20. Es tu culpa

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Irina entraba en el despacho de Flavio después de haber atendido a todos los pacientes del día, entraba con cara de preocupación admirando como Flavio miraba atentamente sus vendas, Irina pudo apreciar como sus ojos estaban humedecidos.

Irina: ya no tienes más pacientes por hoy-él levanto la vista y se frotó los ojos-no tienes que disimular las lágrimas-suspiró-llevo un rato mirándote.

Flavio: perdona.

Irina: realmente me preocupas-él asomó una leve sonrisa y se acercó a su mesa.

Flavio: no es nada-movió sus manos-en una semana ya podré quitar los puntos.

Irina: no lo digo por esas heridas, hablo de tus heridas del alma... esas no han de estar muy bien.

Flavio:-suspiró-todo estará bien cuando mi mujer lo esté, estoy seguro-la miró-ya no hay más pacientes, puedes irte a casa, yo haré lo mismo.

Irina: está bien, cualquier cosa no dudes en llamarme, hasta mañana.

Irina abandonó el consultorio mientras Flavio terminaba de recoger sus cosas para irse a su casa, debía mantenerse firme tras el percance de la mañana, ya había seleccionado el centro ideal para Noemí y concertado una cita, iría a recogerla a casa para posteriormente ultimarlo todo, tenía que acabar con esa enfermedad antes de que la propia enfermedad acabara con ella.

Flavio: y ahora ¿Quién será?-cogió su móvil el cual vibraba sin descanso-¿Rosario?

Rosario: señor que bueno que contesta, tiene que venir a la casa en seguida.

Flavio: ¿ocurre algo con Noemí?

Rosario: la señora no ha salido de su habitación en todo el día y no me abre la puerta, llevo llamándola toda la tarde para llevarle algo para que comiese pero no hay manera, estoy empezando a preocuparme, he mirado por las ventanas desde afuera pero bajo las persianas y no se ge absolutamente nada-Flavio frunció el ceño.

Flavio: está bien, mantén la calma, en seguida salgo para allá-colgó-que es lo que me espera ahora...-suspiró saliendo de la consulta.

Ambos tenían una sonrisa en el rostro, por fin le habían dado rienda suelta a la pasión que tanto se habían guardado y había sido una tarde cargada de fogosidad, se acabaron de colocar la ropa y Samuel miró su reloj.

Samuel: por fortuna nadie quedará en la empresa-ella afirmó-¿te llevo a casa?

Andrea: no, no es necesario, te desviaría mucho del camino, puedo ir andando.

Samuel: no me importaría llevarte ya lo sabes-se acercó de nuevo a ella-aunque mejor te llevaba a mi casa, ¿te apetece?-ella sonrió mordiéndose el labio, cogió su corbata y se la apretó un poco.

Andrea: ¿con que me atarías esta vez?

Samuel:-notó un fuerte calor en su hombría nuevamente-¿no has tenido suficiente hermosa?-rodeó su cintura con sus brazos.

Andrea: vamos anda... -se escabulló de él con una carcajada y él la miró de forma picaresca, mientras la seguía con la mirada perdida en ella.

Flavio llegaba a casa con la mente cargada tras los últimos acontecimientos, bajo con pesadez del coche y Rosario lo esperaba justo en la entrada con el rostro aparentemente nervioso, ambos entraron en la casa y Flavio se situó tras la puerta de su habitación.

Flavio: ¡Noemí abre!-golpeó la puerta varias veces-¡¡Noemí que me abras!!-volvió a golpear-¡Si no abres entraré a la fuerza! ¡¡Tú misma!!-se quedó todo en completo silencio, la respiración de Flavio se oía con impaciencia entonces retrocedió varios metros y corrió hacia la puerta dando un golpetazo en ella.

ADORABLE TORMENTOWhere stories live. Discover now