𝟥𝟧| 𝖠𝖿𝗅𝗂𝗀𝗂𝖽𝗈𝗌 𝗒 𝗆𝗈𝗅𝖾𝗌𝗍𝗈𝗌

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Lx Aᴍᴇʀʏ

—¿Qué?—preguntó John B al ver mi mueca—¿Qué ocurre?—

Di un par de pasos hasta entrar en la casa, pero me giré al notar que ninguno de ellos se había movido.

—¿Venís o qué?—dije, y los chicos me siguieron hasta mi habitación.

Me acerqué a la cama y puse mis manos en uno de los bordes, para después empujarla con fuerza bajo la expectante mirada de los poges.

Una vez la cama estuvo apartada, solté un pequeño suspiro de cansancio y puse mis brazos en jarras.
Después de unos segundos de descanso recobrando el aliento, me arrodillé en el suelo y rocé la madera con mi mano derecha.

—Hay un destornillador en el primer cajón—dije, señalando la mesilla de noche—Pasádmelo, por favor—

Lo había dejado allí guardado después de haber cerrado el agujero del suelo, para poder abrirlo cuando quisiera.

—Claro—Pope se acercó al salón pequeño mueble y abrió el cajón correspondiente. A continuación, me pasó la herramienta.

El suelo estaba compuesto por pequeñas tablas de madera, de unos treinta centímetros de largo cada una.
Tuve que abrir tres.

Usé el destornillador para separar las tablas entre ellas, y luego hacer palanca para extraerlas, dejando ver un hueco en el suelo.

¿Por qué un hueco en el suelo? He de admitir que fue puro entretenimiento.
El pozo de la casa de los Crain estaba bajo los tablones del sótano, y el oro en la casa de Figure Eight también. ¿Por qué no hacerlo igual?

—No me jodas—habló John B, acercándose a mi—No me jodas—

—La hostia—escuché a JJ reír, y yo sonreí instintivamente.

Metí la mano en el agujero y saqué los lingotes uno por uno, dejando que los chicos los observaran.

—Son veinte—dije, una vez terminé—Todo lo que pude guardar—

—Un momento—Sarah se sentó a mi lado—¿Entonces es en serio? ¿Rafe tiró el resto?—

Asentí con la cabeza.
—Dos para cada uno, uno para Alex, uno para Liam y otro para Jazz. ¿Sugerencias?—

—Podemos darle uno al señor Kalani—propuso John B—Nos acogió en su casa desde el primer día—

—¿Y qué hay de mi hermana? Bueno, si no fuera por ella no habría salido de mi casa—habló Sarah—Cuando mi padre me encerró, quiero decir—

—Claro—volví a asentir—El último podría ser para Chastity Campbell. De no ser por la información que me dio, no sabría lo de la casa en Figure Eight, ni lo del billete desde las Bahamas—

—Si, estoy de acuerdo—asintió Kie—¿Cuánto sacamos por cada lingote?—

—Bueno, para que den las cuentas, unos 700 mil—dije—Dos lingotes son 1 millón 400 mil—

—¡Toma ya!—habló Pope—Puedo... puedo pagarme la universidad con eso—

Suspiré con cansancio.
—Puedo ir a Carolina del Norte—

Estuvimos unos segundos en silencio, mientras volvía a guardar quince de los lingotes en el agujero y a poner la cama encima.

𝖥𝗂𝗋𝖾 [𝖩𝖩 𝖬𝖺𝗒𝖻𝖺𝗇𝗄]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora