Sobre mi cadáver (HDLO#1)

By PalomaCaballero

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(LGBT+) Archibald puede ver fantasmas. Darla es algo muy parecido a uno. Un espíritu no puede conservar su lu... More

Notas iniciales
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NOTAS FINALES
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By PalomaCaballero


Lo primero que vio al abrir los ojos fue el rostro de Darla inclinada sobre él, ella lo observaba con sus grandes ojos verdes, inspeccionándolo sin una pizca de vergüenza, mientras sus rizos rojos caían sobre él, casi tocándole la punta de la nariz.

Sonrió.

—¿Dónde estabas? —Fue lo primero que se le vino a la mente. Ella se mostró visiblemente incómoda ante la pregunta.

—Por ahí —respondió mirando hacia otro lado, luego sonrió—. Tu madre te está llamando, dice que hay no sé qué para el vecino —ella movió las manos en una especie de baile divertido, mientras se alejaba de él como si no lo hubiese estado observando de forma bastante creepy mientras dormía—. Creo saldremos de paseo.

Archie soltó un gemido, levantándose de su lugar para dirigirse al baño y lavarse la cara. Tenía ganas de darse una ducha, así que, con un grito le avisó a su madre que le diera tiempo.

Después de aquel extraño despertar y lo que duró bajo el chorro de agua fría, le tomó alrededor de una hora bajar a la cocina. Cuando llegó, la mujer estaba hablando por teléfono en tono animado, al verlo interrumpió su plática, tapando la bocina del teléfono.

—Ahí está la caserola, entra por la tienda, aún está abierta —Y después de esas sencillas instrucciones continuó con su charla, la cual, debía aclarar, parecía bastante interesante por la manera en que susurraba y jugueteaba con el cable.

Archibald suspiró, tomando el traste con estofado y dirigiéndose a la calle. Afuera estaba todo desierto, sin embargo, lo que le dio mala espina fue la manera en que la luz del poste de su casa parpadeaba, mientras que el resto se encontraban en su mayoría, apagados.

—Esto no se ve bien —dijo Darla, acariciándose lo brazos cómo si tuviera frío.

—Lo sé —murmuró, asomándose para asegurarse de que su madre no lo viera hablando solo—. Por suerte, el viejo Lockster tiene su tienda cruzando la calle —explicó, señalando el lugar con un movimiento con la barbilla.

—¿Una tienda? ¿De qué? —preguntó vislumbrando la pequeña casa que incluía un local en su primer piso. El poste de luz frente a la tiendita parecía ser el único que no estaba fallando.

Extraño.

—Es una tienda de magia negra o una mierda de ese tipo, el viejo lee las manos y te cobra un montón por decirte los cotilleos que escuchó mientras estaba en el súper —comentó soltando una risita y Darla abrió los ojos de par en par, soltando un "wao" que apenas y fue audible.

Archibald asintió con la cabeza, como diciendo "así son las cosas aquí" y luego ambos avanzaron rápidamente hasta la puerta del negocio, la cual anunció su llegada con el sonido de una campana. Adentro todo estaba en silencio, el lugar estaba apenas iluminado por pequeños focos que fingían ser velas. Dentro había un montón de cosas raras, patas de conejo, atrapasueños, amuletos e incienso. De inmediato un extraño olor a flores invadió el lugar.

—Vaya —murmuró Darla—. Este sí que es un sitio interesante —murmuró observando el atrapasueños que colgaba en medio de la habitación y que había llamado su atención por encima de los demás por su diseño, colores y tamaño—. ¿Esto realmente está hecho de hilos? —preguntó, acercando la mano para tocarlo.

—Será mejor que no lo toques si no quieres pasar por una experiencia traumática —una voz de hombre llamó la atención de los dos, haciendo que saltaran en su lugar.

La voz provenía del final de la tienda, donde la mesa de lecturas permanecía adornada con diferentes chácharas, como si esperase a que algún pobre incauto apareciera deseoso de ser estafado. Detrás de la mesa estaba sentado un hombre joven, vestido con un traje de terciopelo rojo, sombrero elegante y mirada intensa.

—¿Me está hablando a mí? —preguntó Darla, girándose hacia Archie, cuyo rostro permaneció impasible ante la presencia de aquel extraño.

—Tú no eres el señor Lockster —murmuró, frunciendo el ceño. El tipo soltó una risita, negando con la cabeza.

—Pues no, mi viejo padre murió hace un tiempo —él se encogió de hombros—. Ahora yo soy el encargado de la tienda y cómo te decía guapa, será mejor que te alejes de ese atrapasueños —espetó, señalándola con el dedo—. No es para criaturas cómo tú.

Darla abrió los ojos de par en par, congelándose momentáneamente por la sorpresa.

—Creo que realmente puede verme —balbuceo la chica, mientras ponía los pies en el suelo, como si decidiese que flotar frente a otros no fuera lo más educado.

