JJ Mᴀʏʙᴀɴᴋ
—No van a dejarte entrar en una fiesta en Figure Eight, JJ—habló Kiara a través del teléfono—Ni de coña—
—Vamos, dime dónde estáis—le supliqué por tercera vez—Necesito hablar con Alexia, y tiene que ser ahora—
—¿Y por qué ahora?—
—Sólo dime dónde estáis, ¿vale?—
—Ahg, está bien—asintió finalmente—Estamos en casa de los Campbell, ¿sabes dónde es?—
—Si, lo sé—asentí y colgué la llamada, para después caminar hasta Figure Eight.
Todo esto era una mierda.
Intenté alejar a Alexia de mi, pero ha sido una estrategia horrible.
Solo pensar que estará por ahí, tal vez con otro tío... es devastador.
Si no hubiera hecho caso a mi padre, si no hubiera ido a verle... todo seguiría bien.
Estos han sido los cuatro días más largos de mi vida.
Despertarme solo, sin ella a mi lado. Sin más desayunos entre risas ni salidas a la playa.
Sin tenerla entre mis brazos, sin poder besarla...
¿Cómo se puede estar tan locamente enamorado y hacer una estupidez como la que yo hice?
Llegué a la casa de los Campbell en algo menos de diez minutos.
La puerta principal estaba abierta, por lo que me fue fácil entrar.
Fui hasta el jardín trasero y busqué a Kiara con la mirada. La encontré bastante rápido, cerca de la piscina. Camine hacia ella con ansias y nerviosismo.
—¿Dónde está Lex?—le pregunté.
—Eh, pues la verdad no lo sé—respondió la morena—Bueno, si que la vi—
—¿Dónde?—repetí la pregunta.
—Entró en la casa—dijo, y yo me alejé de allí.
Tenía que encontrar a Alexia y decirle lo que había pasado. Contarle lo de mi padre.
Ella lo entenderá. Porque sabía que me pasaba algo. En el momento no quise contárselo, pero ahora lo único que quiero es estar con ella.
—Hey, JJ, ¿cierto?—
Me giré al escuchar al tal Alex Mitman llamarme.
—Si, soy yo—asentí.
—Supongo que buscas a Alexia—habló, y yo asentí.
—Si—
—Bueno, pues la verdad es que yo también la estoy buscando. Hace poco la vi entrar en la casa con un chico, y parecía muy borracha—
—Oh, mierda—me pasé la mano derecha por el pelo—Yo me encargo—
Entré en casa se los Campbell y eché un vistazo rápido a la parte de abajo. Como supuse, no había nada raro. Sólo tíos y tías bebiendo.
Fui al piso de arriba y vi que había dos chicos algo sospechosos rondando una de las puertas.
Me acerqué e intenté entrar en la habitación, pero se colocaron delante de la puerta.
Al principio no supe si debía entrar o no, porque tal vez en la habitación no estaba pasando nada raro, pero esos pensamientos se fueron al escuchar su risa. La risa de Alexia.
Eran como carcajadas nerviosas, que se mezclaban con otra voz.
Se notaba que no estaba sobria desde el pasillo.
—Dejadme entrar—les exigí a los dos chavales.
—No creo que te incumba lo que está pasando ahí dentro—bromeó uno de ellos.
—Mira, tío, hoy tengo muchas ganas de darle una paliza a alguien—me acerqué peligrosamente al que se había reído—Puedes ser tú, o puedes dejarme entrar. Decide—
—Va a ser que no, colega—negó.
Suspiré con cansancio y eché la cabeza para atrás. Me di la vuelta unos segundos y después me giré para darle un puñetazo en la cara.
—¡Cabrón!—replicó el tío antes de intentar devolverme el golpe.
Lo bueno de pelear contra mi padre, es que hacerlo contra chicos de mi edad es pan comido.
No tardé más de dos minutos en conseguir que se fueran.
Intenté abrir la puerta, pero estaba cerrada con seguro.
—Joder—murmuré, y le di una fuerte patada para conseguir abrirla del golpe.
—¿¡Qué coño!?—
Un tío pelirrojo y semidesnudo se separó de Alexia, quién en ese momento parecía inconsciente.
—Pírate—le dije, tratando de contenerme y no matarlo allí mismo, y él se puso una camiseta y caminó hacia la puerta. Antes de que pudiera salir, le agarré del cuello de la prenda—¿Le has hecho algo?—
—No, no llegamos a... no—respondió con algo de nerviosismo.
—Como vuelvas a tocarla te mato—le solté y salió de allí. Yo me acerqué a la cama.
Alexia estaba tumbada, en sujetador. Conservaba su pantalón, por suerte.
—Lex, ¿me escuchas?—pasé mi mano derecha por su mejilla—¿Alexia?—
Ella abrió los ojos poco a poco, y pareció cabrearse al verme.
—¿Qué haces aquí?—se incorporó—¿Dónde está Matt?—
—Ese capullo se ha largado—
—Joder, aquí el único capullo eres tú—me dio un empujón, alejándome un poco de ella—¿Le has echado?—
—Estabas inconsciente, Alexia—dije.
—Oh por Dios, ¡no iba a violarme! Sólo cerré los ojos un segundo—se quejó ella—¡Eres un cabronazo!—
—Solo quería protegerte, joder—
—¡No lo necesito!—volvió a protestar—No te necesito—
—Vale, claro—aunque me dolió escucharla no quise discutir—Vamos, te llevo a casa—
—No—
—Alexia, por favor, ponte la camiseta y te acompaño—le pedí.
—¿Acaso eres mi padre?—se levantó—No. Ni siquiera eres mi novio—frunció el ceño—Así que, ¿por qué no te largas y me dejas divertirme?—
—No me digas, ¿esto te divierte?—
—Tú no tienes ni idea—me acusó.
—Claro que si—asentí—Te divierte ir a la playa a hacer surf, y escuchar One Direction en la arena cuando empieza a ponerse el sol, mientras dibujas garabatos en una pequeña libreta que siempre llevas encima. Y te divierte cantar a pleno pulmón en el coche. Pero esto no te divierte—
—Pues no, no me gusta una mierda, ¡pero es lo único que puedo hacer!—replicó.
—¿Hacer para qué?—
—¡Para olvidarte!—dijo, y luego bajó el tono de voz—Aunque sea por unos minutos... para olvidar que te acostaste con otra chica, porque no puedo sacarte de mi cabeza—
Me acerqué a ella, poco a poco, y cuando quedamos a pocos centímetros el uno del otro volví a rozar su mejilla con delicadeza.
Echaba de menos el tacto de su piel.
—Volvamos a casa—susurré, observando cada uno de sus rasgos.
—Oh, a la mierda—recortó la distancia que nos separaba y me besó.
La necesitaba. Muchísimo.
Sin ella mi vida era deprimente.
Alexia es ese tipo de persona a la que buscas con la mirada cuando te sientes mal, porque sabes que te sonreirá y todos tus problemas se quedarán pequeños al verla.
Ella fue quién empezó a subir la intensidad del beso, y yo tuve que pararla.
—Ahora no, estás muy borracha—dije.
Sin embargo, volvió a besarme con la misma pasión y el mismo deseo que segundos antes, y tuve que volver a separarme.
—Alexia, te he dicho que ahora no—
—No me jodas—se quejó.
—Ponte la camiseta y te llevo a casa—repetí—Vamos—
—Te he dicho que no, Maybank—
—Por favor—
Ella soltó un bufido en modo de protesta, pero no dijo nada más.
Se vistió y salimos de la habitación.
Le mandé un mensaje a Kiara diciéndole que volvíamos a casa y nos fuimos de la de los Campbell.
Al llegar a la calle, me di cuenta de que hacía algo de frío, así que me saqué la sudadera y se la tendí.
Alexia me miró mal.
—Detesto los clichés voluntarios—
—Lo sé, pero tienes frío—
Ella rodó los ojos y acabó cogiendo la sudadera y poniéndosela.
Le quedaba grande, pero estaba preciosa.
Y en ese exacto momento, no sé exactamente por qué, supe que quería pasar con Alexia cada minuto de mi vida.
Dejarle mi abrigo cuando hiciera frío, y estar siempre para ella.
Al fin y al cabo, eso es el amor, ¿no? Estar con esa persona en las buenas, pero sobretodo en las malas. Porque todo el mundo puede estar contigo en en los buenos momentos, pero los que siempre se quedan son los que realmente te quieren.
Y yo le quiero.