Los Que Se Pelean ¿Se Desean?

By ittsandre

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Sentir el calor de mi familia, coger en brazos al pequeño de la familia que, por miedo a volver a Barcelona... More

-PRÓLOGO-
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
-NOTA-
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
-NOTA-
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42.
Capítulo 43.
Capítulo 44.
Capítulo 45.
Capítulo 46.
Capítulo 47.
Capítulo 48.
Capítulo 49.
Capítulo 50.
Capítulo 51.
Capítulo 52.
Capítulo 53.
Capítulo 54.
Capítulo 55.
-Nota-
Capítulo 56.
Capítulo 57.
IMPORTANTE
AVISO
Capítulo 58.
Capítulo 59.
Capítulo 60.
Capítulo 61.
Capítulo 62.
Capítulo 63.
Capítulo 64.
Capítulo 65.
Capítulo 66.
Capítulo 67.
Capítulo 68.
Capítulo 69.
Capítulo 70.
Capítulo 71.
Capítulo 72.
Capítulo 73.
Capítulo 74.
Capítulo 75.
Capítulo 76.
Capítulo 77.
Capítulo 78.
Capítulo 79.
Capítulo 80.
Capítulo 81.
Capítulo 82.
Capítulo 83.
Capítulo 84.
Capítulo 85.
IMPORTANTE
Capítulo 86.
Capítulo 87.
Capítulo 88.
Capítulo 89.
Capítulo 90.
Capitulo 91.
Capítulo 92.
Capítulo 93.
Capítulo 94.
Capítulo 95.
Capítulo 96.
Capítulo 97.
Capítulo 99.
Capítulo 100.
Capítulo 101.
Capítulo 102.
Capítulo 103.
Capítulo 104.
Capítulo 105.
Capítulo 106.
Capítulo 107.
Capítulo 108.
Capítulo 109.
Capítulo 110.

Capítulo 98.

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By ittsandre

Max.

Miro a Ainhoa mientras duerme. Su pelo castaño tapa la mitad de su cara y su boca está abierta. Aún así, es preciosa.

La alarma de su móvil comienza a sonar y la chica, inmediatamente, se despierta. Estira sus brazos lo máximo posible mientras bosteza y se gira hasta encima mía.

-¡Uy, que encuentro más incómodo!- dice divertida aún con los ojos cerrados.

Suelto una carcajada.- Ya no sabes como insinuarte.

Los dos reímos.

Ainhoa me mira, agarra mis dos mejillas juntándolas y, a continuación, me besa.- Ya no es necesario insinuarme contigo.- me besa de nuevo.- ¡Buenos díaas!

Rodeo su cuerpo entre mis brazos.- ¡Buenos díaas!- grito como ella acaba de hacer.

Ainhoa apoya su cabeza en mi pecho y se va escondiendo cada vez más entre mi cuello y las sábanas.

-¿Por qué tengo que ir a trabajar?- pregunta divertida.

Suelto una carcajada.- Esa pregunta creo que nos la hacemos todos, cariño.

Me mira alzando una ceja.- Gracias, me voy a duchar.- dice divertida.

La chica sale de la cama y entra en el baño.

Espero en la cama hasta que escucho el sonido del agua caer en la ducha. Me levanto y bajo a la planta principal del piso para preparar el desayuno.

Hoy había decidido no trabajar. Me quedaría limpiando y recogiendo todo el piso, además de que tenía algunos trabajos pendientes que tenía que terminar esta misma semana para no ir retrasado en el trabajo.

Un descanso de vez en cuando no viene mal...

Aproximadamente diez minutos más tarde, saco las tostadas que he preparado para desayunar con Ainhoa y las coloco en un plato sobre la isleta.

Mientras sirvo el café en las tazas, siento como los tacones golpean cada uno de los escalones. Miro hacia el salón y veo como Ainhoa camina hacia la cocina. Sonrío. Que es preciosa, no era ninguna novedad pero hoy, está un poco más que ayer. Aunque eso podía deberse a que la veía mejor con el paso de los días.

-¿Qué hacías espiándome desde la cocina?- pregunta divertida.

Río.- ¿Yo? Ver lo guapa que estás.

Ainhoa suelta una carcajada. Da una vuelta alrededor de sí misma y ríe de nuevo.

La chica lleva una camisa blanca larga y, por encima de esta, un jersey verde. Sus zapatos de tacón alto también son verdes y se ha ondulado el pelo como tanto me gusta.

