Samuel terminó por llevar a Andrea a su departamento, durante el trayecto no había dejado de llorar intensamente mientras repetía de forma incansable los momentos en los que Ignacio había dado señas de su paternidad y ella no se había dado cuenta de aquel cariño tan especial que aquel hombre sentía por ella de forma inexplicable.
Ambos entraron en aquel lugar y Samuel no dudo en ofrecerle a Andrea una copa de whisky para que aquella pena fuese más llevadera, ella tomó un gran trago de aquella copa bajo la mirada de él, cerró los ojos con fuerza notando el ardor del alcohol cruzando su garganta, soltó una fuerte respiración.
Samuel: despacio... no vaya ser que te siente mal.
Andrea: todavía estoy que no me lo creo, toda la vida pensando que mi padre estaba muerto y en el último año lo tuve bajo el mismo techo.
Samuel: y te ayudó ¿no?-de nuevo Andrea tomó la copa y se acabó su contenido, acercó la copa para que Samuel le sirviese otra-Ignacio te ha dado mucho, mira donde estás gracias a él.
Andrea: siempre pensé que si me ayudaba era por venganza hacia Beatriz, aunque en verdad sí que no entendía su cariño tan repentino desde que me conoció-suspiró tomando de nuevo de la copa-me ha llevado a la cima mi propio padre y yo sin saberlo, he discutido tanto con él por los derechos que se atribuía conmigo sin saber que en realidad tenía derechos sobre mí...-acabó nuevamente el contenido de la copa.
Samuel: no crees que te estás excediendo con el alcohol, ya has bebido en la boda, solo te ofrecí uno para tranquilizarte-soltó una risa-no te dije que te acabaras la botella.
Andrea: no seas tacaño y sírveme otro-suspiró-lo necesito y lo sabes.
Samuel: te lo consentiré brevemente, necesito que estés en tus cinco sentidos para llevarte de nuevo al hospital.
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Flavio llegaba con noticias tras varios minutos buscando información por el hospital, la sala de espera estaba cargada de rostros de preocupación esperando aunque fuese solo una noticia de que todo marchaba bien y de que no había quedado en nada más que en un susto.
Flavio: ya ha salido de quirófano-intervino de pronto y Cayetana se levantó de golpe.
Cayetana: ¿Cómo está?
Flavio: está bien, ahora vendrá el doctor a contarnos los detalles, lo único que pude saber es que había salido de quirófano y que está en la sala de post operatorio esperando a que despierte de la anestesia...
Dalia: gracias al cielo que ese hombre está bien-respiraron aliviadas cuando de pronto vieron al doctor.
Cayetana: ¡Doctor! ¿¡Y mi marido!?
-Su marido se encuentra bien señora, la bala no ha dañado ningún órgano vital y tras la intervención le auguro una buena recuperación, ahora tendrán que esperar un par de horas para que se despierte y lo trasladaremos a una habitación-admiró la ropa de Cayetana y de los demás-les aconsejo que vayan a casa a darse una ducha y a cambiarse de ropa en lo que despierta, se queda en buenas manos-el doctor se retiró.
Dalia: ya oíste al doctor... vamos a cambiarnos.
Cayetana: ¡Quiero verle! ¡No me moveré de aquí!
Flavio: yo me quedaré aquí, ir a cambiaros tranquilamente, me quedaré aquí por si se ofrece cualquier cosa en lo que venís.
Irina: ¿tú no te vas a cambiar?-Flavio suspiró al escuchar su voz.
Flavio: lo haré en cuanto volváis, venga iros, cuanto antes vayáis antes volvéis.
Cayetana: te lo agradezco encarecidamente Flavio-tomó sus manos-cualquier cosa que ocurra nos avisas vale, me quedó más tranquila si queda alguien por aquí.
Flavio: no tienes nada que agradecer, ve tranquila...-Dalia y Cayetana se adelantaron tomadas del brazo en lo que Irina todavía miraba a Flavio quien tenía el rostro serio.
