Gale y Madge: Fresas en el Bo...

By TallerDeLuzArtesana

35.8K 2.1K 1.1K

LJDH vistos por Gale y Madge. ¿Cómo terminaron juntos, siendo tan diferentes? Bueno, los polos opuestos se at... More

Capítulo 1: Fresas
Capítulo 2: Tonta Niña Rica
Capítulo 3: Voluntaria
Capítulo 4: La Cosecha
Capítulo 5: Camino al Capitolio
Capítulo 6: Solo en el Bosque
Capítulo 7: Un Muy Mal Día
Capítulo 8: Una Princesa en la Veta
Capítulo 9: ¡Baboso!
Capítulo 10: Revelación Inesperada
Capítulo 11: Amantes Trágicos
Capítulo 12: ¡Sobrevivió!
Capítulo 13: Amor y Traición
Capítulo 14: ¡Boom!
Capítulo 15: Entrevistas
Capítulo 16: Tienes que Ganar...
Capítulo 17: Adiós a Rue...
Capítulo 18: Madge en el Quemador
Capítulo 19: Cielo Estrellado
Capítulo 20: Un Cambio de Reglas
Capítulo 21: Celos y Desengaños
Capítulo 22: Celos y Desengaños 2
Capítulo 23: ¡No Soy Una Princesa!
Capítulo 24: Jarabe de Bayas
Capítulo 25: La Confesión de Madge
Capítulo 26: El Banquete
Capítulo 27: La Confesión de Gale
Capítulo 28: Flores para Candance
Capítulo 29: Rumores
Capítulo 30: Ángel
Capítulo 31: Primera Cita
Capítulo 32: Bajo las Estrellas
Capítulo 33: Carta para Gale
Capítulo 34: Dulce Madge
Capítulo 35: ¿Qué Somos?
Capítulo 36: Amantes Clandestinos
Capítulo 37: Princesa y Cazador
Capítulo 38: Cena con Madge
Capítulo 39: Perdida en tus Ojos
Capítulo 40: El Plan
Capítulo 41: Juegos de Seducción
Capítulo 42: Mi BellaTentación
Capítulo 43: Final, Peeta vs Cato
Capítulo 44: ¿Locura o Desafío?
Capítulo 45: Baile y Celebraciones
Captítulo 46: Noche Salvaje
Capítulo 47: ¿Qué Pasó Anoche?
Capítulo 48: No es tu Culpa...
Capítulo 49: Ámame...
Capítulo 50: Ámame II
Capítulo 51: El Regreso
Capítulo 52: ¿Vencedora o Títere?
Capítulo 54: Oscuridad y Luz
Capítulo 55: ¡Pelea de Barro!
Capítulo 56: Grisú
Capítulo 57: Maldita Amiga, Maldito Amor
Capítulo 58: El Castigo
Capítulo 59: Morfina
Capítulo 60: Recuperación
Capítulo 61: El Vasallaje
Capítulo 62: Adiós, Catnip...
Capítulo 63: Trampas y Secretos
Capítulo 64: Si No Fuera Por El Bebé...
Capítulo 65: Reunión en el Bunker
Capítulo 66: Finnick Salva a Peeta
Capítulo 67: Medianoche
Capítulo 68: La Revolución Comienza...
Capítulo 69: El Lago
Capítulo 70: Fresas en el Bosque
Capítulo 71: Sangre, Fuego y Cenizas

Capítulo 53: Minero

385 20 12
By TallerDeLuzArtesana


Un desagradable chirrido al deslizarse la hoja de la ventana sobre el carril (al que le falta engrase, por cierto), me despierta de sobresalto, restregando mis ojos. Contengo el aliento sentada en la cama... ¿un ladrón? Los castigos son muy severos para cualquier delito, pero la desesperación cuando no hay qué comer puede ser más fuerte que el miedo al castigo, sobre todo si papá sólo manda a la cárcel un mes al ladrón en vez de azotarlo o fusilarlo como dicta la ley de Panem. ¿O será algo peor, un pervertido? Sería mucho atreverse en la mismísima casa del alcalde.

Entonces una silueta alta y delgada ingresa a mi habitación por la ventana. El morral cruzado en bandolera y las botas en la mano, que deposita en el suelo. Suelto el aire que estaba conteniendo y aunque su voz grave y sexy me eriza la piel, no dejo de soltar un bufido por el susto que me ha pegado.


- ¿Por qué me dejaste plantado?   

- ¡Gale! ¿Cómo subiste? -Él se sienta a mi lado en la cama y veo unas hojas de la enredadera que trepa por un costado de la casa. Ambos sonreímos mientras se las quito, tras percatarme por dónde subió a mi pieza.

- Estuve esperándote en la casa de la Aldea de Vencedores... ¿Leevy no te dio mi mensaje? -Juraría que también se está riendo de haberme asustado.

- Barley salió a hablar con Leevy, no la dejaron entrar porque no vestía de etiqueta, pensaba que vendrías con ella. Sólo mandó decir que no ibas a asistir porque te lesionaste en el partido...supongo que era sólo una excusa, ¿por qué no fuiste a la cena? Katniss dijo...

- Ya basta de Katniss, no vine a hablar de ella... si subí esa enredadera, fue porque quiero estar contigo.

- Pues en qué topamos... ven acá -digo haciéndole espacio en mi cama.


Gale se desliza a mi lado, quitándose primero los pantalones y la camiseta, lo que me permite admirar su torso tonificado. Es delgado pero fuerte. Empieza a acariciarme sin demoras mientras nos besamos y yo recorro su torso, sintiendo su piel morena bajo las yemas de mis dedos. Poco a poco sube mi camisón, aprovechando de besarme desde el ombligo hasta mi cuello, y lo pasa por mi cabeza, lanzándolo por el aire. Nos enredamos entre las sábanas, hambrientos de besos y caricias. Su mano no tarda en introducirse bajo mi pantaleta, provocándome gemidos en tanto que mi propia mano busca su sexo endurecido bajo aquel boxer, acariciando su virilidad. Gale suelta un gruñido de satisfacción.


- Hazme el amor despacito esta noche... -sugiero, Gale sonríe asintiendo.

- ¿Te gusta despacito? -ronronea en mi oído, excitándome más con el sonido de su voz seductora y sus manos acariciando el filo de mis caderas antes de quitarme la última prenda.

- ¡Me encanta! -exclamo antes de morder su mandíbula.



Gale entra en mí suavemente, ya no duele como la primera vez, rodeo su cintura con mis piernas para sentirlo más a fondo. Busco sus labios para beber de ellos con ansias, pero luego me separo un poco porque no puedo impedir los gemidos que suben por mi garganta, pidiendo salir. No puedo evitarlo, mientras lo siento entrar y salir de mi interior; Gale y yo hemos descubierto que al hacer el amor más despacio ambos lo disfrutamos más y duramos más antes de acabar en un orgasmo mutuo. Aunque yo tengo uno o dos antes de llegar a eso. También grito menos, más bien son gemidos o ronroneos suaves y lentos, lo que nos viene bien, no conviene despertar a mis padres allá abajo. No sé en qué minuto terminamos en posición 69 y poco después estoy boca abajo en las sábanas para que Gale se acomode en mi espalda. Ahora sí tengo que morder con fuerza la almohada para no pegar un grito gutural cuando Gale me penetra una y otra vez. A pesar que fue lento, fue intenso y nos quedamos dormidos agotados. Al amanecer Gale me despierta para hacer el amor bajo la regadera de la ducha, ahora grito sin culpa sabiendo que el chorro de agua y la puerta cerrada ahogarán cualquier ruido.

Gale me ayuda con el sujetador, saco unas bragas cualquiera del cajón y me pongo la bata para bajar a ver a mi madre y traer algo para desayunar antes que Gale se vaya, pero es más rápido y ya está casi vestido, excepto por los calcetines y las botas. Entonces veo una herida en su tobillo derecho y noto que cojea un poco. Me cuenta que fue un perro salvaje, que no es mucho, que la bota impidió que lo mordiera más. Traigo desinfectante en spray y pomada cicatrizante, a pesar de las protestas de Gale que no se deja poner vendaje, arguyendo que es sólo un rasguño. Sospecho que no quiere la medicina porque es del Capitolio o por querer hacerse el macho recio ante mí, pero logro esparcir un poco del ungüento sobre la mordida.


- Ya está bien, Madge, déjalo así. Debo irme ya.

- Falta la venda...

- Que lo dejes así, tengo que irme pronto. Ya va a aclarar y tus padres no deben encontrarme en tu dormitorio.

- ¿Podrás bajar...? -No alcanzo a terminar la pregunta cuando Gale me mira ofendido desde la ventana, disponiéndose a salir tal como entró.- Si bajas la colina por la parte trasera, hay una franja de pastizal, unos diez metros hasta la valla -le sugiero, para que no lo vean saliendo por la parte más habitada.

- Ya lo sabía, pero gracias por la sugerencia. -Se vuelve a meter en la habitación para darme un beso en la frente.- Si bajo por ahí, tiene que ser ahora, antes que aclare, porque Cray vive acá en la colina, más abajo, y dudo que los chicos de este barrio ronden la valla y se metan al bosque; no pueden verme aquí, mi ropa vieja y mi pelo negro son tan llamativos acá como tú en la Veta con esos cabellos rubios y tus vestidos caros de princesa. 


Hago oídos sordos a su tono irónico... sé que ya no es para molestarme, él es así, puro sarcasmo. Insisto que se quede un poco más, para desayunar juntos pero él desestima mi ofrecimiento.


- ¿Ni siquiera una taza de té o chocolate?

- Te lo agradezco, Madge, pero hoy debo ir al bosque más temprano, ayer dejé el doble de trampas y debo revisarlas antes de... -Se interrumpe un momento, me mira y continúa-: No puedo llegar tarde a mi primer día de trabajo en las minas, princesa. 


El corazón me da un vuelco brusco dentro del pecho y ahogo una exclamación dolorosa. Tan absorta estaba en mi felicidad que Gale y yo por fin estamos juntos, que olvidé que ahora que terminó la escuela, trabajará en las minas. Lo abrazo, rodeando su cuello y hombros lo más fuerte que pueden mis brazos.


- Cuídate mucho allá abajo. Gale. No quiero que te pase nada -digo casi al borde del llanto.

- Estaré bien, descuida, princesa. -Me da un último beso en los labios, que me sabe a poco, y se marcha bajando la enredadera. Lo miro preocupada, deseando que esté bien, que no le ocurra nada malo.



Paso la mañana en un torbellino de actividades. Me ocupo de mamá, sus dolores no la dejan levantarse hoy. Ordeno mi cama y mi cuarto, saco la lencería de casa de los baúles y la dispongo en los armarios, quito polvo y telarañas que rebusco hasta el último rincón aunque ya hayan limpiado la casa. Cualquier cosa que mantenga mi mente distraída de la imagen de Gale picando una pared de roca bajo tierra. O peor, un derrumbe o una explosión de gas grisú. Y hoy es sólo el primer día. ¿Cómo se las arreglan las esposas, madres y chicas de la Veta para lidiar día a día con la incertidumbre de no saber si sus esposos, hijos o novios regresarán al finalizar el turno? No puedo preguntar a nadie, por supuesto, si le preguntara a la señora Everdeen o a Rose, me delataría sola. Cuando no encontré qué más hacer, bajé a la cocina a ayudar a Rosie con el almuerzo.


- Hoy has estado muy hacendosa, pero muy callada, Madge. ¿Te pasa algo?

- Bueno... es que... -No puedo confesar mi preocupación por Gale, así que me voy por las ramas y toco otros temas-. Katniss me preocupa, ¿sabes? Quisiera verla pero imagino que debe estar muy ocupada organizando su nueva casa y que quiere estar con su familia también, debe querer privacidad.

- No creo que los reporteros del Capitolio sepan lo que esa significa esa palabra, deben estar haciendo fila afuera de la Aldea para hablar con ella o con Peeta -señala Rose, verificando la sazón del estofado de pollo.- Pero me parece que a ti te pasa algo más que eso.

- Cierto, Rose. El otro día dijiste que callabas lo que veías o escuchabas -Rose me mira con sospechosa alerta.- La otra noche papá estaba hablando con Cinna y Plutarch sobre un plan. Y también hablaron de una mujer de otro distrito llamada Alma Coin... ¿sabes quién es esa mujer, Rose?, quiero decir, ¿de qué distrito es y qué relación tiene con mi padre? 

- ¿Alma Coin?, pues no me suena para nada. Será alguna funcionaria importante del gobierno designada en otro distrito -responde Rose encogiendo los hombros. -¿Por qué te interesa saber quién es?

- Plutarch dijo que iba a visitarla y hablar con ella, pero tuvo que volver de urgencia al Capitolio porque algo le pasó a Seneca Crane, según papá... -Me interrumpo de repente al darme cuenta que yo también he escuchado conversaciones ajenas, Rosie escucha sin querer ni mala intención mientras trabaja, pero yo escuché premeditadamente. 

"Bueno, escuche a papá y a Haymitch, levanté el fono porque creía que eran noticias sobre Katniss. Creo que esa tal Alma Coin tiene algo con Plutarch o con mi padre... si es lo último, si papá tiene un affaire con esa tipa, si es una roba maridos, se las va a ver conmigo -digo, machacando las papas para el puré con energía y furia, como si Alma Coin fuera una papa. 

- ¡Qué imaginación tienes, niña! Tu padre quiere mucho a tu madre, le está preparando una sorpresa para su aniversario de matrimonio, con ayuda de Effie -me responde Rose tras soltar una carcajada ante mi suposición-. Si el señor Undersee engañara a su esposa, todo el distrito ya se habría enterado porque en el 12 los chismes vuelan como polvo de carbón en el viento. Basta un leve soplo y se esparcen rápido. -Rose tiene razón, como no hay muchas distracciones, los chismes andan en boca de todos.

"A propósito, ¿supiste que los Foster se están divorciando? Pillaron al señor Foster besando a la cajera de su ferretería... igual como cuando se divorció de la primera mujer, se enredó con la que ahora es su esposa, dándole trabajo de cajera en su negocio... incorregible.

- Algo supe, creo que Blaze no lo está pasando bien, ahora sus amistades le hacen el quite porque ella y su madre eran de la Veta cuando ella perdió a su verdadero padre. Misty se lo ha contado a toda la colina, la muy...