Aunque no quería adelantarme a algo que podría salir mal, se podría decir que vivimos juntos. No era oficial y cada uno tenía su casa porque a veces, simplemente ella tenía cosas que hacer allí y yo aquí pero su armario es el mío, mi baño es el suyo y mi piso, podía serlo también.

No me disgusta para nada esa idea pero, si algo quería hacer, era ir paso a paso.

***

Dejo caer mi cuerpo sobre el sofá del salón. Estoy cansado de haber limpiado todo el piso y, lo peor de todo ello, es que no encuentro una explicación a que hubiese tanto que limpiar y ordenar.

En estos últimos meses, aunque fuese una responsabilidad más y algo que no ayudará en que el piso esté más limpio o recogido, me he planteado muchas veces la opción de comprar o adoptar una mascota porque, sinceramente, echaba de menos la presencia de Izan. Después de la boda de Sam y Raquel me he dado cuenta de lo mucho que me divertía con el, además de lo mucho que lo quería.

Mi abuelo siempre ha dicho que los perros son mejores compañías que las personas y ahí, tenía toda la razón.

Cojo el ordenador de sobre la pequeña mesa y busco en Google perreras o tiendas de animales en los que poder encontrar perros. Siempre me habían gustado los ChouChous pero muchísimo más desde que Bella había vivido conmigo ya que siempre me enseñaba imágenes de esa raza de perros.

Mientras espero a que la página cargue, entro en Instagram desde mi iPhone. Mientras paso stories y más stories, me encuentro con los de Bella. Miro confuso la pantalla del móvil, sino recordaba mal, viaja a New York a finales de este mismo mes.

Comienzo a pasar cada uno de los stories de la chica y, según paso cada uno de ellos, más claro tengo que se ha ido. Reconozco ese aeropuerto como si estuviese ahí mismo ya que, cuando habíamos viajado aquellas Navidades, nos habíamos perdido unas cuantas veces en el.

En verdad, me gustaría regresar algún día a esa ciudad. No sabría decir por que, si por Bella o por la ciudad en sí pero todo me había parecido especial.

Entro en la cuenta de Bella por simple curiosidad, para ver si ha publicado algo acerca del viaje y, cuando veo que aún se ha ido ayer con Tom, dudo en si debería mensajear a la chica. Me gustaría pensar que no se ha mudado ya por cualquier motivo porque, sinceramente, me dolería que fuese así.

Lo mínimo que esperaba de ambos, era una despedida.

Según veo sus publicaciones, le doy "Me gusta" a cada una de ellas. Ha pasado bastante tiempo desde que no entro porque hay muchas recientes que no he visto antes.

Espero que no se moleste cuando vea tanto "Me gusta" de mi parte porque solo significaba que me gustan todas esas fotografías y que hacía tiempo que no miraba su perfil.

***

Bella.

Tom aún duerme. Me siento en el borde de la cama y cubro mi cuerpo con una camiseta de manga corta del chico. Miro hacia el fondo de la habitación, donde se encuentra el gran ventanal que rodea toda esta.

Camino hasta el ventanal y, nada más llegar, dejo caer mi cuerpo hacia el lado del cristal. Está tan frío que, cuando suspiro, el cristal se empaña un poco al lado de mi boca. Miro pensativa como amanece. Era el mismo hotel que hace un par de años pero no era Max quien me esperaba en la cama.

Durante el viaje a New York, había tenido mucho tiempo como para pensar en que ni siquiera me había dado cuenta del gran paso que iba a dar con Tom. Me había dejado llevar tanto por lo que sentía en cada instante, que no me había percatado de que el echo de que se mudase conmigo, era firmar un compromiso que el había aceptado.

Estaba segura de mi relación con el chico pero eso, no era un motivo para que dejase de tener miedo a dar este paso a su lado. Aunque viviésemos juntos en Londres, siempre me había gustado ir "despacio", dejando que cada uno de los dos tuviese su espacio.

Nada saldrá mal...- me repito mentalmente a mí misma.

Pero ya ha salido mal una vez...- me respondo al mismo tiempo.

Tenía miedo a cagarla, a que todo fuese mal como lo fue con Max. Me había dejado llevar tanto huyendo de Max y escondiéndome en Tom, que había tomado decisiones muy rápidas, intentando no quedarme a solas conmigo misma.

Y aún así, estaba dispuesta a dar este gran paso con los ojos cerrados. Arriesgarme a salir ganando a su lado o sola porque, de cualquier manera, saldría como ya lo había echo antes.

Suspiro. Sentía cierta presión en el pecho y sé que no desaparecerá hasta que tenga las llaves de mi futura casa en mis manos.

Me separo del cristal, empezaba a notar demasiado frío. Con cuidado, me agacho y abro la maleta más grande que he traído para todos estos días en New York y cojo mi ropa interior y un vestido ajustado color crema que me pondría con una chaqueta de cuero negro. Lo último que había colocado para no ponerme más nerviosa antes de ver mi futura casa.

Dejo la maleta tal y como está, seguramente no la cerraría en todos estos días. Demasiado tiempo perdido en un imposible.

***

Me miro por segunda vez en el espejo comprobando que las dos rayas negras sean lo más parecidas posible. Una vez comprobado que están como siempre que me las hago, guardo el bote del pincel del eyeliner en mi neceser.

Dejo a un lado el neceser y cojo el ondulador de pelo que ya debería estar caliente ya que, antes de ducharme, lo había enchufado.

Enrollo el primer mechón de pelo en el ondulador y, mientras espero, me miro en el espejo. No podía evitar poner caritas cuando me tocaba esperar.

Suelto el mechón de pelo y repito la misma acción con el siguiente. Esta vez, enciendo la pantalla de mi iPhone, no lo había tocado para nada desde que me había despertado.

Frunzo el ceño. En la pantalla, aparecen varias notificaciones de que Max le haya dado "Me gusta" a mis fotos en Instagram. Entro en una de las notificaciones y veo como el chico lo ha echo en mis últimas publicaciones.

Para nada me lo tomaba como una llamada de atención por su parte. El no era el típico chico que llevaba al día su cuenta de Instagram y lo cierto es que, últimamente, he subido muchas fotos nuevas.

Apago la pantalla del móvil. Sonrío. Me recordaba a todas las sesiones fotográficas que me había echo en su día por muy cansado que estuviese y, ahora mismo que estoy en New York, era imposible no recordar cada rincón de la ciudad en la que nos habíamos echo tantísimas fotos.

No quería que Max apareciese en mi mente con cada paso que de por la ciudad pero, sinceramente, necesitaba hablarle y enviarle imágenes de la que ha sido nuestra ciudad soñada.

Miro la hora en la pantalla del móvil, antes no me he fijado. Paso al siguiente mechón al ver que vamos un poco justos de tiempo.

***

Tom apoya su cabeza en mi hombro, siento como bosteza. Aprieto mis labios para no echarme a reír.

Yo también estoy sintiendo lo mismo que el.

Hemos madrugado, hemos venido corriendo hasta aquí desde que nos ha dejado el taxi para ver esta casa y tener muy claro que esta casa, no es en la que viviremos.

Tom se coloca a mi lado. Le miro por el rabillo del ojo y sonrío al ver su cara, una mezcla de "Tengo ganas de largarme de aquí", "Vamos a ser agradables con la mujer que nos está enseñando la casa y prestémosle atención" y "Me muero de sueño, vámonos de aquí."

La casa era enorme, empezando por el jardín tan grande que hay en la parte trasera de la casa y terminando por las cuatro plantes que tiene. Si algo teníamos claro desde un comienzo era que queríamos que fuese una vivienda grande pero, al mismo tiempo, acogedora. Solamente seremos dos personas viviendo en ella y si algo he evitado siempre, es la sensación de que una casa me resulte muy grande.

Sonrío a la mujer que nos explica la distribución de la cocina y cada uno de los detalles que la forman. Es una casa preciosa que, con cada zona nueva que nos enseñaba la agente inmobiliaria, más parecido tiene con mi casa de Londres. No me cabía duda alguna de que era una gran casa pero para que lo fuese para nosotros, debería estar muchísimo más cerca de la ciudad y ser mucho más pequeña.

Quizás ha sido la hora y media que nos ha llevado llegar hasta aquí que ya no me convencía o que deberíamos haber visto en primer lugar el ático céntrico que sabemos que, por muchas viviendas que veamos antes, será nuestro hogar durante todos los años que vivamos en New York.

***

-¡Gracias!- digo sonriente al taxista antes de bajarme.

Salgo del taxi que nos ha traído hasta la zona en la que está el ático culpable de que hoy estemos en New York y no en Londres. Miro hacia arriba, observando cada uno de los edificios ya que todos me parecían preciosos.

