Sobre mi cadáver (HDLO#1)

By PalomaCaballero

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(LGBT+) Archibald puede ver fantasmas. Darla es algo muy parecido a uno. Un espíritu no puede conservar su lu... More

Notas iniciales
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NOTAS FINALES
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By PalomaCaballero


Darla no volvió hasta que ya era bastante tarde y no dijo nada, pero parecía un poco más agitada que las veces anteriores. Sin embargo, a pesar de su mal humor se las arregló para sacarle con lujo de detalles todo lo que había pasado en su ausencia.

—Un Mr. Wonderful siguiéndote mientras no estoy y Sunshine Dickens tratando de aprovecharse de ti —ella se acarició la barbilla con aire exagerado—. Vaya tardecita que has tenido ¿Aún no estás convencido de que Sunshine es la sanguijuela? —ella negó con la cabeza—. Me decepcionas Archie.

—Deja ese tema en paz, si fuera cierto sería cómo entrar en una película de terror verdadera —gruñó fingiendo que tenía un escalofrío. Luego la miró con gesto de reproche—. Además ¿Qué es eso de Mr. Wonderful? —preguntó levantando una ceja—. No es gracioso eso de ponerle apodos a los muertos.

—Vamos, no seas exagerado —dijo la chica con una sonrisa en los labios—. Ya es una película de terror, es mala y hay muchos muertos y una rubia loca. Sobre el fantasma —ella negó con la cabeza adoptando una expresión sabionda—. Es más grosero que lo llames con artículos, así al menos fingimos que es amistoso.

—No quiero fingir nada, no confío en los muertos, por regla general siempre espero lo peor de ellos —replicó negando con la cabeza—. Quizás no todos los fantasmas sean malos, hay algunos cómo Ramsey, pero es mejor no caminar hacia un abismo sin una cuerda de seguridad —Archibald suspiró—. Nada de apodos para fantasmas desconocidos.

Darla lo miró durante un instante en el que permaneció en silencio. Dentro de su cabeza el argumento de Archibald le pareció válido, pero estaba en contra de sus principios.

—Seguiré llamándolo cómo me plazca —respondió—. Pensaré en ello cómo un pedazo de carne para distraer a la hiena cuando trate de atacarme —ella le sonrió con una mueca traviesa, al tiempo que sus miradas se enfrentaron, luchando por tener la razón.

Finalmente, Archibald soltó un suspiro.

—Está bien, haz lo que quieras, yo haré lo que yo quiera, así que no discutamos por tonterías —murmuró tirándose en la cama para mirar el techo con fijeza.

Darla estuvo a punto de decirle que ella no estaba discutiendo, pero cuando estuvo a punto de abrir la boca se dio cuenta que su comentario seguramente se escucharía demasiado infantil y además, como una provocación.

—Vale, mejor hablemos de lo que me ha pasado hace una hora —comentó tomando aire y sin esperar que Archibald le prestase atención, ella sabía que sus palabras eran suficientes para atraparlo eventualmente—. Hoy sufrí otra desaparición y cuando volví estaba en el hospital —Darla frunció el ceño pareciendo confundida—. ¿Sabes que me encontré cuando llegué allá? —preguntó intensificando su expresión.

—¿A ti? ¿A tus padres? —respondió tratando de adivinar sin mucho ánimo. Darla negó con la cabeza.

—Con un compañero de cuarto —ella soltó un suspiro, recordando la escena mientras recargaba su rostro en una de sus manos—. No ha pasado mucho tiempo, pero ya hay un niño durmiendo a mi lado y no tengo idea de porqué —Aquello parecía intrigarla y asustarla al mismo tiempo.

—¿No has investigado al respecto? —indagó, sabiendo que la chica no era de las que se quedaban con las dudas. Él se la imaginaba buscando hasta debajo de las piedras para encontrar lo que buscaba.

—No —La mirada de Darla se perdió en la nada, mientras el silencio se prolongó un poco más de lo que resultaba cómodo. Parecía que ella fuese a quedarse callada, dejando morir la conversación, cuando comenzó a hablar de nuevo—. Planeaba averiguar por qué de repente había otra persona en mi habitación. Mis padres son gente muy celosa, ellos por lo general ya me habrían movido a una clínica privada, con atención especial y mejores instalaciones, sin embargo, me mantienen ahí e incluso sumaron una persona más en el cuarto —Darla apretó los labios antes de seguir hablando—. Es raro.