- Te equivocas. Fue la primera mujer la que esparció la cizaña primero, a ella le conviene que se divorcien. Es una arpía sin corazón, debe estar esperando sentada en la escalinata del Edificio de Justicia que su ex firme el divorcio para lanzarse a reconquistarlo, lo único que quiere es su dinero. No se conforma con que heredan sus hijos y no Blaze, que no es hija biológica, quiere volver con Foster aunque le ponga los cuernos de nuevo y así la casa quedaría para ella también. 


Vaya, sabía que los Foster no estaban pasando un buen momento, pero no que se estuvieran divorciando y que fue la primera esposa quien sacó a luz que Blaze y su madre son de la Veta. No se nota porque son pelirrojas, las dos.

Las humildes viviendas de la Veta son fiscales, pertenecen al gobierno, que las asigna a los pobres a través del Edificio de Justicia. Si el/la jefe del hogar fallece, la familia puede seguir ocupando la casa (como las Everdeen y los Hawthorne), pero cuando muere el último integrante, vuelve a manos del gobierno que la vuelve a asignar a otra familia nueva. Las casonas y chalets de la colina son particulares, quien tiene el dinero, compra un terreno y se construye su mansión. Al norte hay una barraca donde viven y duermen los agentes, excepto Cray, que tiene una residencia en la colina; también hay una villa de viviendas fiscales para funcionarios. Las otras casas del pueblo, incluidas las que tienen un negocio en el primer piso, alrededor de la plaza, pertenecen a quien las pueda comprar. El precio es muy elevado, los comerciantes se endeudan a crédito y pueden demorar dos o tres generaciones en pagar su casa y fuente de ingresos, por eso son reacios a mezclarse con los pobres, para no heredarles lo que les ha costado tener. Los hijos heredan en forma automática, pero sólo si son legítimos. Ignoro si Blaze está legalmente reconocida por su padre adoptivo. Yo soy muy afortunada pues heredaré esta casa en la colina...

De pronto me asalta un horrible pensamiento. ¿Y si esa Alma Coin viene a reemplazar a papá como alcalde? Al ser mi padre un funcionario del gobierno, debe vivir y trabajar donde sea asignado. Si cambian a papá de distrito... deberemos irnos con él, quién sabe dónde. Y no vería nunca más a la gente que estimo: Katniss, Prim, su madre, Hannah, Rose, los Hawthorne... y Gale. No volvería a verlo más. ¿Qué sería de mí sin Gale, sin verlo nunca más?, ¿lo soportaría? Intento calmar esta angustia tocando el piano, después de almorzar con Rose en la cocina, no me gusta almorzar sola en el comedor, aunque papá diga que no debo familiarizar mucho con la servidumbre, pero él pasa todo el día trabajando y mamá no ha estado bien hoy. Si no fuera por Gale y Katniss, me sentiría totalmente sola. Sin embargo, no estoy segura si Katniss me considera su amiga en realidad, como lo es Gale; no sé si esperar que ella me busque de algún modo o si debo llamarla yo, ir hasta su casa, felicitarla y decirle que me alegro que haya vuelto al distrito. 

Pienso en Gale. Ahora trabajará en las minas doce horas diarias, seis días a la semana, ya no nos veremos en el colegio; quizás siga viniendo los fines de semana para vendernos fresas lo que quede del verano. Conservo la esperanza que también se cuele alguna que otra noche en mi habitación. 

En efecto, Gale sube hasta mi ventana, que dejé algo entreabierta. Suena otra vez el desagradable chirrido y antes que me lance a abrazarlo, Gale saca un pote de su morral, lo abre y unta algo en un trapo, que luego pasa frotando por el carril un par de veces. Después prueba abrir y cerrar la hoja de la ventana, se desliza suave y silenciosa, sin ningún ruido.


- Grasa de castor, muy efectiva: ya no chirriará tu ventana... no debemos descuidar los detalles -indica abrazándome y, repentinamente, saca una flor silvestre de atrás de mi oreja y me la presenta como regalo.

- Me encantan tus detalles -comento, tomando la flor y nos besamos.


Gale me cuenta que su primer día fueron sólo instrucciones de rigor y charlas de seguridad (que son un chiste) con un "experto", un funcionario del gobierno que sabe de carbón tanto como yo. Mañana empieza el trabajo real. Por lo tanto, Gale me hace el amor sin ninguna muestra de cansancio, dejándome en éxtasis. Me duermo acurrucada en su pecho; no obstante, a las siete despierto sola en la cama, Gale se ha ido. Me ha dejado un poema, bajo la flor, aspiro su aroma y leo los versos:


Para que tú me oigas, mis palabras

se adelgazan a veces 

como las huellas de las gaviotas en las playas. 


Collar, cascabel ebrio 

para tus manos suaves como las uvas. 


Y las miro lejanas mis palabras. 

Más que mías son tuyas. 

Van trepando en mi viejo dolor como las yedras. 


Ellas trepan así por las paredes húmedas. 

Eres tú la culpable de este juego sangriento. 

Ellas están huyendo de mi guarida oscura. 

Todo lo llenas tú, todo lo llenas. 


Antes que tú poblaron la soledad que ocupas, 

y están acostumbradas más que tú a mi tristeza. 


Ahora quiero que digan lo que quiero decirte 

para que tú las oigas como quiero que me oigas. 


El viento de la angustia aún las suele arrastrar. 

Huracanes de sueños aún a veces las tumban. 

Escuchas otras voces en mi voz dolorida. 

Llanto de viejas bocas, sangre de viejas súplicas. 

Ámame, compañera. No me abandones. Sígueme. 

Sígueme, compañera, en esa ola de angustia. 


Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras. 

Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas. 


Voy haciendo de todas un collar infinito 

para tus blancas manos, suaves como las uvas.*   


Guardo como un tesoro este poema, en mi diario de vida. Creo que es uno de los mejores que me ha escrito Gale, obviando los que escribió para Candance. Papá se marcha pronto a trabajar, me quedo con mamá, desayunamos en el comedor, luego cosemos ropa para los niños pobres. Quiere saber cómo va mi relación con Barley. Invento que todo va espectacular.

En cuanto a Katniss, dudo que pueda verla pronto. Tras el almuerzo, darle la medicina de la tarde a mi madre y dejarla descansar, salí hacia la Aldea de Vencedores. Fue una mala idea. Apenas llegué, vi que los periodistas del Capitolio estaban ahí, apostados frente a las nuevas casas de Peeta y Katniss. Un poco tarde intento retroceder, devolverme antes de llamar su atención. Pero uno de ellos me ve y me alcanza trotando, micrófono en mano y seguido de un camarógrafo.


-Señorita Undersee, ¿puede contarnos algo acerca de Katniss? ¿Ha hablado con ella? ¿Qué se siente ser la mejor amiga de la vencedora? ¿Qué le ha dicho acerca de su romance con Peeta Mellark? -El hombre dispara una pregunta tras otra como ametralladora.


Me mira como si quisiera traspasarme con sus ojos amarillos, supongo que son lentes de contacto, y me muestra una albísima sonrisa que contrasta con su piel azul pálido y su pelo azul nocturno cortado a lo cepillo. Da miedo. ¿Cómo pueden encontrar esto atractivo en el Capitolio? No tengo tiempo de pensarlo porque ahora los demás reporteros vienen hacia mí también. Me rodean y empiezan a hacerme más preguntas sobre Katniss y Peeta.


- ¡Basta! ¡Dejen a mi novia en paz! -Alguien me jala del codo y luego me abraza por los hombros. Es Barley, reconozco su voz. Y está enfadado, de verdad, no es teatro.- ¡Lárguense de aquí de una vez! A menos que quieran que les dé dos buenas razones... -Deja la frase hasta ahí, soltándome para arremangarse, exhibiendo sendos puños y músculos de acero, demostrando por qué salió campeón de lucha libre en el colegio. 


Todos retroceden farfullando descontentos. Barley me lleva de vuelta por el camino hacia el pueblo, antes que yo reaccione o diga pío, pasando otra vez su brazo fornido sobre mis hombros, como si fuéramos novios. Unos metros más allá nos separamos, cuando no se ve nadie alrededor, y me mira para hablarme recién.



- Hola, Madge.

- Hola, Barley.

- Creo que los dejamos atrás, no nos seguirán porque están esperando que Peeta o Katniss salgan de sus casas -dice y luego sonríe bajándose las mangas-. Pero conmigo no se meten. Anoche le dejé el ojo morado a uno de esos imbéciles. -Me muestra el puño, lanzando un derechazo al aire.

- ¡Barley, eso no es educado! -exclamo.

- Meter su grabadora a la fuerza por una ventana tampoco.

- Está bien, retiro lo dicho.


Barley me sonríe, una sonrisa cálida, no como ese tipo azul que daba repelús. Me acompaña al pueblo, ambos tenemos cosas que comprar. También nos sirve para que nos vean juntos y mantener la tapadera. Barley me cuenta que se ha quedado acompañando a Peeta, ahora ha salido a comprar por él y traer algunas cosas personales que no ha podido retirar desde su casa arriba de la panadería. Se nota que quiere mucho a su hermano, que trata de protegerlo y ayudarlo.


- Así que tú y Gale van muy en serio -señala indicando la bolsa de la farmacia con dos nuevas cajas de pastillas y una crema de manos. 

- ¡Por supuesto! -exclamo suspirando con una amplia sonrisa-. ¡Mejor que nunca! -admito feliz y entonces noto que Barley hace una mueca de desencanto.

- Me alegra oír eso -afirma aunque su tono de voz suena decepcionado y capto al punto.

- ¿Has terminado con Leevy?

- Discutimos el otro día, pero no hemos terminado, sólo nos estamos dando un tiempo. Su padre casi nos descubre el otro día. El señor Whitewood cree que nosotros, los del pueblo, sólo buscamos a las chicas de la Veta para llevarlas a la cama o a la escombrera y nada más.

"Mamá tampoco quiere que nos mezclemos con mineros, tú lo sabes. Ha terminado por aceptar a Katniss porque es vencedora de los Juegos y por gratitud, porque salvó a mi hermano y nos lo trajo de vuelta. Pero no aceptará a Leevy y ahora que mi chica trabaja en las minas, la veré mucho menos, así como supongo que tú no verás a Gale hasta el fin de semana.


Me percato que la relación entre Leevy y Barley es tan compleja como la mía con Gale. Lo nuestro de por sí es difícil. Pero Gale al menos podía escabullirse como un ninja, a través de los callejones, entrar a escondidas por la escalera de emergencia y ahora puede trepar a mi cuarto porque yo tengo uno propio. Barley no puede ir hasta la Veta porque llamaría de inmediato la atención ni tampoco puede meterse a escondidas en la pequeña casa de Leevy con un sólo dormitorio donde duerme toda la familia. Ellos no pueden verse a menos que nos pongamos de acuerdo los cuatro. Y ahora, su relación está tambaleando. Si terminan, Gale y yo tendremos que ser mucho más cuidadosos.

Esa noche dejé la ventana entreabierta y, justo a las doce, Gale se deslizó dentro. Olía a tierra y a bosque cuando se echó con sigilo en la cama junto a mí. A pesar que me habría gustado gritar a los cuatro vientos que teníamos una relación, había algo innegablemente sexy en nuestros encuentros secretos.


- Gale, si estás cansado... lo entiendo... -Empiezo pero él me corta, desechando la idea con sarcasmo.

- ¿Cansado?, ¿quién está cansado? Ni que llevara años en la mina, acabo de empezar. El trabajo es duro, es cierto, pero también es cierto que yo estoy acostumbrado al esfuerzo físico y llevo un par de años haciendo pesas para prepararme.- Me muestra con orgullo sus bíceps, duros y bien delineados.- Por hoy no fue la gran cosa: picar una veta por aquí, otra por allá... llevar las carretilladas al vagón. Fue bastante aburrido, pero lo soportaré.


Aunque Gale tampoco tiene la energía de antes, cuando hacíamos el amor en la casa de la Aldea, hasta tres veces por noche. Ahora me deja con ganas de más y se queda profundamente dormido en pocos minutos. Apenas alcancé a contarle que ahora Katniss y Peeta están sitiados en sus casas, rodeados por los reporteros, que también hacen guardia frente a la panadería. Cuando me despedí de Barley en la farmacia, los divisé al otro lado de la plaza, pero Barley se abrió camino entre ellos sin vacilar y les cerró en sus narices la puerta lateral que lleva al segundo piso. Le estaba contando a Gale que papá me conseguiría el número de teléfono de Katniss, para llamarla, pero Gale farfulló algo que no entendí, bostezó, cerró los ojos y ya estaba dormido. Yo seguí despierta otro rato, pronto caí en una duermevela ligera. Agucé el oído cuando escuché a mi padre llegar un par de horas más tarde, rogando que no subiera a mi cuarto a darme un beso de buenas noches, a veces tiene esa costumbre, incluso cuando ya estoy dormida y con luz apagada. Decidí levantarme y echar pestillo a la puerta. A tiempo, porque enseguida escuché sus pasos subiendo por la escalera, sus manos intentando abrir, varias veces. Luego, unos golpes y la voz áspera de mi padre:


- ¡Madge Undersee, abre esa puerta!... ¡tengo que hablar contigo!

- ¡Me estoy desvistiendo, papá! Espera un poco... -Me calé rápido un camisón.

- Abre ya, Madge, no me vengas con excusas. -Su tono de voz era airado, de disgusto y pensé lo peor: que echaría la puerta abajo y encontraría a Gale en mi cama. 

- ¡Espera, estoy desnuda! -Intenté hacer tiempo, remeciendo a Gale con furia para despertarlo.


Creo que los años de cacería y el hábito de esconderse le han afinado el oído a Gale, más el instinto que le advirtió del peligro. Además, era imposible pasar por alto los gritos de mi padre y los golpes a la puerta. En dos segundos Gale brincó del lecho, recogió su ropa, la metió al morral y, cubierto sólo con los boxers, desapareció por la ventana. Yo escondí en un cajón la camiseta de fútbol de Gale que tenía puesta primero, cambiándola por un camisón recatado. Mi padre entró como tromba cuando le abrí, plantándose frente a mi cama.