Irina: antes quedó la conversación un poco a medias-se acercó temerosa.
Flavio: no hay nada que me digas que pueda concluir esa conversación-resopló-decirme que te vas de nuevo a París me ha roto el corazón sinceramente.
Irina: estoy confusa Flavio-sus lágrimas se amontonaron en sus ojos.
Flavio: no estás confusa, estás siendo terca que es distinto, te cuesta perdonar que no me haya dado cuenta de lo que siento, pero considero que ya he hecho lo suficiente por emendar ese error, creo que ahora ya no me concierne a mí que esta relación se dé, ahora ya es cosa tuya.
Irina: no me hables así.
Flavio: ¿así como?
Irina: tan frío, tu no eres así.
Flavio: claro que no lo soy, quiero ser el de siempre contigo pero tú no me dejas... olvídalo todo de una vez, te lo suplico-tocó su rostro delicadamente.
Irina: te sigo queriendo Flavio, quiero que eso te quede muy claro.
Flavio: ¿pero?
Irina: también quiero París y mi profesión en las galerías de arte, Ignacio me ha enseñado un mundo que no conocía y me apasiona, me llena y me completa-suspiró-necesito algo de tiempo.
Flavio: ¿te irás?
Irina: no hasta que Ignacio esté más o menos bien o recuperado del todo, hasta entonces quiero que no nos hagamos más daño por favor...
Flavio: tranquila, me mantendré al margen.
Irina: no es el mantenerte al margen-suspiró-es hablar tranquilos, conversar... compartir como lo hacíamos antes, no estar dándole vueltas a lo que nos pasa continuamente.
Flavio: está bien-miró a los lados-debes irte, te estarán esperando.
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Desde que había recibido aquella drástica noticia todo se había descontrolado en Andrea, ni el alcohol que corría por su sangre era capaz de tranquilizarla mientras recordaba una a una las palabras intercambiadas con su madre, a su vez Samuel era incapaz de detener ni su llanto ni sus actos con respecto al alcohol.
Samuel: ¡Andrea!-tomó la botella entre sus manos-¡Ya fue suficiente!
Andrea: ¡No! La últ...última!-trató de arrebatarle la botella mientras se tambaleaba.
Samuel: Andrea, estás borracha-ella soltó una carcajada todavía con lágrimas en sus ojos-de ninguna manera puedo llevarte así al hospital-la agarró del brazo y tiró de ella yendo hacia el baño.
Andrea: ¡No voy a ir al hospital!-tiró de él haciendo fuerza para el lado contrario-¡No quiero verles la cara a esos traidores!
Samuel: no seas terca y hazme caso, en cuanto se te baje esa borrachera volverás a ser una mujer cuerda-soltó una carcajada mientras la llevaba al baño.
Andrea: ¿Vas a empotrarme contra la mampara de la ducha?
Samuel: Andrea estén calladita ¿quieres? No me hagas pensar en lo que podría hacerte-cerró la puerta del baño.
Andrea: ¿Qué me vas hacer Samuel?-se enganchó peligrosamente en su cuello mientras trataba de absorber sus labios, él se apartó con dificultad-no te resistas, sé que quieres poseer mi cuerpo.
Samuel: ¡Dios!-cogió aire profundamente mientras abría la ducha en agua fría-vas hacer que necesite yo la ducha también.
Andrea: sé que quieres desnudarme-su tono de voz era rota y sensual mientras se mordía el labio inferior-que quieres tocar mi pecho...-soltó una risa mientras se tocaba a sí misma sus curvas, Samuel la miraba embelesado notando como sus pantalones se inflamaban de forma inmediata-sé que quieres agarrarme el trasero-empezó a subir su vestido enseñando sus piernas, Samuel tragó saliva notando como bajaba con dificultad, Andrea ascendía su vestido enseñando sus muslos-quieres someterme en esa ducha Samuel, yo lo sé.