—Quizás está confundido —espetó Archie, mirando a su alrededor, sin embargo, cuando Darla se llevó la mano a la boca por la sorpresa y el hombre la imitó, supo que no había ninguna confusión—. Mierda —no se le ocurrió que mas decir, un sentimiento de incredulidad le inundó, como si se encontrara en medio de un programa de cámara escondida y no supiese como reaccionar a una broma particularmente estúpida.

El hombre soltó una carcajada, parecía estar pasando un buen momento observando como ambos se miraban entre ellos sin saber que hacer y sin poder aceptar el haber encontrado a otra persona que pudiera ver a Darla así como así.

—Dios, no te veas tan asustado, en esta ciudad hay cosas mucho peores que un humano que puede ver fantasmas —el hombre se recargó sobre a mesa en un gesto de diversión, lanzándoles una mirada de escrutinio—. Tú amigo, eres especial, pero no tan especial cómo piensas —aclaró, soltando un suspiro—. Ahora trae ese estofado para acá, que mis tripas están rogando por la deliciosa comida de tu madre.

Archie se quedó con la boca abierta y Darla estaba igual que él, aquel encuentro no solamente se sentía demasiado fortuito, ni siquiera podían discernir si se trataba de algo bueno o malo.

—Vamos, apúrate, que tengo hambre —pidió, haciéndole una seña con la mano.

Archie tardó un momento en reaccionar y cuando lo hizo, sus movimientos fueron lentos y torpes. Apenas pudo colocar la caserola en la mesa sin que se le regara el contenido. El tipo sonrió, haciéndole una seña para que se sentara delante de él y Archie obedeció porque en verdad necesitaba hacerlo.

Entonces el hombre abrió el cajón que estaba en su lado de la mesa, sacando un plato limpio, una cuchara envuelta en papel y se sirvió de comer.

—Tu madre es una mujer muy amable, siempre me trae la cena —el soltó una risita divertida—. Ella cree que estás embrujado así que a veces viene a preguntarme por amuletos para borrar el karma de su casa. Es una buena mamá —comentó encogiéndose de hombros.

Frunciendo el ceño, Archie negó con la cabeza, tratando de comprender qué diablos estaba hablando el tipo.

—¿Cómo es que puedes verme? —Darla le miró con sus grandes ojos llenos de sorpresa, mientras se asomaba por encima del hombro de Archibald. Ella era curiosa por naturaleza, pero parecía guardar cierto recelo frente al extraño, quien cambió por completo su expresión al verla de cerca.

—Las sospechas de tu madre no son del todo erradas. Tú tienes un buen aura, mucho potencial también —él entornó la mirada—. Pero podría decirse que estás embrujado —comentó, demostrando cierto interés en el tema mientras hablaba, cómo si sus ojos no parasen de descubrir cosas en ellos.

—Oh dios, justo lo que me faltaba —se quejó el muchacho—. ¿Es en serio? ¿Embrujado? —él parecía haber salido de su estupefacción de golpe. Ahora se mostraba un poco a la defensiva.

—"Maldito" sería una palabras más cercana a la realidad, pero el término "embrujado" suena más amable —explicó, para después concentrarse en Darla—. Y tú —él negó con la cabeza—. No te queda mucho tiempo ¿Sabes? Déjame ver —Lockster sacó un extraño monóculo de otro de sus cajones. Él parecía tener una cantidad interminable de cosas en ellos a juzgar por el tiempo que tardó revisando. Pero a Darla no le importaba, ella estaba más que interesada en las palabras del hombre ¿Había escuchado bien lo que quiso decirle? ¿Estaba entendiendo correctamente?

—No estoy entendiendo nada —Archie frunció el ceño, observando al hombre con incredulidad. Su postura era rígida y permaneció sentado, pero parecía listo para largarse en cualquier momento.

—A ver, déjame ver ¡Aquí está! —el hombre ignoró al chicos, sacando una especie de lupa con un diseño aterrador para mirar a Darla a través de él—. Sí, lo que me tenía —Lockster suspiró—. Te quedan alrededor de tres meses, que mala suerte, es poco tiempo, pero aún puedes hacer un montón de cosas —explicó, dándole un consuelo desabrido—. En fin, es hora de cenar.

Darla lo miró con los ojos muy abiertos, mientras Archie frunció el ceño, dedicándole una expresión de incredulidad, acompañada de un carraspeo. Toda aquella situación les resultaba demasiado ajena y aquel hombre hablaba con un todo que era difícil de tomar en serio.

Lockster comenzó a cenar, dando por terminada la conversación, sin embargo, después de algunos segundos en los que lo único que se escuchaba era el ruido de la cuchara chocando contra el plato de cerámica, se dio cuenta que aquellos dos no parecían tomar la indirecta y se quedaron en sus lugares. Ambos esperaban una explicación que él no les estaba dando.

—Se ven consternados —comentó—. Intuyo que los sorprendí con mis palabras.

—Acaba de decirme que moriré en tres meses —espetó Darla, mirándolo con la expresión en blanco.