- ¿Estás sola? ¿Por qué estás despierta tan tarde? -preguntó sin preámbulos y la voz siseando de sospecha-. ¿Por qué le has puesto pestillo a tu puerta?

- Por supuesto, papá, estoy sola, estaba leyendo. -<<Técnicamente, no estoy mintiendo, hace un minuto no lo estaba pero Gale ya no está en el cuarto>>- Creo que merezco un mínimo de privacidad para cambiarme de ropa, ya no soy una niñita, papá.

- ¿Qué dijiste, Madge?, ¿que ya no eres qué? -¡Ups! Creo que se lo tomó muy literal.- Si lo pillo aquí... 


Papá se arrodilla mirando bajo mi cama, tira hacia atrás las mantas y la colcha, abre mi armario buscando entre mis ropas, se mete al baño y corre de un manotazo la cortina de la ducha. Yo trago saliva, que no mire por la ventana, que no mire por la ventana... que no se le ocurra asomarse, que Gale ya se haya ido... que se haya escondido donde no lo vea mi padre.


- ¿A qué viene todo esto? -Me atrevo a preguntar cuando su ira se desinfla al no encontrar nada que delate que no dormí sola, Gale incluso había alisado la cama y recogido los cojines del suelo.

- Que tu novio le deje el ojo en tinta a un periodista, no me preocupa tanto... pero que te vean con él, en la farmacia, comprando pastillas y preservativos... -Vuelve a sisear molesto.- Dime que Barley Mellark no te ha... dime que no pasó. Como lo encuentre dentro de tu dormitorio, le corto las... ya sabes -advierte furioso.


Nunca había visto a mi padre así, tan enfadado. Pero me mantengo tranquila y le explico con calma que las pastillas eran para mamá y para Rosie (ayer la puse al tanto y ella consintió en cubrirme), que los condones seguramente eran para Peeta o Brett, papá no va a ir a preguntarles.


- Barley no me ha tocado más de lo que corresponde, papá. Te juro que no ha pasado nada entre Barley y yo, no es lo que la gente anda diciendo, ya sabes lo chismosos que son en este distrito -declaro con voz segura... y, en el fondo, estoy diciendo la verdad.

- Eso espero, más les vale a los dos...

- Te lo juro, papá.

- Bien. Otra cosa, jovencita: sin echarle pestillo a tu cuarto por las noches.


Pensé ingenuamente que todos estaban tan pendientes de nuestros vencedores, que yo pasaría de nuevo al último plano donde siempre me he mantenido, sin llamar la atención de la gente. Pero no fue así. Maldita gente chismosa del distrito 12. Espero que papá no la tome contra Barley, aunque no creo que vuelva a mirarlo con buenos ojos. 


- ¡Buu! ¡Hey, eso estuvo cerca! -Escucho justo arriba de mi cabeza cuando me asomo a cerrar la ventana. Otra vez Gale me ha pegado un susto, imaginé que ya se había marchado.

- ¡Mierda, Gale, no me asustes! -protesto soltando otros tacos más de la impresión de verlo en el tejado, arriba de mi ventana. 

- ¡Qué vocabulario, su alteza! -se burla Gale, metiéndose de nuevo en mi habitación. 

- Creí que habías bajado, no subido, eso fue una locura, Gale... ¿y si hubieras resbalado y caído? 

- Uno hace locuras cuando está enamorado -me contesta, tomado mi barbilla, mirándome directo a los ojos. Me sonrojo un poco-. Vi que la enredadera sube hasta el techo y que los troncos y tallos son lo bastante fuertes para trepar hasta arriba. Si tu padre tenía la idea de mirar por la ventana y yo hubiera bajado, me habría visto saliendo de su jardín. Y no quiero terminar como eunuco...

- ¿Escuchaste todo lo que dijo?


Gale asiente, indicando que no quiere estar en el pellejo de Barley Mellark. Papá debe tener bastante trabajo para haber llegado tan tarde, son más de las dos A.M.; minutos después lo oímos roncar allá abajo. 

