ADORABLE TORMENTO

61. Marido y mujer

Andrea abotonaba el vestido de su madre mientras ella se admiraba en el espejo maravillada por la obra de su hija, el vestido era algo sencillo pero tal y como lo había soñado, el blanco impoluto entallaba su cuerpo hasta los pies, la espalda era cubierta por encaje transparente a la vez que los tirantes y parte del escote, su larga melena rubia estaba recogida y adornada con una peineta de la cual colgaba su velo.

Después de días intensos de trabajo, Andrea observaba satisfecha su trabajo, su madre estaba espectacular y qué decir de los vestidos que había creado para ella, Dalia e Irina, sin lugar a dudas eran sus mejores modelos, de pronto las lágrimas de emoción aparecieron en los cristalinos ojos de Cayetana en aquel especial y maravilloso.

Cayetana: jamás me imaginé que algún día me vestiría de blanco...

Dalia: y aquí estás...-se miró al espejo junto a su amiga con el vestido color burdeos que Andrea había confeccionado para ella-...cerca de tu felicidad amiga.

Irina: ay Cayetana, estas preciosa-sollozó ella también-no sabes la envidia tan sana que me das.

Andrea: vais a destrozar el maquillaje con tanto llanto-soltó una pequeña risa a la vez que miraba su reloj-Ignacio ya debe estar esperándote.

Dalia: nosotras nos vamos adelantando-sonrió a la vez que ella e Irina salían de la habitación, Andrea se puso frente a su madre y soltó un largo suspiro.

Andrea: no sabes lo feliz que me hace verte así, toda la vida la has dedicado a cuidarme y a mimarme, creo que es la primera vez que te veo hacer algo por ti y tu felicidad.

Cayetana: eso no es cierto-tocó la suavidad de su pelo-mi felicidad siempre fuiste tú y el darte todo lo que pude me hizo muy feliz, hoy eres una mujer importante, con iniciativa y capaz de todo lo que se proponga...

Andrea: todo ello gracias a ti mamá, gracias por todo lo que has hecho por mí a pesar de haberlo hecho todo tu sola, has hecho de madre, de padre, amiga, confidente, lo eres todo para mí y quiero que en esta nueva vida Ignacio te acompañe-abrazó a su madre ambas presas de la emoción-no hay mejor hombre para ti que él, sé que serás muy feliz a su lado.

Cayetana: lo sé mi vida... es el amor de mi vida-suspiró apenada mirándola fijamente recordándose a sí misma por dentro lo parecida que era Andrea con su verdadero padre.

Andrea: ¿Por qué esa cara?

Cayetana: te pareces tanto a tu padre-dijo de pronto y Andrea la miró.

Andrea: ¿le echas de menos?

Cayetana: no, pero... yo...-dio un largo suspiro-sé que te he hablado muy poco sobre él y me gustaría que después de la boda, tuviésemos una charla sobre él, ¿te gustaría?

Andrea:-frunció el ceño extrañada-muchas veces te he preguntado y nunca me has querido decir nada, ¿Por qué ahora?-de nuevo su madre acarició su pelo.

Cayetana: todo tiene una razón cariño y creo que llegó el momento de hablar de tu padre, pero ahora debo casarme ¿no crees?-sonrió-Ignacio debe estar esperándome y no sé si se pondrá nervioso cuando vea que tardo.

Andrea: tienes razón-suspiró-mejor hablamos de esto en otro momento-le tendió su ramo de flores-toma-Cayetana lo tomó y Andrea estiró su velo-vámonos entonces...

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Unas sillas de madera blanca con pequeños detalles en rosa daban asiento a los invitados que verían el enlace de Ignacio y Cayetana en la playa, una extensa alfombra roja se extendía para la novia y en el altar un gran arco de flores lucia perfecto mientras Ignacio y el sacerdote esperaban por Cayetana.