-¿Te gusta la zona o es mi sensación?- pregunta Tom abrazándome.

Suelto una carcajada.- ¿Tanto se me nota?

Recuerdo que estaba buscando áticos cuando apareció esta ubicación. La busqué en Google para ver si estaba bien situada y me había parecido preciosa porque me recordaba a la típica zona de grandes edificios que aparece en películas rodadas en New York.

En persona, la zona es aún más preciosa, cualquier persona sabría verlo y que pudiese vivir aquí, me parecía un sueño más.

-Solo se te nota un poco.- besa mi mejilla.

-¿En donde vamos a desayunar? Me parece haber visto que por aquí hay una cafetería muy parecida a una en la que estuve hace años cuando vine.

-Vamos a ver si la encontramos entonces.

Entrelazo mi mano con la suya y comenzamos a caminar por la misma calle.

Aproximadamente veinte minutos más tarde, después de haber observado cada local que hay en esta calle, llegamos a una cafetería de la misma cadena que una en la que habíamos desayunado Max y yo todos los días que habíamos pasado en New York.

Saco mi iPhone y hago una fotografía al letrero de la entrada. La publicaré en Instagram cuando sea más tarde ya que así publicaré varias de diferentes rincones de la ciudad. Además, aunque no quiero molestarlo con la imagen, busco el contacto de Max en Whatsapp y se la envío.

Si tuviese que escoger uno de mis mejores viajes, escogería aquel viaje a New York junto a el. Con la imagen del letrero, solo quiero que recuerde todas las veces que nos habíamos ensuciado con las tortitas de chocolate y nata que pedíamos cada mañana porque, al verlo, había recordado toda su cara manchada de ese sirope de chocolate.

***

Tom me sostiene la puerta de la entrada de la cafetería para que salga antes que el. Me había enamorado otra vez de la cafetería y tengo bastante claro que no me iré a Londres sin volver otra vez.

-¿Entonces te ha gustado la cafetería?- pregunto divertida al chico.

Asiente con la cabeza.- Si me vas a llevar a más sitios como este, creo que me va a gustar demasiado vivir aquí.

Los dos reímos.

-¿Has buscado hacia donde tenemos que ir? Porque sé que te ha gustado mucho la cafetería pero como sigamos mucho más tiempo aquí, llegamos tarde.- digo divertida.

Tom ríe.- Tenemos que subir unas cuantas calles y cuando veamos el edificio, cambiarnos a la otra acera para entrar en la calle donde está el portal.

Suspiro nerviosa, sin dejar de sonreír.- Vale, pues vamos entonces.

Suelta una carcajada.- ¿Te has dado cuenta de que vivimos sin presión?- pregunta irónico.

Río.- Ni sé lo que es vivir con presión con lo relajada que es nuestra vida.

Los dos reímos de nuevo.

Mientras caminamos, siento una gran mezcla de sentimientos y es que, por mucho que me doliese dejar a todas las personas que quiero a tantos kilómetros de distancia, no podía estar viviendo un momento más feliz que este.

Muero de ganas por ver el ático, por ver el edificio y imaginarme como será vivir en el. Recuerdo como me quedaba embobada con cada edificio que veía en mi viaje con Max y como, al mismo tiempo, veía imposible llegar a vivir aquí.

En aquel momento, ni siquiera imaginaba vivir en Londres y, mucho menos, que mis novelas se llegaran a publicar algún día.

Diez minutos más tarde, mientras caminamos por la última calle que lleva a la nueva parte donde se encuentra el edificio, veo el edificio blanco de grandes ventanales que ya había visto antes en imágenes.

-¡Es ese nuestro edificio!- grito divertida señalando el alto edificio para que Tom lo vea.

Tom sigue con la mirada hacia donde señala mi dedo. Abre la boca en forma de "O".- ¿Ahí es donde vamos a vivir?

-¡Si!- grito riendo. Ver el edificio aún me ha echo más feliz de lo que ya estaba.

Nos quedamos quietos esperando a que el semáforo se cambie de color y así poder cruzar a la acera de enfrente. Ni Tom ni yo podíamos dejar de mirar el edificio.

Cuando llegamos a la calle en la que se encuentra el portal del edificio, no tardamos mucho en encontrarlo ya que es el segundo portal que hay.

Mientras comentamos lo que nos parece la calle y el portal, veo como un hombre camina hacia nosotros.

-¡Hola, encantado! Soy el propietario del ático, os he visto esperando en el paso de peatones y casi estaba seguro de que eráis la pareja de la visita.- dice sonriente.

Tom y yo lo saludamos.

-Encantada.- digo tras darle la mano.- La verdad es que cuando hemos visto el edificio desde el paso de peatones no nos lo podíamos creer.

-Lo hemos visto en imágenes cuando buscamos diferentes viviendas para vivir en New York pero, obviamente, no es lo mismo que verlo en persona.

El hombre sonríe.- Os entiendo.- hace una pausa y continúa.- Mientras venía, la agente inmobiliaria me ha avisado de que nos esperaba en el ático así que, si queréis, podemos ir entrando.

Pone un código en una pantalla que se encuentra a uno de los lados de la entrada del portal y, a continuación, pasamos al interior del edificio. El suelo era de mármol negro, podía ver mi reflejo en el y las paredes eran completamente blancas. A un lado se encuentra una pequeña recepción y, en el centro de todo el portal, antes de llegar a donde se encuentran los tres ascensores, una mesa de mármol blanca sobre la que hay un gran jarrón con rosas blancas.

Las puertas del ascensor se abren al llegar a la última planta del edificio mientras hablamos con el propietario de por qué nos mudamos a la ciudad.

-¿Crees que vas a echar de menos Londres?- pregunta mientras deja que Tom y yo salgamos antes que el del ascensor.

-Si.- digo divertida.- Solamente he estado un par de años viviendo allí pero han sido unos años increíbles y, sinceramente, no sé si vender la casa en la que vivo allí.

-No es una mala opción siempre que te lo puedas permitir.- dice mientras caminamos hacia la puerta de la entrada del ático.- Quizás en un futuro decidas volver a Londres y esa ya es tu casa.

Asiento con la cabeza.- Sí, es cierto.- miro como el hombre saca un juego de llaves de su maletín mientras camina a mi lado.- Ahora mismo me interesa encontrar una vivienda aquí esta misma semana ya que en Londres tengo mucho tiempo para pensar en que hacer con esa casa. Tampoco me quiero apresurar tomando una decisión.

-Te entiendo.- sonríe.- Espero que os guste el ático.

El hombre se para delante de una gran puerta negra que, segundos más tarde, abre ante nuestra atenta mirada. Aprieto con fuerza la mano de Tom mientras pasamos al interior y observo cada rincón. Las paredes de la entrada que llevan a la planta principal son de ladrillo.

-¡Hola, bienvenidos al ático!- dice sonriente la mujer que nos enseñará el ático.

Suelto la mano de Tom para saludarla y, después de ello, camino por toda la planta principal, observando cada detalle.

Es enorme. Nada más entrar, lo primero que se puede ver es que la planta principal es una gran zona dividida en el salón y la cocina. Todas las paredes son completamente blancas, con dos ventanales a los laterales y un gran ventanal en la pared más grande. Todo el suelo era de madera en un tono claro además de que el techo era bastante alto, dibujando cuadrados.

La distribución que hay en este momento era preciosa, quizás clásica para mi gusto pero, con solo verla, tenía claro que podré llevar a cabo todas las ideas que había pensado para este ático.

Mientras ambos nos explican la distribución de la planta principal, caminamos hacia la cocina, que consta de un baño en la entrada de esta. La cocina me parece increíblemente grande, era un poco más espaciosa que la que tengo en la casa de Londres, lo cual me tranquilizaba porque si algo necesito, es una cocina con espacio para hacer todo lo que me apetezca en ella.

Subo detrás de la mujer a la segunda planta del ático deslizando mi mano por la barandilla de las escaleras. Esta está compuesta por cuatro habitaciones, con cuatro baños y otro salón mucho más pequeño, en el que también hay servicio de cocina. Todas las habitaciones eran grandes, en espacial la que se encuentra al fondo de la segunda planta, en la que hay un gran ventanal que da a la parte de la terraza grande.

Después de observar cada rincón junto a Tom y hablar con el propietario del piso, subimos a la tercera planta, mucho más pequeñas que las demás.

Las paredes de esta están formadas por ladrillos, no hay ni una sola pared blanca. Se puede decir que la tercera planta, es una sala bastante grande con unas pequeñas escaleras que llevan a una sala mucho más recogida pero que ahora mismo, está vacía al igual que la tercera. En ellas, montaría ambos despachos para que tanto Tom como yo tengamos una zona de la casa exclusivamente para nuestros trabajos.