—Debo suponer que hay alguna razón de peso para que no investigaras a pesar de tu curiosidad innata —comentó sin despegar la mirada de ella, prestando especial atención a la manera en que su rostro adoptaba una imagen asustadiza.

—Había demasiada oscuridad ahí —murmuró, evocando el denso ambiente en la habitación —. Resultaba asfixiante, demasiado espesa, sentía que me ahogaba y eso nunca me había pasado desde que soy un espíritu —Darla parecía confundida—. Fue terrorífico.

—¿Crees que tenga que ver con lo que está pasando en la escuela? —preguntó Archibald frunciendo el ceño. Por lo general los hospitales tenían ambientes pésimos, pero nunca había escuchado de una que pudiese intoxicar incluso a los espíritus. Aunque nuevamente, él nunca había tenido tanto contacto con ninguno cómo para preguntar—. ¿Deberíamos investigar al respecto? —concluyó—. Creo que podría pedir un permiso el fin de semana para pasarme por el hospital, no creo que me lo nieguen —agregó, mientras trazaba planes en su cabeza.

—Eso me gustaría —Sin poder evitarlo, una sonrisa se extendió por el rostro de Darla, quien había estado esperando con ansias ese ofrecimiento.

Archie soltó un suspiro.

—Ahora necesito preocuparme de un problema más inmediato —dijo apretando los labios.

—¿Cual? —Darla frunció el ceño ante el comentario, se había olvidado por completo de la bomba de relojería que podía explotarles en la cara si no se apresuraban.

—Alice Weber —Las palabras de Archie sonaron respetuosas hasta cierto punto, pero también había una mezcla de agitación, miedo y desprecio.

Los ojos de Darla se abrieron de par en par. Era cierto, aquella chica que les había advertido Ramsey estaba al asecho, buscando pequeñas y sabrosas víctimas entre el alumnado. Eso no podía salir bien de ninguna manera. Ella estaba a punto de decir algo, cuando la puerta de cuarto de abrió de golpe, de una manera tan brusca que pretendía asustar a Archie, sin embargo, a diferencia de Darla, quien saltó hasta el techo del cuarto, él no se movió ni un ápice.

—¡Archibald Noble! ¡Hay malas noticias para ti! —exclamó Peter con una sonrisa enorme en el rostro. Cuando Archie le volteó a ver, el chico fingió que tenía un escalofrío—. Oh, vamos ¿Que es esa mirada tan aterradora? No mates al mensajero, por dios —agregó fingiendo que cubría su rostro con sus manos. Ante aquella mueca, Archie no pudo evitar sonreír, era Peter después de todo.

—¿Hay partido de exhibición? —preguntó de inmediato, adoptando una vez más su expresión de seriedad eterna—. Porque esa es la única manera de que arruines mi día por completo —espetó encogiéndose de hombros.

Los partidos de exhibición eran igual a un montón de gente reunida y Archibald odiaba las multitudes.

—Pues considéralo arruinado —el chico caminó hasta su cama y se dejó caer en ella—. El próximo viernes se convocará a toda la escuela a para que observen los grandes logros de nuestro venerado club de fútbol —comentó con cierta ironía en la voz—. No te preocupes, Irene te acompañará —comentó divertido al ver la amarga expresión en su rostro.

—No puedo creer que Irene tenga que hacer de niñera para mí, soy un perdedor —dijo, sin poder ocultar la diversión en sus palabras. Era cierto que resultaba molesto tener que cuidarse las espaldas en cada esquina, pero le gustaba saber que había hecho al menos un par buenos vínculos en la escuela.

Mientras pensaba en ello, se recordó a si mismo tener un ojo en la chica, pues las imágenes del sueño que tuvo durante el receso y la lectura que le hizo Rudolph Lockster, le advertían del inminente peligro que rodeaba a sus amigos.

—No eres perdedor, sólo eres delicado —las palabras de Peter sonaban como una clara burla, porque sabía que Archibald odiaba que se refirieran a él cómo alguien frágil.

—Perdedor —repitió—. Me quedo con perdedor —agregó sin picar el anzuelo. Peter negó con la cabeza antes de ladear el rostro y tensar ligeramente su expresión.