Lockster soltó un suspiro, observándolos cómo si estuviese considerando sus próximas palabras. Durante un momento pareció que al final se quedaría callado, pero ese no fue el caso.

—Bien —dijo—. Voy a mover esto y voy a hacerles una lectura —respondió frunciendo el ceño, para luego levantarse y llevar todo a la parte de atrás. Archie frunció el ceño, molesto por la actitud del hombre, no le gustaba la gente que se las daba de sabelotodo.

—¿Para qué querríamos una lectura? —preguntó, negando con la cabeza—. Sería mejor que hablara del espeluznante dato que acaba de arrojar sobre la muerte de Darla.

—Vamos niños —él les sonrió con una mueca de suficiencia—. Se lo que estoy haciendo, es posible que no lo sepan, pero ustedes necesitan una lectura —aseguró, mientras acomodaba todo en a mesa.

El hombre dispuso todo frente a ellos, un tapete con extrañas inscripciones, una vela sobre un soporte y unos palitos de incienso en un contenedor que estaba colgado detrás de él.

Archie estaba a punto de decir algo sobre lo ridículo que era aquello, cuando las luces se apagaron y la puerta se cerró de golpe, causándole un sobresalto. La habitación se quedó en silencio, la oscuridad le dio una quietud extraña al lugar, ni él ni Darla se atrevieron a decir nada.

En vano trató de acostumbrar a sus ojos a la falta de luz, porque ni siquiera un pequeño atisbo se filtraba por los vidrios del aparador. Aquello lo asustó, pero trató de no demostrarlo, porque no quería parecer un cobarde.

De repente, una explosión de luz brilló frente a él. La vela había sido encendida y el suave olor a canela y flores de cementerio llenaron el lugar. Sin embargo, aquella vela sólo fue suficiente para ver a Lockster, la mesa y a Darla, nada más.

Archie ladeo el rostro, examinando la expresión del hombre, que de repente parecía más serio, su mirada transmitía una intensidad difícil de describir.

—¿Dónde están las cartas? —preguntó, observando todos los objetos en la mesa.

—No son necesarias, esta será una lectura un poco más... Libre —él sonrió al ver la flama moverse—. Comenzaremos por la dama, quien es la que está metida en peores líos —Lockster le hizo una seña para que se acercará y cuando ella lo obedeció, él tomó un cabello al azar en la cabeza de la chica, causando que soltara un quejido de dolor y sorpresa ante la acción del hombre. Lockster apenas cambió su expresión, en cambio sostuvo el cabello sobre la vela, dejando que se incendiara transformándose en humo.

Un montón de figuras que Archie no pudo reconocer se formaron a partir del mismo, adquiriendo una tonalidad roja e hipnotizante. Lockster susurró un "interesante" antes de clavar la vista en ella.

—Darla Fisher Montgomery —comenzó—. Hija única de una buena familia, llena de energía y vitalidad, desde pequeña siempre buscaste ser la mejor en todo, por eso nunca quisiste un hermano —él entornó la mirada—. Tu pericia secó las posibilidades de tu madre, ella no puede tener más hijos.

—¿Dices que por mi culpa no ha podido tener más hijos? —espetó la chica frunciendo el ceño. Lockster soltó una risita divertida.

—No lo hiciste a propósito y no muchos niños pueden hacerle eso a sus madres, pero así fue, no creo que puedas tener un hermanito pronto —explicó en tono divertido. Ella le puso mala cara, no entendía que tenía de gracioso el tema—. Puedo ver que eres una persona con mucho poder de decisión, cuando quieres algo lo obtienes, tienes el espíritu de una campeona—agregó soltando un suspiro—. Eso es precisamente lo que te ha metido en este problema.

—¿Que significa eso? —preguntó la chica, intentando mantener la mente abierta a todo lo que estaba ocurriendo en aquella pequeña tienda.

—Podría decirse que hay un halo dorado sobre ti, cualquier cosa que hagas tendrá mejores posibilidades para tener éxito que la medía, eres favorecida por la suerte, naciste para la gloria, una cualidad de nacimiento nunca había visto de primera mano —él soltó un suspiro—. Hay alguien muy cerca de ti que anhela esa luz, esa persona nació con un balance bastante común en sus estrellas, es alguien que tiende a no resaltar mucho y debido a su naturaleza gris, se enamoró de tu halo dorado —Hubo una pausa, Lockster frunció el ceño—. Esa persona encontró una manera de robar lo que te pertenece, así que poco a poco ha absorbido tu luz y cuando estaba a punto de quedarse con ella —Lockster los miró, mientras una sonrisa aparecía en sus labios. Darla notó la forma en que sus pupilas había comenzado a brillar en un tono cyan que resaltaba en la oscuridad—. Oh... —hizo una pausa.

—¿Que? —preguntó Archie, después de un instante de suspenso.

—Cuando ella estaba a punto de tenerlo todo, tú apareciste —sentenció señalándolo. 

Capítulo nuevo amixes ✨ disfrútenlo. 

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