Mientras Tom habla con el propietario y la mujer de la agencia, deslizo la puerta corredera de cristal que da a la pequeña terraza pare ver todo desde ahí arriba. Camino hasta el final de la terraza y, mientras veo las vistas que hay desde esta, sonrío. Estoy aterrada por el gran paso que daré de la mano de Tom pero aquí, soy completamente feliz.

Había aceptado venir antes de lo previsto porque sabía que me sentiría bien aquí, a veces, lo mejor era huir de lo que nos atrapa sin pensarlo dos veces.

-¿Vamos a ver la terraza grande?- pregunta Tom rodeando mi cuerpo entre sus brazos.

Asiento con la cabeza.- Sí, claro.

Me giro, le sonrío. Beso al chico.

-¿Te gusta el ático?- pregunta divertido mientras caminamos hacia el interior.

-Ha superado mis expectativas y eso que ni las tenía.- digo divertida.

Tom ríe.- Entonces ya tenemos donde vivir.

En mi rostro se forma una sonrisa de oreja a oreja y abrazo al chico. Era feliz a su lado y aquí, seguramente, lo seré más.

Bajamos las escaleras hasta que llegamos a la segunda planta. El propietario y la agente inmobiliaria nos guían hacia la mitad de la planta, donde se encuentra una gran puerta de cristal que, en verdad, ni siquiera había visto al pasar antes.

El propietario abre la puerta desde que la mujer haya dado unas cuantas vueltas a la llave y dejan que seamos los primeros en salir. Miro hacia ambos lados, a mi derecha veo como los escalones de piedra llevan a una pequeña piscina mientras que a mi izquierda, se puede ver un gran espacio con una larga mesa acompañada de sofás y sillones. Todos estos muebles desaparecerán una vez firmemos la compra del ático pero, en verdad, me gusta ver la distribución en la que todo está colocado porque me ayudará para cuando tenga que organizar todo.

Subo los escalones de piedra junto a la agente inmobiliaria mientras me explica la distribución de la terraza y los materiales que la forman. Siempre me ha apasionado todo lo relacionado con la decoración, por lo cual escuchaba atentamente a la mujer.

Pasado un tiempo, tras ver la terraza principal al completo, pasamos al interior y bajamos a la planta principal. Era hora de decir que sí o que no, de dar uno de los pasos más importantes de toda mi vida.

-¿Qué os ha parecido el ático? ¿Ha cumplido vuestras expectativas?- pregunta el propietario sonriente.

-Se lo he comentado antes a Tom.- digo divertida.- Creo que los dos no teníamos ninguna expectativa porque todo lo que habíamos visto era impresionante pero, ahora que lo hemos visto en persona, ha sobrepasado todo.

Ríe.- ¿Entonces tenéis algo que decirme?

Tom me mira, sonríe.- Nos lo quedamos.

***

Max.

Deslizo mi mano por el flequillo, apartándolo a un lado. 

De nuevo, leo el último que he escrito en el documento y corrijo dos palabras que están mal escritas. Suelo escribir tan rápido que después, tengo que corregir unas cuantas palabras.

Miro la hora en el borde de la pantalla y es entonces, cuando me doy cuenta de que llevo toda la tarde redactando documentos sin parar.

Aparto la mirada de la pantalla y cojo mi iPhone, seguramente tendré mensajes sin leer. Enciendo el móvil y frunzo el ceño al ver dos mensajes de Bella en la lista de Notificaciones. Sin pensarlo, entro en la conversación.

Sonrío al ver la foto que me ha enviado. En ella aparece el letrero de la cafetería en la que habíamos desayunado cada una de las mañanas durante el viaje que habíamos echo a New York. Salgo de la imagen y leo su mensaje: "¿Te acuerdas? He venido a desayunar aquí."

Le envío tres emoticonos riendo y, a continuación, respondo al mensaje: "Como para no acordarme, nunca salíamos de allí sin ensuciarnos con el chocolate de las tortitas."

Salgo de la conversación, miro pensativo la pantalla del iPhone. Quizás estaría alargando la conversación con un nuevo mensaje pero, por mucho que quisiese, no podía evitarlo. De un momento para otro, entro otra vez en la conversación con Bella y escribo un nuevo mensaje: "¿Ya te has mudado? Pensé que vendrías a la fiesta que harán Sam y Raquel."

Durante un par de segundos, miro el mensaje escrito aún en la barra de texto. No quería cagarla una vez más con ella y, mucho menos, molestarla.

Envíalo, ha sido ella quien ha pensado en ti y te ha escrito...- pienso repetidas veces.

Pulso el botón de enviar.

Dejo el móvil a un lado, no quiero entrar más en Whatsapp porque sino, no terminaré de redactar todos los documentos que aún me quedan.

Continúo escribiendo en el documento que he dejado abierto de coger el iPhone. Antes de que termine de redactar el último párrafo, el móvil suena de nuevo.

Lo cojo y, cuando veo que la chica me ha contestado, entro en la conversación. Bella me ha respondido a ambos mensajes y me ha enviado dos fotos nuevas, en una aparece un edificio y en otra un ático por la parte de fuera.

Leo el primer mensaje: "No sé como piensas que me he mudado ya con la de despedidas que me esperan aún jajaja. Teníamos todo planeado para venir en un par de semanas pero hemos venido esta semana porque surgió un problema con un ático que nos gustaba mucho y ya sabes que cuando me gusta algo..."

Suelto una carcajada. No me puedo creer que haya dejado todo a un lado para no perder el ático.

Bueno, en verdad, si viene de ella me creo cualquier cosa...

Contesto al mensaje: "Pensé que no podías sorprenderme más y aquí estás, diciéndome que, de un día para otro, te has ido a la otra punta del mundo luchando por el ático de tus sueños jajajajaja."

Leo el segundo mensaje: "Obvio que me acuerdo, ese viaje es inolvidable."

Sonrío. Contesto al mensaje: "Ese viaje es insuperable, de entre todos los que hemos echo, creo que me quedaría con ese."

Abro la imagen en la que se ve el ático desde fuera, en el interior se veía a Tom acompañado de un hombre y una mujer. Siento como la piel de mi cuerpo se eriza mientras observo la imagen.

Me entristecía que alguien que quiero tanto, se vaya al otro lado del mundo a vivir pero, en verdad, en este instante no podía estar más orgulloso de ella. Podía mirar el sillón del salón y ver a Bella escribiendo durante toda una tarde y, pensar que en tan solo estos años ha conseguido cumplir hasta los sueños que ella misma creía inalcanzables, no podía hacerme más feliz.

La quiero y la querré con todo lo que la haga feliz porque, en su día, no había luchado por el sueño de ambos.

En la parte inferior de la imagen, leo su mensaje: "¿Te gusta? Mañana firmaré todo y necesito opiniones jajaja."

Sonrío, contesto al mensaje: "Me encanta, más te vale comprarlo porque me estoy las fiestas que haremos cuando todos vayamos a verte jaja."

***

Bella.

Dejo el Mac sobre la pequeña mesa de madera que hay junto al sillón y me siento como un indio en el. El sillón está al lado de la cristalera, miro hacia esta y veo como atardece.

Nuestro primer día en New York termina.

Tom ha salido a correr y, mientras tanto, pasaré todas las fotos que hemos echo con la cámara a lo largo del día en la ciudad. Coloco el ordenador sobre mis piernas y conecto la tarjeta.

Los últimos rayos de sol se reflejan por la cristalera mientras observo como las imágenes aparecen en la pantalla. Hay muchísimas fotografías preciosas y pasaré toda la noche editándolas.

Mi iPhone suena, lo busco con la mano entre la esquina del sillón y mi cuerpo. Cuando lo encuentro, lo desbloqueo y entro en la conversación de Max. Me ha contestado a los últimos mensajes. El chico sigue en línea y apostaría todo a que ni siquiera ha salido de nuestra conversación.

-¿Como que Sam te ha enviado un mensaje con lo que tienes que disfrazarte?- pregunta seguido de unos emoticonos riéndose.

-Te lo juro jajaja. Te enseñaría la conversación pero sabrás de que me disfrazo y pierde gracia.

Efectivamente, no ha salido de la conversación. En cuanto se envía el mensaje, aparecen los dos tics en azul.

-Solo el echo de que nos digan de qué tenemos que disfrazarnos, ya es gracioso jajaja.

-Claro jajaja. También podemos disfrazarnos con la misma ropa que llevábamos el día de la boda.

-¿Estás insinuando que iba disfrazado?- a continuación, envía un emoticono riéndose.

