Sobre mi cadáver (HDLO#1)

By PalomaCaballero

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(LGBT+) Archibald puede ver fantasmas. Darla es algo muy parecido a uno. Un espíritu no puede conservar su lu... More

Notas iniciales
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NOTAS FINALES
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By PalomaCaballero


Archibald ya se había hecho a la idea de que no era posible que ellos siguieran con los planes de la caza nocturna. La organización de la escuela se había puesto muy estricta con el tema de la seguridad esa noche, por lo que los guardias incluso los acompañaron a los dormitorios para que se cambiaran de ropa y se dieran un baño. Tenía sentido, pero era muy incómodo.

Si todo continuaba igual, sería difícil salir incluso después de terminar la ceremonia, y sus compañeros comenzarían a armar revuelo. Sin embargo, como era apenas el primer día se resignó a tener a dos mastodontes en los pasillos intentando cuidarlos de enemigos invisibles.

Soltando un suspiro se tomó su tiempo después de que Peter saliera de la habitación. Ya era bastante tarde, estaba un poco cansado y afuera comenzó a hacer mucho frío, por lo que buscó un abrigo entre su ropa para poder enfrentar a lo que les faltaba de la velada. Al final sólo halló una chamarra de mezclilla recubierta de franela por dentro, la pobre ya estaba muy vieja, pero aun cumplía su función y las roturas parecían haberse puesto de moda últimamente, así que se la puso encima y tomó aire antes de volver a la explanada.

Estaba a punto de girarse hacia la puerta, cuando esta se abrió, dejando ver a un pequeño grupo de chicos con gorras y cubrebocas que parecían ladrones de una película de bajo presupuesto. Archie frunció el ceño, reconociendo a Mercy, a quien ya había visto con esas pintas antes, pero se sorprendió al notar que detrás de él estaba Sunshine Dickens, usando pantalones de mezclilla, una sudadera amplia y accesorios muy parecidos a los del muchacho. Archibald parpadeó, para ver a la tercera figura que los acompañaba y casi va de espaldas al reconocerla.

—¿Sorprendido? —la voz de Darla sonó un poco distorsionada.

—¿Cómo hiciste eso? —preguntó frunciendo el ceño, mientras miraba lo extraña que se veía con aquella cosa mientras aún traía su vestido blanco.

—Mercy me lo dio, lo puso en un altar, encendió velas y rezó un poco —explicó—. Es un detalle dramático, pero hace tiempo que no uso nada más que este vestido y me pareció genial ponérmelo —Ella parecía muy emocionada ante la perspectiva. Archibald miró al muchacho en busca de respuestas, pero este sólo se encogió de hombros, extendiéndole uno para él.

—Ponte esto —dijo, sin preocuparse demasiado por las explicaciones—. Es hora de hacer las exploraciones.

—¿Cómo? —él le miró alarmado—. ¿Acaso estás loco? Esto está lleno de gente, se van a dar cuenta que no estamos —espetó, tomando el cubrabocas sin ponérselo. Estaba seguro de que al menos Irene y Peter notarían su ausencia.

—Yo le dije lo mismo —comentó Sunshine entornando la mirada—. Pero nadie le hace caso a la rubia —agregó, mirando a Darla con expresión resentida. Esta se inclinó hacia ella, devolviéndole la mirada.

—¿Que dices? No se escucha desde acá —espetó en tono de perfecta burla y Sunshine hizo un ademán para golpearla, pero ambas sabían que eso era imposible teniendo en cuenta que Darla era intangible.

—Esta es la noche —intervino Mercy, cómo siempre ignorando cualquier conversación que no fuera de su interés—. Si tardamos demasiado, las cosas podrían ponerse feas —agregó, despejando la pequeña mesa que había en el centro se la habitación y colocando un mapa que tenía doblado en su bolsillo. El papel estaba muy arrugado y se veía un poco viejo.

Archibald frunció el ceño, examinando las estructuras que se plasmaban en aquel papel, ya había visto esa imagen antes, durante sus investigaciones sobre la escuela, las que hizo durante los veranos que había pasado olvidado hasta que sus padres tuvieron tiempo de ir por él.

—¿Ese es un mapa de la escuela? —preguntó, inclinándose un poco para mirar mejor. Las luces estaban apagadas en la habitación, pero había una lámpara que Archibald dejó encendida para poder vestirse sin colocarse la ropa al revés. Ese halo de luz fue suficiente para que pudieran distinguir los trazos en el papel. Estaba forzando su vista, pero por alguna razón no se atrevió a encender la luz.

—Eso parece —dijo Darla, flotando alrededor para poder ver todo desde un mejor ángulo.

—Parece que en serio quiere hacer esto —Sunshine tenía una mueca complicada en el rostro. Se había dejado llevar hasta ahí por Mercy, pero de alguna manera esperaba que el chico se echara para atrás en cualquier instante. No pensaba que ese fuese el momento adecuado para una excursión.

—Nos van a descubrir —aseguró Archibald, mirando a los demás con los ojos muy abiertos. Él ya se había metido en suficientes problemas con los directivos hasta ahora, si lo encontraban merodeando en la escuela cuando debería estar en medio de la velada seguro que lo expulsaban.

—No si te pones el cubrebocas —la voz de Mercy sonaba un poco fastidiada por la actitud que estaban tomando los demás, pero se controló y continuó en su papel de chico misterioso e inalcanzable.

Archibald resopló, sin detener su argumento sobre la viabilidad del plan.

—Esto no nos va a ocultar de los guardias —se quejó, frunciendo el ceño—. Tres chicos corriendo por los pasillos definitivamente serían vistos. De hecho —Archibald miró a Sunshine—. No sé cómo entraste aquí sin que te vieran —agregó, obviando el hecho de que ella era una chica y supuestamente no debería estar ahí... Aunque claro, apenas unos días atrás ella había aparecido en su habitación sin que nadie pudiese hacer nada para detenerla.

No sabía ni porqué aún se sorprendía por esas cosas.

—No había guardias cuando llegué y Darla estuvo vigilando antes de que pasáramos —comentó encogiéndose de hombros. Parecía que los pasillos estaban especialmente vacíos esa noche a pesar de que debería ser lo contrario.

—Ya me encargué de todo, nadie nos va a ver —aseguró Mercy, pareciendo mucho más tranquilo de lo normal.

Archibald abrió la boca para llevarle la contraria, pero después de cruzar una mirada con Darla, quien observaba con atención la escena, se rindió. Después de todo estaban en una lucha contrarreloj y Mercy parecía bastante bueno escabulléndose, así que decidió darle un voto de confianza y colocarse la máscara.

—Listo —murmuró tragándose cualquier comentario sarcástico que tuviese en mente.

—Gracias —dijo Mercy y después sacó un objeto de su bolsillo. Parecía que venía bastante equipado.

—¿Qué es eso? —preguntó Sunshine después de maldecir internamente porque esperaba que Archibald se opusiera con más fuerza al plan. Cómo ella ya había dado su consentimiento de manera implícita para toda aquella travesía, no se atrevía a decir nada sin sentir que su orgullo podía ser herido.

—Es una piedra guía —explicó, mostrándoles el objeto.

Archie parpadeó, examinado lo que parecía ser una joya redonda, enmarcada por un contorno de plata. El color de esta era incierto, parecía negro a primera vista, pero cuando se movía adoptaba destellos en azul, verde y violeta. En la parte de metal había un montón de extrañas inscripciones, parecía un artículo que encontrarías en una tienda de antigüedades.

—¿Una piedra guía? —preguntó Archibald, interesándose en el tema. Su rechazo al plan de repente se vio distraído por la adición de aquél elemento extraño. Parecía que cada vez que parpadeaba Mercy sacaba alguna curiosidad que le hacía ver mucho más experimentado que sus mayores. Desde el principio el muchacho había actuado como si fuera un experto, nunca lo dijo pero muchas veces insinuó que sus conocimientos no eran los de cualquier persona promedio y lo estaba demostrando.

—Deja que te enseñe —dijo, soltando el objeto sobre el mapa.

La piedra cayó con suavidad sobre la superficie de la mesa. El ambiente cambió rápidamente, una extraña presión cayó sobre ellos. Incluso, Darla parecía haberse quedado quieta observando el fenómeno.

—¿Que está pasando? —preguntó la muchacha con los ojos brillantes de la curiosidad. La piedra permaneció en su sitio un momento, para después arrastrarse lentamente sobre el mapa—. Eso es demasiado genial —expresó, moviendo su cuerpo hasta que casi quedó de cabeza sobre el mapa—. Y también un poco creepy —agregó, frunciendo el ceño al notar que la piedra no se detenía.

—Está buscando fluctuaciones de energía —la mirada de Mercy se volvió intensa durante un instante, causando que Archibald tuviese un escalofrío. Aquel chico era muy extraño, pero no podía juzgarlo teniendo en cuenta que aquel grupo estaba compuesto por raritos. En su lugar, se concentró en la piedra, que, con lo que parecía una paciencia infinita, buscó sobre los terrenos de la escuela, hasta que por fin se detuvo en un lugar específico y se negó a moverse de ahí.

—Se quedó quieta —afirmó Darla.

—Eres buena recalcando lo obvio —masculló Sunshine, su voz temblorosa.

—Encontró su objetivo —Mercy asintió—. Aquí es donde debemos ir, el lago —aseguró, levantando la piedra del mapa—. Esto nunca se equivoca —Y después se apresuró a guardar sus cosas, cómo sin tuviera miedo de que se las robaran.

Darla le lanzó una mirada de extrañeza, Sunshine soltó resoplido y Archibald sólo suspiró y siguió al muchacho, quien ya se dirigía hacia el pasillo.

Afuera estaba desierto. Todo el ajetreo de media hora atrás, cuando los chicos corrieron a cambiarse y bañarse parecía no haber ocurrido. Eso era extraño, de hecho, de no ser por las huellas en el suelo, podría haber jurado que aquel lugar siempre estuvo vacío.

Frunciendo el ceño se dirigieron a la salida, donde Archibald vio al fantasma del guardia mirándolos con atención.

El rostro del hombre adoptó una expresión extraña, parecía estar examinándolos, pero, aunque normalmente saludaba a Archie cuando lo veía pasar, ahora se había quedado en su sitio, tratando de reconocerlo. Parecía que los cubrebocas funcionaban mejor de lo que parecía.

—Apresúrense —dijo Mercy, caminando un poco más rápido, haciéndoles señas para que salieran por una de las ventanas que daban a los jardines. Había que dar un gran rodeo si querían llegar al lago por una parte menos transitada.

Darla flotó hasta muy alto, vigilando los alrededores y haciéndoles señas para que avanzaran hasta su destino, lo cual no fue nada fácil teniendo en cuenta que la seguridad había aumentado de manera dramática esa noche.

Archie estaba seguro de que serían atrapados en algún momento, así que estaba preparando una coartada en su cabeza, cuando se encontraron de frente con dos de los guardias regulares de la escuela. Sunshine abrió los ojos de par en par y por instinto se ocultó detrás de los chicos, sin embargo, cuando Archibald estaba a punto de excusarse, Mercy los pasó de largo con sólo un escueto "Buenas noches".

Los guardias los saludaron y siguieron caminando cómo si nada, uno de ellos volteó a verlos cuando ya estaban a un par de metros de distancian y Mercy les hizo señas para que acelerarán, así que el tipo permaneció en su sitio, con cara de confundido durante un momento y después, cuando ellos ya estaban lejos, continuó su camino.

—¿Que fue eso? —preguntó Darla, flotando muy cerca de ellos y con un tono tan alto que puso a Archibald nervioso. Obviamente nadie podía escuchar a la chica, pero, de todas formas, se puso nervioso.

Una vez que estuvieron cerca del lago, Mercy se giró para encararlos.

—Te dije que con la máscara no te reconocerían —dijo sin explicar realmente lo que había pasado—. Sólo, no permanezcan mucho tiempo cerca de los guardias nocturnos, algunos están mucho más relacionados con lo sobrenatural de lo que ellos mismos piensan —agregó, sin decir nada mas al respecto y reanudando su andar.

—¿Qué quieres decir con esto? —preguntó Sunshine, frunciendo el ceño y dando pequeños saltitos para poder alcanzarlo.

—Se llama instinto de conservación —explicó—. Debido a que son personas que están en constante contacto con lo sobrenatural, aunque no tengan ningún tipo de percepción extrasensorial, sus sentidos son mucho más agudos ante estos engaños, por lo que no caen tan fácilmente —mientras decía eso, señaló su propio cubrebocas.

—En serio ¿Cómo sabes tantas cosas? —preguntó Archibald, frunciendo el ceño y preguntándose si aquellos accesorios de apariencia simple tenían algún hechizo encima.

Mercy se detuvo, consiguiendo que Darla lo atravesara, causándole escalofríos.

—Lo siento por eso —se disculpó la chica, con una sonrisa apenada y después lo miró con los ojos muy abiertos—. ¿Vas a contarnos tu secreto? —inquirió, sin desviarse del tema.

Al principio Mercy no parecía muy convencido del asunto, pero después de tomar un largo suspiro, siguió caminando.

—No planeaba hacerlo tan pronto, pero supongo que puedo presentárselos —murmuró, hablando más para si mismo que para ellos.

—¿A quién? —preguntó Archibald, con curiosidad.

La mirada de Mercy se perdió durante un instante en el lago, que se extendía imponente frente a sus ojos.

—A mi maestro.

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