Calcomanía (Novela 1)

By Lily_delPilar

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En el año 1978, dos jóvenes se enamoran en tiempos de dictadura. Uno de ellos es orgullosamente gay y oposito... More

Sinopsis
Parte I
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By Lily_delPilar

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Marzo, 1979.

Los zapatos mal puestos de Liú Tian iban resonando a medida que avanzaban por la vacía calle de camino a casa de André. El chico llevaba un pantalón que le había robado a Xiao Zhen, por lo que sus calcetines de rombos quedaban visibles al caminar. Ambos iban sumidos en ese silencio que ya se había prolongado por demasiado tiempo, porque Xiao Zhen era simplemente incapaz de olvidar las palabras de Liú Tian. Porque, por mucho que quiso rebatirle y decirle que él no sería «solo Charles» en ese futuro lejano, no pudo. Y es que muy dentro de él, Xiao Zhen sabía que solo sería eso, al finalizar el día solo sería Charles.

Y eso lo hizo sentir patético.

—Es aquí —anunció Liú Tian sacándolo de sus pensamientos—. Toca la puerta, por favor.

—Es tu amigo, gege.

Liú Tian lo observaba con expresión algo culpable.

—Y espero que pronto sean tus amigos también. Toca la puerta sin miedo.

Miedo.

Xiao Zhen parecía definido por esa palabra.

Dudó un instante y golpeó con los nudillos. A los pocos segundos la puerta se abrió una rendija dejando entrever a Luan, que clavó su mirada aburrida en Xiao Zhen.

—Hola, Lu...

Luan le había cerrado la puerta en la cara.

Tian no se veía contento con eso.

—No te lo tomes como algo personal —le aconsejó Liú Tian, sus nudillos marcando un ritmo constante contra la madera—. Él es así, solo un pobre salvaje perdido en un mundo civilizado.

—Civilizado o no, sigue odiándome.

Como la entrada continuaba cerrada, Liú Tian golpeó con más fuerza.

—Ey, Luan, soy Tian. ¡Abre! —gritó con la palma a un costado de la boca.

La puerta volvió a abrirse dejando visible parte de un ojo que comprobó a Liú Tian.

—¿Un salvaje? —cuestionó Luan.

—Nos cerraste la puerta en la cara —reprendió Liú Tian—, ¿qué otra cosa esperas que diga de ti?

—A ti no te cerré la puerta —debatió Luan sin inmutarse.

Lu —gruñó Liú Tian.

—¿Qué? —se defendió—. Obvio le iba a cerrar la puerta en la cara, si yo no lo invité.

—Lo hice yo, Lu.

—¿Y por qué?

—Porque sí.

—Es que a ti siempre te ha gustado hacer caridad.

—¿Puedes terminarla con tus celos?

Luan se cruzó de brazos.

—¿Quién te dice que estoy celoso?

—Tu forma grosera de hablar. Si sigues así, voy a pensar que estás enamorado de mí. O de Xiao Zhen.

—No digas ridiculeces. Ustedes son hombres.

Liú Tian le dio a Xiao Zhen una mirada muy poco disimulada que decidió ignorar para no empeorar el asunto.

—Solo déjanos pasar, Lu —pidió finalmente Liú Tian cansado.

Aquel apelativo cariñoso hizo ceder a Luan, porque se apartó de la entrada y los dejó entrar, Liú Tian tirando de él para que no se quedase afuera.

La casa de André era grande y de dos pisos. El chico que siempre andaba con la ropa arrugada como si durmiese con ella puesta, al parecer poseía una buena situación económica. Mientras avanzaban por el camino de cemento que los llevaba directo a la vivienda bien iluminada, desde donde provenía la música no demasiado alta, Luan hizo avanzar a Liú Tian más lento para que Xiao Zhen quedase solo. A pesar de ello, pudo escuchar a la perfección su conversación.

—¿Desde cuándo te hiciste tan amigo de él?

—¿Esto a qué viene, Lu? ¿Sigues celoso?

Luan bufó.

—No son celos, solo digo que, sí, te salvó de esos locos que te abrieron la cabeza, pero igual no es para tanto, no necesitas ser su amigo.

