Calcomanía (Novela 1)

By Lily_delPilar

2.1M 332K 374K

En el año 1978, dos jóvenes se enamoran en tiempos de dictadura. Uno de ellos es orgullosamente gay y oposito... More

Sinopsis
Parte I
1: 1
1: 2
1: 3
1: 4
1: 5
1: 6
1: 7
1: 8
1: 9
1: 10
1: 11
1: 12
1: 13
1: 14
1: 15
1: 16
1: 17
1: 18
1: 19
1: 20
1: 21
1: 22
1: 23
1: 24
1: 25
1: 26
1: 27
1: 28
1: 29
1: 30
1: 31
1: 32
1: 33
1: 34
1: 35
1: 36
1: 37
1: 38
1: 40
1: 41
1: 42
1: 43
1: 44
1: 45
1: 46
1: 47
1: 48
1: 49
1: 50
1: 51
1: 52
1: 53
1: 54
1: 55
1: 56
1: 57
1: 58
1: 59
1: 60

1: 39

27.5K 5.6K 7.9K
By Lily_delPilar

39

Marzo, 1979.

Ambos iban absortos en sus pensamientos. Xiao Zhen avanzaba rápido y algo acelerado para llegar pronto a su casa, mientras que Tian se distraía con un caracol que se deslizaba por la vereda. Se quedó observándolo avanzar hasta que oyó una puerta abrirse y cerrarse a lo lejos. El caracol había llegado al césped cuando la puerta volvió a abrirse y Xiao Zhen se asomó por la entrada.

La casa estaba vacía.

La puerta fue cerrada de inmediato tras ingresar. Las llaves giraron una vez en el cerrojo, luego una segunda vuelta. Entonces, se miraron.

—¿Tu señor padre? —quiso asegurarse Liú Tian.

—No está.

—¿Y los guardias?

—Tampoco.

Eso le pareció sospechoso.

En múltiples oportunidades Xiao Zhen le había contado la relación tirante y fría que mantenía con su padre. Nunca se imaginó lo triste que podía ser hasta que notó los agujeros en el césped donde debían hacer guardia los subalternos del General Gautier. Pero, en ese momento, no había nadie. Aquello denotaba una obvia carencia afectiva producto del simple desinterés o...

Podría ser una trampa.

Porque ¿y si eso era justamente lo que quería el General Gautier, que alguien de la oposición se le acercase a su hijo para utilizarlo como pieza de ajedrez en ese enorme tablero político?

No pudo pensar mucho más en eso porque Xiao Zhen le había tocado la mano. Algo desconcertado, bajó la mirada. Sus dedos se enlazaban con los de Xiao Zhen, que eran algo más gruesos que los suyos. El propio Liú Tian tenía algunas durezas en sus dedos por sostener demasiadas horas un pincel. Pero las manos de Xiao Zhen eran suaves a excepción de los nudillos.

Liú Tian dio un paso para acortar la distancia entre ambos, luego dejó en el suelo las dos bolsas que había pasado a buscar a su residencia antes de encontrarse con Xiao Zhen. La garganta de Zhen subió y bajó al tragar saliva. Eso le sacó una sonrisa a Liú Tian. Sus labios tocaron la mejilla del chico al acercársele todavía más.

—¿Nervioso, Carlitos? —susurró contra su piel.

Sus chaquetas ahora se rozaban de lo cerca que estaban.

—No.

—¿No? —cuestionó tocando la comisura de los labios de Xiao Zhen con su boca—. ¿Estás seguro?

A Tian le encantaba poner tímido a Xiao Zhen.

Pero me gusta todavía más cuando no lo es, pensó al sentir que Xiao Zhen metía las manos bajo su camiseta holgada. El contacto de aquellos nudillos ásperos contra la piel de su estómago hizo que sus rodillas flaquearan. Se afirmó de sus hombros con una risa algo jadeante.

—No conocía este lado de ti, Carlitos.