Samuel: basta, amenazas con volverme loco si sigues hablando con ese tono.
Andrea: ¿quieres saber una cosa?-él resopló consternado y afirmó sin estar seguro-¿Sabes que significa S&A?
Samuel: es la marca de tu ropa ¿no?
Andrea: son las iniciales de nuestros nombres...-lo tomó de la camisa acercándolo a sus labios-Samuel & Andrea... nunca dejé de pensar en ti, eres el único hombre que me hace vibrar de esta manera, que me tiene completamente pérdida de la cabeza-Samuel perdía el norte notando como aquellas palabras reactivaban su corazón-eres el hombre de mi vida, él único que me hace sentir mujer, que me hace sentir amada, cada día, cada noche contigo es una locura constante.
Samuel: Andrea, por dios...
Andrea: quiero seguir escuchando mi nombre en tus labios por el resto de mi vida.
Aquel colapso fue suficiente para hacerle perder el norte de lo que en aquel momento estaba sucediendo a su alrededor, agarró su vestido con brusquedad y los rasgo al completo, su mirada era oscura, apasionada y cargada de amor, a pesar de los estragos del alcohol Andrea percibió una mirada en Samuel que jamás había visto y comenzó a quitarle la camisa con urgencia.
Sus labios impactaban ardidamente mientras se metían dentro de la ducha, dejando que el agua completamente fría para cualquiera pareciese caliente con la candencia que sus cuerpos desprendían, apoyó el cuerpo de Andrea contra la mampara que adornada su ducha, con urgencia desabrochó su pantalón y lo dejó caer a sus pies dejando ver su erecta hombría a través del calzoncillo.
El momento era épico para los dos y sus mentes no tenían nada más que el encontrarse el uno con el otro, Samuel agarró su ropa interior y como amenazó anteriormente le arrancó las bragas a la vez que Andrea soltaba un quejido agónico de placer, la alzó en sus brazos sin mayor dilación notándola dispuesta para su encuentro, sin quitarse la ropa interior sacó su miembro y la penetró haciendo que ella soltase un grito de impresión.
Andrea: ¡Dios, Samuel!-jadeó sobre su cuello.
Andrea se aferró a su cuello a la vez que él la embestía continuamente mientras el agua fría todavía corría por sus cuerpos, sus uñas se clavaron en su espalda mientras los gemidos de ambos llenaban las cuatro paredes de aquel baño, él ritmo de Samuel era tan frenético que amenazaba con romperla en cualquier momento, sin embargo, Andrea se sentía llena, pletórica en aquel momento, sus gritos eran apoteósicos y cargados de placer.
Él no bajaba el ritmo en ningún momento mientras apretaba el cuerpo de Andrea entre la mampara y su cuerpo, se refugiaba en su pecho mientras recibía sus gemidos en su oído lo cual lo encendía todavía más si fuese posible, aquella experiencia, como todas, superaba sus expectativas, seguía entrando y saliendo dentro de ella una y otra vez sin cansarse con ansia de más, sintiendo un placer que le hacía encoger los dedos de los pies.
Samuel gruñía mientras sus movimientos se hacía cada vez más rápidos, notaba como el interior de Andrea se estrechaba a la vez que sus gemidos eran continuos alertándole de que ella estaba cerca de aquel punto máximo de placer, apretó su mandíbula haciendo fuerza en sus embestidas y pronto la notó deshacerse entre sus brazos al mismo tiempo que él se vaciaba dentro de ella apoyando su cabeza en su hombro a la vez que gemía del placer que aquella mujer siempre le proporcionaba.
Andrea miraba al techo de aquel lugar completamente extasiada y con el cuerpo todavía caliente después de aquel tórrido momento con Samuel, todo con él era así, candente, picaresco, apasionado... le encantaba sentirse así con él no solo amada, si no también deseada e imprescindible para él, en el silencio de aquella habitación solo se escuchaba el descompás producido entre sus corazones que volvían a la normalidad después de aquel momento maravilloso.