi herida. Suspiré aliviada

—Camz…— 

—Se que soy una estúpida, lo siento— dijo entre sollozos. Aun no dejaba de abrazarme y deseaba que nunca lo hiciera. 

—No, Camz, no digas eso— dije sacando mi rostro de su cuello para poder hablar mejor pero sin soltarla —alguien no nos quiere juntas he intenta separarnos, así que deberemos confiar mas la una en la otra si queremos que las cosas vayan bien, eso es todo Camz— besé su hombro. Camila asintió y nos mantuvimos abrazadas por unos minutos —Camz, ¿me das un poquis de lo que trajiste?— pregunté. 

—Oh, si, lo siento— rió separándose de mí. Limpió algunas lágrimas de sus mejillas y me ayudó a sentarme. Apretó un botón que estaba a un costado de mí,
y la cama comenzó a inclinarse.

Negué con la cabeza. Pude haberme evitado las fuertes punzadas de dolor por intentar levantarme, si tan solo hubiera buscado bien. O si tan sólo hubiera buscado.

Camila de sentó en la orilla de la cama mirando hacia mí.

—Abre grande— me ordenó y obedecí. Metió a mi boca una gran cucharada de lo que parecía vómito. No sabía mal.

—Camz, yo puedo hacerlo, no necesi…— otra gran cucharada de comida me hizo callar.

—Oliver me pidió asegurarme que terminarás toda la comida— 

—Pero no necesi…— me calló con otra cucharada. No podía distinguir bien el sabor del puré tipo vómito que Camila me daba, pero era tragable. Sinceramente, lo único malo del puré, era su aspecto, porque su sabor era muy bueno.

—Terminasté bastante rápido— sonrió dejando el plato desechable sobre la mesita a mi lado. Asentí mirando sus labios. Mi mirada recorrió todo su bello y perfecto rostro, detallando cada uno de sus rasgos. Camila era increíblemente hermosa —Lern— me llamó un poco fuerte. Abrí la boca y metió la cuchara con gelatina roja. Le quité la cuchara y saqué un poco de gelatina del envase llevándola a su boca. Ella la aceptó gustosa. 

Se acercó mas a mí hasta que su rostro quedó a milímetros del mío. Frotó ligeramente nuestros labios y enseguida se adueñó de los míos en un tierno y deseoso beso. 

Joder, ella si que me volvía loca.

—Lauren, ¿quieres ser mi novia?— dijo al separarse derrepente

—¿He?— pregunté algo atontada

—Sé que no es el mejor momento, de hecho yo quería pedirtelo de manera romántica, pero lo arruiné con mis estúpidos celos y ya no quiero esperar más para pedirtelo. Quiero tener esa seguridad de que nos pertenecemos de alguna manera, quiero formalizar lo nuestro— me miró con ligero temor en sus ojos esperando mi respuesta.

Mi corazón estaba increíblemente alborotado, las mariposas o murciélagos revoloteaban dentro de mí como nunca. Nunca imaginé que alguien lograse hacerme sentir tantas cosas a la vez, no como ella lo hacía. 

—Camz, yo ya te pertenezco, lo hago de una y mil maneras— la besé —Por supuesto que quiero ser tu novia—





























—Camz, yo ya te pertenezco, lo hago de una y mil maneras— la besé —Por supuesto que quiero ser tu novia—

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Lloren

Cold gazeWhere stories live. Discover now