Era una completa ironía que Liú Tian fuese el descarado de la relación, porque no fue su responsabilidad el primer beso que compartieron, ni tampoco este. Mientras acomodaba un mechón de su cabello detrás de su propia oreja, Xiao Zhen acortó la distancia entre ambos. Su boca cálida buscó la suya. El corazón de Liú Tian se aceleró y acomodó los brazos para rodearle el cuello, tan apegado al otro cuerpo que podía sentir el cinturón del chico contra su abdomen.

Sus lenguas se encontraron, ambos todavía con los ojos entreabiertos, sus párpados solo algo caídos. Tian jadeó contra la boca de Xiao Zhen, besándolo con tanta necesidad que sus dientes se toparon en más de una oportunidad.

Liú Tian moría por ese chico, quería abrazarlo y sujetarlo contra sí, meterle las manos en los bolsillos traseros del pantalón y apegarlo a su entrepierna.

Quería rozarlo.

Tocar su piel.

Pero se conformó con entrelazar los dedos con los mechones de su cabello. Luego deslizó las manos por su cuello, tanteando su piel cálida. Regresó a su nuca y una vez más a su clavícula y más arriba, a su mandíbula y finalmente a sus mejillas.

Se separó de él.

Sus respiraciones eran jadeantes, podía sentir el aliento pesado y caliente de Xiao Zhen contra sus propios labios. Su boca estaba algo irritada y a la vez deseosa, porque ese beso había durado demasiado poco. Le mordió el labio inferior solo porque podía.

—Tian —se quejó Xiao Zhen.

—¿Qué? —preguntó con inocencia.

Recibió como respuesta un abrazo ajustado. Sintió el corazón de Xiao Zhen latiendo con fuerza contra su pecho, y también sintió algo más. Al devolverle el abrazo, le dio un beso en el cuello, justo en esa curva que se formaba al finalizar la mandíbula. Xiao Zhen lo apretó con más fuerzas contra él.

—Me gusta esto —dijo Liú Tian. Meció la cadera de izquierda a derecha—. Qué gran pareja de baile seríamos.

Continuó moviéndose hasta que Xiao Zhen apretó su cadera para sujetarlo.

—Tian —advirtió.

—No estoy haciendo nada —contestó con total simpleza.

—Te estabas moviendo.

—Bailando —corrigió.

—Solo mecías la cadera.

—Como en la película Vaselina. ¿Qué puedo decir? Soy un digno estudiante del movimiento pélvico de John Travolta.

—Él no se mueve así.

—¿No? —se hizo el desentendido. Mantenía los brazos cruzados tras el cuello de Xiao Zhen, pero había inclinado el torso hacia atrás—. ¿Debería entonces inscribirme en una escuela de baile? Solo tendría que conseguirme una pareja.

—No empieces.

Liú Tian sonrió.

—¿Celoso?

Xiao Zhen contempló el cielo anaranjado unos instantes, ya estaba anocheciendo. Liú Tian pensó que lo negaría, por lo que no supo muy bien cómo reaccionar cuando su respuesta fue otra.

—Sí, gege, mucho.

Se quedó observándolo anonadado.

—¿Carlitos?

—¿Mm?

—¿Dónde estuviste todo este tiempo?

—En China.

—Carlitos.

—¿Mm?

—¿Sabes que hablaba de manera figurativa, cierto? Solo intentaba ser romántico.

Al ver que se sonrojaba, Liú Tian le dio un beso en la mejilla y lo soltó. Fingió no notar que Xiao Zhen se llevaban la mano al rostro con expresión perdida. Tarareando feliz, agarró las bolsas que dejó en el piso.

—¿Vamos? —pidió, avanzando por el camino de piedras hasta la casa fría y vacía. Sus zapatos resonaron en el piso de madera de la entrada.

—¿Qué...? —jadeó Xiao Zhen tras suyo. Liú Tian lo observó por sobre el hombro, sus cejas alzadas en interrogación—. ¿Qué traes contigo, gege?

—Unas ganas inmensas de volver a besarte.

