𝖥𝗂𝗋𝖾 [𝖩𝖩 𝖬𝖺𝗒𝖻𝖺𝗇𝗄]

𝟧| 𝖤𝗅 𝗂𝗇𝖽𝗈𝗆𝖺𝖻𝗅𝖾 𝖶𝗂𝗅𝗅 𝖧𝗎𝗇𝗍𝗂𝗇𝗀

—UN MES DESPUÉS—

Lᴇx Aᴍᴇʀʏ

Salí de la habitación aún algo dormida.
Bostecé y caminé hacia la cocina.

—Macho—saludé a John B.

—Hembra—respondió.

Después de haber vuelto a Outer Banks decidí hacer caso al castaño y me quedé en su casa.

El día que llegamos desde las Bahamas hablé con la policía y dije que había sido Ward quién había matado a Peterking.
Rafe, John B y Sarah lo confirmaron.

Aún así, como mi padre tenía el oro, había pagado mucho dinero y ya estaba en libertad.

Como yo fui quién le acusó, la policía me trató como un testigo protegido, y la mayoría de las veces que quiero salir tengo que avisar al agente que debe cuidarme, que resultó ser Liam Cooper, el chico que conoce a mi tío.

Además de eso, había denunciado a Topper, y aunque la sentencia se llevó a cabo, le soltaron en unos días por lo mismo que a Ward. Tenía dinero. Y los ricos no van a la cárcel.

—¿Has comprado gofres?—le pregunté a John B mientras los buscaba por la cocina.

—Creo que si—respondió—No sé, mira por ahí—

—Ah bueno gracias—sonreí sarcásticamente y seguí buscando.

Estuve cinco minutos por toda la cocina, intentando encontrar los malditos gofres, y como no lo conseguí decidí volver a preguntarle a John B, pero cuando me giré ya no estaba.

—¡John B!—le llamé, y no respondió.

Salí de la cocina y fui hacia el recibidor.

—John B no encuentro los... ¡Joder, Liam!—me sorprendí al ver al policía dentro de casa.

—Oye, tranquila—rió él.

—¿Puedes, por favor, dejar de aparecer de repente en cada rincón por el que camino?—me crucé de brazos.

—Ya bastante tiempo te dejo sola, mi trabajo es protegerte—dijo con autoridad.

—Uy, vale, discúlpame—sonreí—¿Has visto a John B?—

—Acaba de ir al jardín—

—De puta madre, gracias—

—Oye, muchacha, lenguaje—me regañó como si fuera una niña pequeña.

—Quítate, viejo—le aparté aguantando la risa. Todos le habíamos cogido bastante confianza durante el tiempo que había pasado con nosotros.

Salí fuera de la cabaña y vi a John B delante de la furgoneta, con el motor abierto.

—Hey—le llamé—¿Pasa algo?—

—Hace un ruido muy extraño, no sé por qué—dijo él—Estoy revisando el motor, pero no parece que haya nada malo—

—Si quieres la llevo al taller—propuse.

—¿Alguna vez has ido a un taller?—preguntó burlón, y yo me hice la ofendida.

—Perdona, pero puedo cambiar una rueda en pocos minutos—hablé—Probablemente más rápido que tú—

—No me digas—pareció sorprenderse.

—Tenía un hermano, John B, siempre le ayudaba con ese tipo de cosas. No te preocupes, yo lo llevo—

—¿Ahora?—