Liú Tian guardó silencio, Xiao Zhen percatándose que Luan no había mencionado esa otra oportunidad en que él había ayudado al chico. Al parecer, Liú Tian le escondía a Luan algo más que su sexualidad.

Se había girado hacia ellos cuando Luan continuó.

—Tu novia está en la fiesta.

La mirada de Liú Tian nuevamente se cruzó con la suya.

—¿Novia? —chilló Liú Tian—. ¿Cuál novia?

—La que tienes.

—¿La mía?

—Emma, ¿la recuerdas?

A Liú Tian se le escapó una risa nerviosa, mientras se acariciaba el cuello con actitud ansiosa. Xiao Zhen desvió la vista hacia la entrada de la casa.

—Dios santo, ¿Emma? —jadeó Liú Tian—. ¿Pero qué hace aquí?

Luan pasó por un costado de Xiao Zhen y abrió la puerta.

—Yo la invité.

—¿Pero por qué hiciste eso?

—Porque es la novia de mi mejor amigo, y apenas la conozco.

Liú Tian permaneció en silencio unos instantes.

—No es que yo la conozca mejor —susurró.

Xiao Zhen no supo cómo siguió la conversación porque se coló por un costado de Luan e ingresó a la vivienda. De pronto el estómago le pesaba.

—Xiao Zhen —lo llamó Liú Tian.

Se dirigió a la sala de estar donde había un puñado de universitarios, André estaba en un rincón con los audífonos puestos y colocando música con expresión concentrada. Bailaban entre ellos manteniendo una distancia prudente. Xiao Zhen se fijó que solo había cuatro chicas en el grupo, una de ellas era la novia de Liú Tian.

El sentimiento de molestar creció dentro de él, sobre todo cuando la chica se separó del grupo y se acercó a Liú Tian. Comprobó de reojo que Liú Tian saludaba a Emma con un beso casto en los labios.

Pensó en ese beso durante horas.

Repitió esa escena una y otra vez incluso cuando terminó en una partida de Calabozos y Dragones.

No podía quitársela de la mente, porque Liú Tian ahora bailaba con su novia en el centro de la sala de estar y conversaba de manera animada con ella. Novios, se recordó. Ellos eran los novios, no Liú Tian y él, no ellos, porque ellos no podían ser novios cuando solo eran dos hombres tal vez terriblemente equivocados.

Le dio otro trago a su sexta cerveza. Su mirada se cruzó medio segundo con la de Liú Tian. Se quedó observándolo demasiado tiempo. Luego, se puso de pie y fue al baño, que se encontraba al final del pasillo oscuro. Y a pesar del ruido, pudo oír un par de pasos siguiéndolo.

—Charleston.

Lo ignoró e ingreso al baño con rapidez. Al cerrar la puerta, el brazo de Liú Tian se interpuso.

—¿Qué haces? —cuestionó.

—Quiero hablar contigo.

—No me importa, vete con tu novia.

La expresión de Liú Tian seguía siendo suplicante.

—No tenía idea que vendría —susurró—, te lo juro.

—El problema no es que haya venido, gege —contestó, la puerta bailando en su mano. Quería cerrarla para escapar de él.

—¿No? —Liú Tian alzó las cejas—. Pero yo creí...

—El problema es que tienes una novia.

—Sabes por qué la tengo y tú mejor que nadie lo sabe.

—Por los rumores —recordó.

—Por los rumores —aceptó Liú Tian, su brazo estirándose para alcanzar a Xiao Zhen—. Solo por eso.

—¿Entonces también tendré que buscarme una novia?

El dedo acusador de Liú Tian se enterró en su tórax.

—No te atrevas, Xiao Zhen.

Su lengua tocó el interior de su mejilla.

—Y si me atrevo, ¿qué?

Y cuando intentó cerrar la puerta, Liú Tian observó tras su espalda y luego lo empujó dentro. Ingresó con Xiao Zhen al baño.

—¿Gege...?

El pestillo siendo trabado resonó en sus oídos, después los labios de Liú Tian cubrían los suyos mientras era empujado contra el lavado. La cadera de Xiao Zhen topó con la loza, aquella boca cálida delineando la suya. Las palmas de Liú Tian le acariciaron la nuca, luego el cuello y la clavícula, para finalmente afirmarlo por las mejillas y tirar con más necesidad de él. Lo aprisionó contra el lavado, tan apretado a él que sus entrepiernas se rozaban, sus pechos se tocaban, sus respiraciones se entremezclaban en jadeos bajos y necesitados, entrecortados a medida que el beso crecía en intensidad y la boca del otro buscaba más.

Y al separarse, Liú Tian apoyó la frente en la suya.

—Solo te quiero a ti.

Tras aquello, secó la saliva de los labios de Xiao Zhen e hizo lo mismo con los suyos. Al dirigirse a la puerta, tomó una inspiración larga y se acomodó el cabello. A continuación, salió con rapidez.

André estaba fuera del pasillo apoyado contra la pared. Su mirada fue de Liú Tian hacia Xiao Zhen. Sus cejas alzadas en sorpresa.

—Xiao Zhen vomitó —mintió Liú Tian—. Intenté limpiar, pero tal vez te encuentres con vómito alrededor del inodoro.

Sin más explicaciones, avanzó por el pasillo oscuro y se perdió al doblar hacia la izquierda.

Xiao Zhen tragó saliva y se pasó la mano por el cabello, la mirada curiosa de André en él. Sentía los labios irritados. Se los lamió para quitar cualquier resto de Liú Tian en él.

—Lo siento —musitó con nerviosismo—. No pude controlar el vómito.

André ingresó al baño a medida que Xiao Zhen lo abandonaba.

—No importa —al final dijo—. Mañana igual tendré que limpiar... si es que hay vomito para limpiar.

El resto de la noche fue un borrón imperceptible. Cuando los amigos de André anunciaron que irían a dormir, tanto Xiao Zhen como Irina y Amelia decidieron lo mismo. La familia de André no se encontraba en casa, motivo que lo había llevado a realizar esa fiesta, por lo que subieron al segundo piso. Las pocas camas disponibles ya se encontraban ocupadas a excepción de una, así que Xiao Zhen tiró una almohada en el suelo del cuarto de André. Irina y Amelia se acomodaron en la cama.

Sus párpados se sentían pesados al cerrarlos, el mundo girando con la misma velocidad que sus emociones enloquecidas. Regresó el malestar al imaginarse a Liú Tian besando a su novia en el primer piso con sus cuerpos rozándose al bailar.

Detestaba ese sentimiento, lo detestaba, lo odiaba.

Cabeceó en un sueño intranquilo.

Una mano en su cintura lo despertó del todo ante el susto. Era Liú Tian, quien se acomodaba a su lado. Su aliento pasado a alcohol entrechocó con el rostro de Xiao Zhen. Se llevó un dedo a los labios pidiéndole silencio. Xiao Zhen se percató de los ronquidos altos provenientes de Irina. Luan y André también habían llegado a la estancia, ambos dormían en el suelo a solo unos metros.

El aliento de Liú Tian le hizo cosquillas al inclinarse hacia él.

—Charleston —cantó contra su oído—, me debes un beso.

Xiao Zhen comprobó si todos dormían, de igual forma su susurro en respuesta fue casi inaudible.

—Pídeselo a tu novia.

—Carlitos...

Se acercó todavía más.

—Pero es cierto, gege. —Sus ojos recorrieron las pupilas dilatadas de Liú Tian, sus mentes igual de borrachas—. Te debo un beso.

Tomó asiento con un crujido de madera. Se puso de pie con la atención de Liú Tian puesta en él.

—¿Acaso no quieres? —lo provocó.

Al bajar la escalera percibió un crujido que replicaba al suyo. Al voltearse, se encontró a Liú Tian con el cabello desordenado, su expresión tan ansiosa y desconcertada como se sentía el mismo Xiao Zhen.

Con el corazón yéndole tan rápido que retumbaba en sus oídos, fue al corredor oscuro que llevaba al baño. Pero, esta vez, no ingresó en ese lugar. Abrió una puerta que hace unas horas confundió con el baño: era un ropero pequeño repleto de abrigos de invierno. Cuando Liú Tian lo alcanzó, Xiao Zhen tiró de él y cerró la puerta tras ambos, colocándole el pestillo.

Una inspiración pesada.

Liú Tian fue el primero en moverse. Lo rodeó por el cuello con los brazos, apegándolo a él y buscando su boca de inmediato. Xiao Zhen se soltó y lo hizo girar en medio de ese esponjoso montón de abrigos. Cuando la espalda de Liú Tian tocó la pared, Xiao Zhen le besó la mandíbula, delineándola hasta llegar al lóbulo de su oreja y tirar de él. Tian gimió en respuesta.

—¿Qué estás haciendo? —jadeó Tian con voz temblorosa.

—Besarte —tarareó.

Sus besos bajaron por el cuello del chico. Los dedos de Liú Tian se aferraron a sus hombros a medida que el temblor en sus músculos volvía a sus piernas débiles.

Liú Tian volvía a gemir entrecortadamente.

—No sé si debería —se hizo de rogar desviando los ojos hacia el techo del ropero—, soy un hombre comprometido.

—¿Hombre comprometido? —repitió Xiao Zhen, ahora sus manos deslizándose por la cintura de Liú Tian y colándose bajo el suéter. Le tocó la piel de la espalda y siguió hacia abajo, sus dedos encajándose en los bolsillos traseros de su pantalón para así acercar a Liú Tian a él.

Sus entrepiernas se toparon, rozándose ante el movimiento de sus cuerpos. Compartieron un suspiro, deteniéndose el tiempo suficiente para respirar en la mejilla del otro.

—Eres mío, gege —dijo Xiao Zhen besando su mandíbula.

—Tuyo, Charles.

Se besaron mientras Xiao Zhen lo estrechaba con más fuerza para acercarlo, la distancia mínima, cada inspiración provocando un roce entre sus caderas que volvían más y más débiles las rodillas de ambos.

—No creo que deberíamos continuar —jadeó Liú Tian, buscando la boca de Xiao Zhen y capturándola, el sonido de ellas al encontrarse.

Xiao Zhen hizo presión, la espalda de Liú Tian volvió a tocar la pared en el fondo con los abrigos alrededor de ellos, el calor rodeándolos, las respiraciones de los dos cada vez más cortas e imprecisas.

—Le puse pestillo a la puerta —informó Xiao Zhen.

Entonces, encontró un punto clave en el cuello de Liú Tian que le hacía flaquear las rodillas.

—Estás borracho y mañana vas a entrar en pánico —balbuceó Liú Tian.

Xiao Zhen estrechó su agarre en los bolsillos traseros de su pantalón, su boca yendo nuevamente por la de Liú Tian. Ambos se besaron, la lengua de Xiao Zhen encontrando la suya y acariciándola. Le mordió el labio inferior cuando se separaron para tomar aire.

La inspiración interrumpida de Liú Tian chocaba en su mejilla.

—Tócame —suplicó contra el oído.

—¿Gege quiere que lo toque?

—Sí —tartamudeó—. Tócame, por favor.

Sus dedos se colaron bajo el suéter de Liú Tian, sus palmas acariciándole la piel cálida de la espalda y de la cintura. Le pellizcó la barriga.

—Amo tu pancita —susurró Xiao Zhen con buen humor ante la queja indignada de Liú Tian.

—No hagas eso, Carlitos —lo reprendió.

—Pero me gusta.

—Charles...

—¿Puedo besarla?

Liú Tian se aferró con más fuerza a sus hombros, Xiao Zhen lo sintió asentir contra su mejilla. Notó que Liú Tian se mordía el labio para enmudecer un gemido que se apresuró a capturar con la boca. Continuó con el rastro de besos por su cuello largo hasta llegar a la clavícula, tirando del suéter para quitárselo por sobre la cabeza y...

El pestillo resonó entre sus gemidos al ser destrabado.

Xiao Zhen logró girarse para cubrir a Liú Tian con su cuerpo.

La puerta se abrió, le siguió una exclamación horrorizada.

—¿Qué demonios...?

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