Gale me abraza y nos besamos con ganas y locura, incluso Gale me arrima contra el armario mientras yo levanto las piernas para aferrarme a su torso cuando me levanta del suelo. Como él sólo tiene puestos los boxers y yo sólo estoy cubierta con un delgado camisón, es imposible que no nos percatemos de la excitación de cada uno. Gale deja de besarme para soltar un gruñido de placer cuando mi mano se desliza sobre su miembro. Yo empiezo a gemir con sus caricias. Me lleva de vuelta a la cama, me sube el camisón pero me lo deja sobre la cabeza, tapándome la vista. Así, a ciegas, empieza a tocarme. Cada erótica caricia, en un punto inesperado, me hace vibrar de placer. Después sus labios y su húmeda lengua juegan en mi piel, estremeciéndome con cada toque. Su lengua llega a mi entrepierna, sus manos masajean mis muslos, separándolos, humedece aún más mis partes íntimas y luego no siento nada. Repentinamente sopla mi piel mojada y eso me excita más, llegando a un orgasmo cuando introduce sus dedos en mi vagina. El segundo viene rato después, cuando me penetra sin aviso previo, lento primero y después aumenta la intensidad. Me quito el camisón de la cabeza porque quiero verlo, besarlo, jugar con mi lengua en su piel. Estallamos de placer con poca diferencia, yo primero y Gale casi un minuto enseguida. Nos quedamos abrazados y me besa con pasión al principio, luego con ternura, acaricia mi rostro, peinándome los mechones desordenados. Yo hundo mis dedos en su pelo negro, delineo los rasgos perfectos de su cara, toco sus labios. Nos despedimos con un apasionado beso con mordiscos incluidos, concordamos que es mejor que se vaya ahora en medio de la noche, por si mi padre se le ocurriera venir temprano a inspeccionar.  Además, entra a las siete a la mina.

Por precaución, quedamos que no vendrá hasta el fin de semana, es mejor esperar que pase la tormenta y que papá se calme un poco. Deberé advertirle a Barley también. Gale se marcha bajando por el costado, cruza el jardín a oscuras y desaparece luego en el camino hacia la parte trasera de la colina. Menos mal que no tenemos perro ni los vecinos cercanos tampoco. Me cuesta quedarme dormida sola en la cama, parece más grande sin Gale a mi lado. Hasta que por fin el sueño me apresó en sus tentáculos y tuve que hacer fuerza de voluntad para levantarme a las siete para la medicina de mamá. Mientras me visto, encuentro una hoja con un nuevo poema de Gale bajo la almohada:


No soy el príncipe azul ni el valiente caballero, 

que te rescatará de la torre del castillo.

Soy el dragón hosco, gruñón, taciturno,

que aprendió a conversar y reír con la princesa cautiva.

Y tú a veces no eres tan princesa ni tan bien portada, 

aprendiste a repetir las palabrotas que se le escapaban al dragón

pero así te quiero: imperfecta flor blanca de estambre dorada.


No soy todo lo que mereces, amor mío,

sólo soy yo, soy todo lo que puedo darte.

Cuando nos amamos, tú yo somos un todo completo,

el vacío y la soledad arrancan ante nuestra pasión desatada.

Huyen sin entender este amor.

Tú y yo, qué dupla tan chiflada.



No soy la flor, soy la raíz que aprendió

a amar la oscuridad de la tierra.

 Soy raíz, soy tallo, mis brazos son brotes traviesos

que envuelven la flor blanca de estambre dorada.

Aquella única y especial que sólo 

florece en el jardín de mi alma desolada.



Vaya, ya no soy tan princesa y repito palabrotas, pienso, guardando la hoja entre otras de mi diario. Mi madre estaba despierta y ya enterada por papá de los rumores. No amenazó con capar a Barley pero sí me instó severamente a no entregarme a un chico antes de estar segura que me merece, que no me arrepentiré después de tan "delicada decisión". A veces quisiera dejar de ser la princesa bien portada, la niña ejemplar, la hija obediente... y confesar a mis padres que amo a Gale y que siempre lo amaré, con todo mi ser. Que lo amo como Julieta a Romeo, como Leonor a Martín Rivas, como Gracia al forastero, como Blanca a Pedro Tercero García. Quisiera tener la valentía de confesarlo todo, dejar de mentir y fingir ser la novia de Barley, ya bastante mal me siento de engañar a mis padres. O quisiera ser rebelde y osada. Pero no me atrevo, soy cobarde y me falta el valor. Además, sé que les causaría pesar y que me prohibirían ver a mi verdadero amor. No lo resistiría.... no ahora que él me ama también. No quiero ningún príncipe azul, ningún valiente caballero, no quiero que me rescaten de la torre. Sólo quiero a mi dragón, hosco, gruñón y taciturno. Así aprendí a quererlo. Así lo amo yo, desde mis doce años, y seguiré amándolo.



__________________________________________

* Poema 5, Veinte Poemas de Amor y una Canción Desesperada, Pablo Neruda.


Continue Reading

You'll Also Like

609K 81.5K 46
Una sola noche. Dos mujeres lesbianas. ¿Un embarazo? ¡Imposible!
15.6K 2.1K 16
Durante toda su infancia Alexa, Stiles y Scott han Sido mejores amigos pero debido a situación de empleo, la familia de Alexa, tubo que mudarse a Es...
32.2K 3.2K 45
Dónde Alyssa es del bando Black junto a su padre, Daemon. O Dónde Alyssa se enamora de Aegon Targaryen y se vuelve una verde. O Dónde Aegon rompe su...
52.2K 3.1K 54
Ryūichi Asami. Poderoso. Posesivo, Arrogante, dominante y peligroso. Un hombre que no le interesa nada ni nadie, solo proteger sus inversiones y sus...