-Tu mismo has llegado a esa conclusión sin que te lo dijese. ¿Te sentiste disfrazado? jajajaja.

-Siento decírtelo pero, en una boda, el mayor disfraz es el de dama de honor.

Suelto una carcajada. Max me ha echo reír tanto en el día de hoy que he llegado a la conclusión de que, por muchas cosas que ocurriesen entre ambos, siempre seríamos los mismos de siempre.

Había sido absurdo querer distanciarme de el, siempre lo ha sido porque jamás lo conseguiré. No hacía falta que ocurriese algo en especial para que terminásemos hablando como si nada hubiese pasado. Jamás podré hablarle mal al chico y sé que el tampoco podía hacerlo.

La verdad es que me gustaría que, con el paso del tiempo, llegásemos a ser los mejores amigos que un día fuimos, sin que eso arruinase nuestras respectivas relaciones.

Los dos hemos asentado nuestras relaciones. Ambas eran mucho más fuertes que hace unos meses y eso, hace que hablar con Max, no sea tan arriesgado como lo ha sido en el pasado.

Todo podría terminar mal una vez más, pero aunque me doliese reconocerlo, no podía evitar ser feliz hablando con el. 

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¡Holaaap! ¿Qué tal? Como habréis visto, me ha ocurrido lo mismo que otras veces y es que, debido a los exámenes finales y todo lo que he tenido relacionado con los estudios, he estado bastante ocupada. Además, sé que me entenderá quien escriba porque a veces, por mucho que queremos escribir y así publicar, no nos gusta lo que estamos escribiendo porque no nos convence como debe o, directamente, no nos salen las palabras con las que escribir. Tenéis mi número para que os añada al grupo de Whatsapp.

Os pido perdón porque, aunque lo he pedido anteriormente por lo mismo, a mi tampoco me gustaría estar unos cuantos meses sin leer una novela a la que me he enganchado o me gusta.

He vuelto a escribir, he empezado por este capítulo y estos días seguiré escribiendo. En cuanto tenga el siguiente, que espero poder publicarlo mañana, lo publicaré y seguiré el "horario" que seguía antes de este parón (lunes y martes o dos veces capítulos por semana aunque no sean en esos días exactamente).

Espero que os guste este y los que publicaré más adelante. Os pido lo de siempre, que comentéis para saber vuestra opinión y, aunque no conteste a muchos de los mensajes, me encanta saber vuestra opinión o las ideas que tenéis porque formáis parte de todo esto.

Además, me habéis preguntado en varios capítulos que cuantos capítulos quedan y, aunque no lo sé fijo como para decirlo porque todo gira a la organización, al quitar capítulos o hacerlos más reducidos, como mucho quedan veinte capítulos contando el Epílogo final. Además, acerca de este tema, al terminar todos estos capítulos sobre la boda, también os comentaré una idea para la novela.

Muchísimas gracias por los comentarios, las leídas y los votos que he recibido estas últimas semana, sobre todo la semana pasada. No suelo responder a los comentarios aunque es algo que me gustaría hacer y pienso que debo organizarme para responderos a todos ya que cada uno de vuestros comentarios es algo que me sirve de ayuda para la novela. La semana pasada recibí muchísimos diciéndome lo emocionados que estabais, vuestros sentimientos acerca de lo que sucedía en los capítulos... y no me puede hacer más feliz saber que mis palabras causan ese efecto en vosotros, el mismo efecto que causó en mi mientras los escribía (también se puede llorar mientras se escribe jajaja).

En definitiva, muchísimas gracias por todo como siempre. Me gustaría que siguieseis comentando y votando en la novela ya que eso le da más valor y me sirve para ver su crecimiento.

Por último y aunque lo he dicho en el Importante que publiqué esta misma semana, seguiré publicando capítulos y añadiendo a todos los que me habléis para que os meta en el grupo de Whatsapp y no hay ningún tipo de problema en que me habléis ya que aún no lo borraré. Igualmente, quiero que no os de vergüenza o algo parecido por hablarme, en ese grupo hay muchos más lectores como vosotros y, aunque tarde en responderos o en agregaros al grupo, lo haré.

Os dejo mis cuentas y mi número de móvil aquí abajo:

+34646948158

Instagram: ittsandre

Instagram Cuenta de Fotografías: dreitts

Twitter: ittsandre

Snapchat: andreavillar17

Blogger: ittsandre

Muchísimas gracias :)

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