Xiao Zhen no se inmutó ante su coqueteo. Le apuntó las bolsas.

—Oh, ¿te referías a esto? —preguntó con inocencia.

Avanzaron por el pasillo hacia el cuarto de Xiao Zhen.

—Por supuesto que me refería a eso, gege. ¿Qué traes?

—Mi ropa interior —bromeó.

—¿En esas dos bolsas?

—Cierra la puerta y te lo muestro.

Xiao Zhen vaciló en la entrada de su habitación.

—¿Por qué eso suena tan mal?

Liú Tian dejó las bolsas en el piso con un ruido metálico y después tomó asiento en la cama, quitándose el bolso del hombro. Cruzó las piernas antes de hablar.

—No lo sé, Charleston, dímelo tú. ¿Algún pensamiento sucio que tengas conmigo que quieras compartir con el dueño de tus fantasías?

—Todo suena mal contigo —suspiró Xiao Zhen.

De igual forma, Liú Tian notó que el chico cerraba con pestillo la puerta del cuarto. No quiso tener pensamientos indecorosos con él, pero eso era justamente lo que estaba haciendo. Para distraerse, se puso otra vez de pie y contempló las paredes del cuarto con las manos formando un cuadrado.

—¿Gege...?

—¿Tienes un lugar secreto para esconder cosas?

Xiao Zhen frunció el ceño.

—No.

A continuación, pisó las tablas del suelo con fuerza. Al detenerse, se giró otra vez hacia Xiao Zhen.

—¿Tienes un martillo?

—¿Para qué quieres un martillo?

—Te levantaré una tabla para que puedas esconder cosas debajo del suelo, todo adolescente necesita un escondite para esconder su porno, Carlitos.

—No tengo porno.

Liú Tian posicionó sus manos en la cintura.

—Mira, sé que no soy del todo brillante, pero no hay necesidad de insultar así mi falta de inteligencia.

—Lo digo en serio.

—Ajá —dijo mientras continuaba pisando las tablas del suelo.

—No estoy bromeando.

—Sí, sí, cómo no.

Gege, ¿por qué tendría porno si...? —Xiao Zhen terminó en un suspiro.

—¿Sí «qué»?

Lo observó lamerse los labios y moverse por el cuarto con timidez hasta que terminó apoyado contra el escritorio.

—No necesito revistas porno —finalizó.

Liú Tian puso los ojos en blanco.

—No tienes que fingir conmigo, no me gusta que me mientan porque...

—No hay revistas de porno gay, Tian.

Se desinfló como un globo, sus brazos cayeron sin fuerzas a su lado. Xiao Zhen ahora observaba un punto muerto sobre su cabeza, mantenía la boca fruncida hacia un costado.

—Oh —susurró.

—Sí.

—Pero tuviste una novia.

—No precisamente porque me gustaba.

—Oh.

—Sí.

Por alguna razón, eso le hizo sonreír como un loco.

—¿Ahora qué? —preguntó Xiao Zhen al notar su sonrisa.

—Nada —respondió, pero sabía que se veía demasiado feliz y complacido para ser un simple «nada».

—Lo estás disfrutando.

—Por supuesto que lo estoy disfrutando, Charlitos.

—No te veas tan complacido.

—Voy a estar tan complacido como quiera, Charlitos.

Contento y tarareando satisfecho, fue hacia sus bolsas y sacó una docena de revistas.

—Es un regalo —avisó.

Entonces, las dejó sobre en el escritorio. Xiao Zhen miró a su lado y jadeó sorprendido.

—¿Es la...?

—Sí, es mi colección de «Marvel, Tales of suspense». Ese es el #39. Fui a ver a mi familia hace unas semanas y te las traje.

—No lo olvidaste —susurró Xiao Zhen, su voz oyéndose diminuta.

—Yo nunca rompería una promesa contigo.

Al notar que Xiao Zhen tocaba la portada de la revista como si fuese el regalo más maravilloso de la vida, Liú Tian se le acercó y le acarició la nuca con cariño.