—Acabo de recordar algo y voy a ser directo con este tema —de inmediato y por el tono de su voz, supo que la conversación que venía en camino no le iba a gustat—. ¿Qué te traes con Dickens? —Los ojos de Peter eran analíticos, diferentes a su jovialidad habitual.

—¿Dickens? ¿Yo? —Archie soltó un resoplido y se movió en la cama para poder usar la pared de respaldo—. Aquí la pregunta es ¿Que trae ella conmigo? No sé por qué, pero últimamente está más pesada que de costumbre —explicó. Archie no acostumbraba a guardar las apariencias frente a Peter.

—No sé cómo puede ser eso posible —comentó Darla desde el techo, acomodándose como si estuviera sentada en él. Su cabello y ropas desafiaban las leyes de la física, pero ella era un espíritu, ya de por sí su existencia era un misterio.

—Será mejor que te alejes de ella —explicó—. Mira hermano, sabes que no me gusta meterme en tus decisiones, pero la gente está chismorreando cómo siempre y Dallas se ha creído todas y cada una de las historias que dicen, sobre todo después de que Dickens terminara ayer con él —Peter hablaba cómo si Archie estuviera al tanto de toda la mierda que decía la gente, pero él estaba tan desconectado del mundo que no se enteraba de nada.

—¿Rumores? —preguntó—. ¿Qué rumores? —Archibald hizo una pausa—. Espera ¿Dickens terminó con Dallas? —la curiosidad e ignorancia en su rostro fueron tan genuinas que parecieron divertir a Peter.

—¿Realmente estás asistiendo a la escuela? —preguntó, pero no esperó una respuesta antes de continuar hablando—. Pues para que te lo sepas están diciendo por ahí que te han visto muy cerca de Sunshine Dickens estos días y según la teoría más popular, ella ha terminado con Dallas por ti —explicó, claramente extrañado por toda aquella información—. Ahora Dallas te quiere reventar.

—¿Que? —Archie no pudo evitar soltar una risita nerviosa —. No sé dónde ha estado metida esa gente estos días, pero he estado haciendo de todo menos coquetear con Sunshine Dickens —explicó frunciendo el ceño.

—Te dije que a ella le gustabas —opinó Darla rodando por el techo, con una sonrisa triunfante en el rostro.

—Pues yo no sé, pero será mejor que te cuides la espalda, sobre todo el día del partido, creo que está planeando algo y ese día yo estaré cómo titular, así que no voy a poder defenderte —explicó, con una expresión indescifrable.

—¿Él no estará jugando? —preguntó Archibald, frunciendo el ceño.

—No lo creo, el entrenador ya tuvo suficiente con sus problemas de actitud, así que lo han suspendido del equipo —Peter ladeo el rostro al hablar, un gesto típico en él.

—Dios, esto va a ser problemático —gruñó, sabiendo lo violento que se podía poner el tipo en una situación normal. Ahora que no estaba en el equipo las cosas se podrían aún peor y aquello sólo podía significar algo: problemas.

—Permanece alerta —agregó Peter cómo una especie de último consejo antes de que los dos se sumieran en el silencio.

Mientras escuchaba la conversación, Darla comenzó a bajar lentamente hasta acostarse en el suelo de la habitación.

—Cada día me desagrada más Dallas —murmuró mirando al techo. Ahora comprendía un poco mejor la pregunta que le había hecho Archibald sobre porqué salía con el tipo. El atractivo de su rostro y buen cuerpo comenzaban a ser poco relevantes en la ecuación, hasta el punto de comenzar a encontrar repelente su apariencia.

—No te preocupes, soy un experto escapando —Las palabras de Archibald estaban claramente dirigidas a Peter, pero Darla supo que también fueron dichas para que ella las escuchara.

Peter no respondió, pero por la expresión en su rostro era obvio que aquella afirmación no le tranquilizaba. Archibald suspiró, sintiendo un escalofrío recorrerle la espalda, él había sido el objetivo de Marshall Dallas desde hacía mucho tiempo, así que ahora sólo se estaban apilando las razones para que el tipo lo odiara.

Extraños sentimientos se apoderaron de él, era ansiedad, emoción, adrenalina, miedo. Algo estaba a punto de ocurrir y él estaba seguro de que no se trataba de nada bueno. 

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