caricias que sanan

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Algunas personas solo llegan a tu vida para enseñarte lo que no es el amor. Ella no era parte de esas personas. 

Continúe besando su cuello, sentí su mano bajar desde mi abdomen hasta mi intimidad. Su roce me erizaba la piel, por primera vez quería sentir a alguien tocar mi cuerpo sin restricciones. 

Su mano estimuló mi intimidad por encima de las bragas, dejé de besar su cuello y dejé escapar algunos jadeos. Camila besó mi cuello y bajo hasta mis pechos dejando húmedos besos en el camino. Acariciaba mi cuerpo como si fuese importante para ella y no quisiese romperme. 

Sus caricias no sólo tocaban mi cuerpo, también tocan mi corazón. Inevitablemente una lágrima salió de mis ojos, solo una lágrima, esta vez no era de odio, mucho menos de tristeza. Era de felicidad. Alguien me quería, y no sólo quería mi cuerpo, podía notarlo en la manera en la que me tocaba, con tanta delicadeza que quemaba. 

Estaba feliz de que alguien me quisiera, pero sabía que tarde o temprano terminaría. Decidí alejar esos pensamientos. Constantemente me mantenía pensando demasiado, y eso era lo que en realidad me terminaba por dañar. Tenía que vivir más y pensar menos, o terminaría perdiendome de cosas tan extraordinarias que no merecían ser pasadas de largo, que más daba, excusas vagas siempre habría para cometer errores, y ni lo errores ni nada de lo que hiciera, cambiaría mi destino, de cualquier manera terminaría algunos metros bajo tierra, todos algún día lo haríamos. Y para entonces, nada de lo que fuí, o no, importaría.

Me recostó y me besó con delicadeza, deseo y amor. Pasó su mano por debajo de mis bragas y me estimuló con delicadeza mientras me besaba. Se detuvo y se deshizo de mis bragas. Continuó estimulandome sin entrar en mí aún. Nuestras lenguas se fusionaban en una danza perfecta que desborda el deseo y amor que sentíamos la una por la otra. 

Gemía levemente sobre sus labios, y ella jadeaba al escucharme. Sonreía en medio del beso. Metió con facilidad dos dedos dentro. Se movía dentro de mí en un vaivén que terminaba por quemarme de exitación.

Dejó de besarme y llevó sus labios sobre mis senos sin dejar de masturbarme, chupaba, mordía y lamía. Yo ahogaba mis gemidos mordiendo mis labios. 

Se movía tan bien dentro de mí que sentía que en cualquier momento me vendría. Tomé su mano y le pedí que parara, ella si lo hizo. Me miró con preocupación y le sonreí dándole entender que todo estaba bien. La acerqué a mi boca para que me besara y la giré de manera que quedara de bajo de mí, quería venirme, venirme con ella. 

Crucé nuestras piernas mientras la besaba, levanté un poco una de sus piernas permitiendo que nuestros sexos se encontraran. Gemimós al contacto de nuestros mojados sexos, comenzamos a frotarnos con frenesí. Nuestros gemidos inundaban la habitación, ya no tenía caso contenerlos, era jodidamente placentero el contacto entre nosotras. Los sonidos que ocasionaban nuestros fluidos al encontrarse era exitante. 

Nuestros rostros emanaban exitación, nos veíamos con deseo. Ella se movía increíble. Era tan excitante tenernos al borde de el éxtasis, que alcanzamos el orgasmo a la par. Fué delirante el último gran gemido que salió de nuestros labios. 

Nuestros cuerpos sudaban, nuestras respiraciónes estaban aceleradas, el aire nos faltaba. Era sin duda maravilloso sentir sus brazos rodearme con amor después de entregarnos la una a la otra por completo. 

Creí que nadie lograría borrar las sucias marcas de mí cuerpo, pero ella lo había logrado solo con un roce. Ella me acarició y todo empezó a florecer. 

Estábamos acostadas en mi cama completamente desnudas frente a la otra. En cuerpo, mente, y alma. Aún había cosas que contarle a Camila, pero eran solo detalles, ahora nos pertenecíamos. Podríamos separarnos algún día, podríamos pelear, y intentar olvidarnos, pero eso no cambiaría el hecho de que en algún punto llegamos a pertenecemos mutuamente, y yo, estaba bien con eso, porque eso, nadie, ni siquiera nosotras, podríamos cambiarlo. 

Cold gazeWhere stories live. Discover now