—No quiero que tu vida continúe en tonalidades grises, Charles —dijo con voz suave—. Porque la clave para seguir vivo en esta sociedad no es olvidarse de los colores, es saber esconderlos.

La mirada nerviosa de Xiao Zhen fue desde él hacia las paredes vacías y carentes de vida de su cuarto. Su garganta subió y bajó al tomar aliento. Liú Tian quería abrazarlo hasta que Xiao Zhen pudiese sentir ese cariño que crecía por él dentro de su pecho. Considerando que solo había recibido de regalo un par de revistas mal cuidadas, Xiao Zhen parecía mucho más afectado de lo que debería estar. Liú Tian decidió darle su espacio y fue por la bolsa que queda en el suelo. Al voltearla, cayeron tres latas de pinturas con los colores esenciales, media docena de pinceles, un mezclador y cinta adhesiva.

—Voy a pintarte un mural —anunció Liú Tian decidido—. Quiero que veas algo bonito cada vez que te sientas triste.

Todavía apoyado contra el escritorio con las revistas a su lado, Xiao Zhen se veía perdido.

—Mi padre lo va a ver.

—Confía en mí.

—Pero...

—Necesitas un lugar seguro, Charlitos.

Y entonces, en voz baja, casi en un susurro inaudible, Xiao Zhen le respondió.

—Tú eres mi lugar seguro, gege.

La sonrisa de Liú Tian se quebró.

—Yo puedo ser tu lugar seguro, pero... no estaré para siempre, Charles. Lo sabes, ¿cierto?

—¿Qué...? ¿Qué quieres decir?

—Que soy un loco idealista que luchará siempre.

Gege...

—Y vivimos en una sociedad en donde los locos idealistas...

—No sigas.

Liú Tian dio un suspiro corto.

—Solo quiero que sepas que detrás de todo este gris, siempre habrá un mundo de colores esperando.

La habitación cayó en un silencio que Liú Tian rompió al acercarse al ropero y deslizarlo por el suelo para alejarlo de la pared. Comprobó el espacio que había dejado y luego se giró otra vez hacia Xiao Zhen.

—Aquí lo pintaré. Solo nosotros dos sabremos de este lugar.

Entonces se quedó expectante a que Xiao Zhen respondiese. Tras unos instantes, lo vio asentir. Liú Tian no necesitó más. Arrastró el mezclador, los pinceles y la pintura al espacio tras el ropero y tomó asiento frente a la pared, su espalda topando contra el costado del mueble. Y cuando comenzaba a cortar la cinta adhesiva para definir los bordes, perdió el soporte en el que se apoyaba. Luego, fue abrazado por la espalda con fuerza.

Desconcertado, soltó una risa nerviosa.

—Charlitos, ¿qué...?

Recibió un beso en la nuca.

Y Liú Tian pudo palpar el cariño, el completo y absoluto cariño que sentía Xiao Zhen por él y solo por él. Por eso, no se sorprendió del todo cuando Xiao Zhen susurró aquellas dos palabras contra su oído.

—Te quiero, gege.

Xiao Zhen lo quería.

Realmente lo quería.

Continue Reading

You'll Also Like

1.2K 227 42
¿Qué pasaría si ves por la ventana a tu vecino a punto de poner su vida en peligro? Dae un chico alegre y tierno de 16 años, corre a ayudarlo sin dud...
13.4K 1.1K 17
Zelretch esta de nuevo aburrido y que mejor que quitarse ese aburrimiento con cierto Héroe de Hierro Forjado después de otra versión de la Quinta Gue...
6.5K 290 33
(VERSIÓN ANTIGUA) Me dijeron "Vamos diviértete, eres joven para hacerlo, está es tu noche" Y lo hice, claro que lo hice, baile, reí, tome y me aloqu...
331K 21.1K 29
Chiara y Violeta son compañeras de piso, y no se llevan bien. Discuten a menudo, y cuando no lo hacen, se ignoran. Cuando se adelanta la boda de su h...