𝟥𝟣| 𝖴𝗇 𝖼𝗂𝗋𝖼𝗎𝗅𝗈 𝗏𝗂𝖼𝗂𝗈𝗌𝗈

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Lx Aᴍᴇʀʏ

—No parece que haya nadie. He llamado cuatro veces al timbre—nos informó Alex a través de su walkie-talkie.

Habíamos cogido tres de estos aparatos.
Uno para Mitman, otro para Kie y el último para los demás, que permanecíamos juntos y escondidos entre varios arbustos y plantas altas.

Alex se había vestido de repartidor y llevaba una caja en las manos. Estaba vacía, pero le daba el toque realista.
Estaba en la puerta de la casa, esperando a ver si había alguien dentro.

—Llama dos veces más—dije por el walkie-talkie—Y si no sale nadie, entras tú, Kie—

—Ok, estoy lista—respondió la morena.

Pasaron un par de minutos hasta que Alex volvió a hablar.
—Nada—dijo—Está despejado—

—John B, el mapa—me giré hacia él y me tendió un plano de la propiedad que había conseguido en el despacho de su padre—Gracias—le eché un ojo—Vale, Kiara, la primera cámara está en una farola que tienes a seis metros—

—La veo—asintió, y vimos cómo le lanzaba una bola de béisbol reventándola al instante—¿Siguiente?—

—Camina todo recto hasta el primer árbol. Es un manzano—le guié—Si te colocas detrás de él podrás ver otra cámara. Está al lado de la puerta—

—Vale, lo tengo—

Los seis que estábamos escondidos entre arbustos nos giramos un poco para ver mejor la jugada. Un golpe limpio por parte de Kiara terminó con la segunda cámara.

—Atenta, Kie, esta es algo más difícil—le avisé—Desde dónde estás, hay otra cámara sobre la ventana derecha. ¿La ves?—

—Si—asintió, y golpeó la tercera.

—Y sólo queda la última en la parte de delante—sonreí ligeramente—Muévete hasta la pared de la derecha. Desde ahí verás otra cámara, también en el porche—

Kiara se movió hasta la pared y lanzó la última bola.
—Está hecho—dijo.

Los demás nos miramos y después saltamos la valla para llegar hasta la puerta.

—¡Vamos, hay que entrar!—habló Pope—¿Cómo lo hacemos?—

—Yo que sé, rompe una ventana—propuso JJ.

—¡No vamos a romper una ventana!—se quejó el moreno.

—¿Y por qué no?—hablé—No tenemos tiempo—

El rubio sonrió y cogió una piedra.
La tiró y una vez el vidrio estuvo roto, metió la mano por el agujero que había hecho para poder abrir la ventana.

Entramos por allí y quedamos dentro de la casa.
Era un sitio muy diferente a lo que me esperaba. Casi ni estaba decorada.
Tenía algún armario y un par de muebles, pero nada más.

Empezamos a buscar por toda la casa, esperando encontrar algo raro o fuera de lo común. Pero, ¿qué buscábamos exactamente? Porque no creo que seiscientos lingotes de oro sean demasiado difíciles de encontrar.

—No hay nada—negó John B—En ningún lado—

—Seguid buscando—ordenó Rafe—Tiene que estar por aquí—

Era una casa de un sólo piso, lo que rebajaba mucho nuestras opciones.
Me pasé la mano derecha por el pelo y después eché la cabeza para atrás.
Suspiré y negué con la cabeza.

Di un par de pasos y noté como uno de los tablones de madera del suelo se movía un poco.
Me arrodillé y pasé ambas manos por la madera.

—Chicos—murmuré—¡Chicos!—

𝖥𝗂𝗋𝖾 [𝖩𝖩 𝖬𝖺𝗒𝖻𝖺𝗇𝗄]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora